CONTENIDO LITERAL

("John Brunner, in memoriam", artículo de Armando Boix. Derechos de autor 1995, Armando Boix)

Como en la vieja ambición de los actores, que desde Moliere sueñan con morir sobre el escenario, John Brunner nos dejó súbitamente el 25 de agosto, durante la Convención Mundial de Ciencia Ficción de Glasgow, víctima de una ataque al corazón.
La cuantiosa obra que ha legado podría llevarnos a imaginarlo como un hombre muy viejo en el momento de su desaparición, pero no sería cierto. Nació en 1934, en Inglaterra, y el tamaño de su bibliografía se debe principalmente a su precocidad y fecundidad imaginativa. Con sólo diez años empezó a escribir, a los diecisiete ya consiguió publicar su primera novela, Galactic storm, y pronto se convertiría en un prolífico autor que vendía sus narraciones a ambos lados del Atlántico bajo variados seudónimos, como son Gill Hunt, Keith Woodcott o Henry Crosstrees.
Como Robert Silverberg, con el que tantas veces se le ha comparado por el paralelismo de sus carreras literarias, durante más de quince años fue productor a destajo de todo tipo de space operas y aventuras futuristas sin ninguna pretensión, aunque ocasionalmente nos ofreciera entre tanta paja novelas de interés como The dreaming earth (1963), The whole man (1964) -finalista del premio Hugo- o The squares of the city (1965), donde se nos permitía adivinar la madurez literaria alcanzada a partir de 1966, con sus novelas de ciencia ficción sociológica. Las nuevas ideas izquierdistas desarrolladas en esa época, junto al influjo estilístico de John Dos Passos, convergen en Stand of Zanzibar (1966), su novela más célebre y premio Hugo. En ella Brunner compone un mosaico de personajes que recrean con los pedazos de su existencia el mundo caótico y complejo de un futuro cercano, bajo el dominio de intereses comerciales y al borde de la crisis por culpa de la superpoblación. Esta visión pesimista y estremecedora, basada en los ensayos de McLuhan y Alvin Toffler, se prolonga en The jagged orbit (1969), The shepp look up (1972) y The schockwave river (1975), obra en la que algunos han querido ver un antecedente de la corriente cyberpunk por su uso de la informática.
Pese a la importancia de estas novelas, tanto por contenidos como por su audaz manejo de las formas, que lo relacionan con el naciente movimiento de la New Wave, no debemos pensar que la publicación de Stand of Zanzibar marca un punto de ruptura con su producción pasada. La creación de Brunner continuó sufriendo llamativos altibajos y, al lado de obras maestras, fue capaz de escribir mediocridades pretenciosas como The crucible of time (1983) o retomar una de sus novelas de aventuras de los 60, Castaway's world, para reescribirla como la nefasta -dicen- Polymath (1974).
Desde mediados de los 70 John Brunner ralentizó la aparición de sus libros, cada vez de menor interés, entre los que sólo cabría rescatar The infinitive of go. Pese a ello, su obra anterior equipara en prestigio su nombre al de otros grandes de la ciencia ficción británica, como Brian Aldiss o Arthur C. Clarke. Su muerte ha conmovido de un modo especial a los aficionados a la ciencia ficción, que en pocos meses hemos visto mermado repetidamente nuestro particular Parnaso. Ya sólo nos queda rezar para que los futuros predichos por Brunner no se cumplan. Por nuestro bien...