Deo Gratias:
El empeño de los editores españoles de cómic por privar a los sufridos lectores de series magníficas en lengua gala parece haber disminuido últimamente en intensidad. Hemos asistido en los últimos meses a la publicación de algunos títulos como Muñeca de marfil o El viento de los dioses que hacen renacer la esperanza en nuestros corazones, ahítos ya de tanto manga y tanto animalote yanqui. Los depredadores, los aliens, los forzudos y las insoportables con aires de Heidis salidas se han convertido en una terrible plaga mutante que ha invadido nuestro sistema nervioso, ya debilitado por el más implacable aburrimiento.
Quedan, sin embargo, otras grandes series sin verter todavía a la noble lengua de Cervantes (A la vista de la fuerte crisis de valores culturales que nos aqueja, estimamos necesario aclarar que nos estamos refiriendo al castellano.) Precisamente a una de ellas nos vamos a referir a continuación. Realmente puede decirse que la zulú es una de las temáticas que ha tenido la suerte de verse felizmente reflejada, tanto en el mundo del cine o la novela, como en el del cómic, donde hay que destacar fundamentalmente tres títulos: Zoulouland, Cato Zulú y El hombre de Zululandia, que hacen un detallado recorrido por uno de los conflictos que siempre ha despertado un gran interés a los aficionados a la aventura: la guerra sostenida en 1880 entre el Imperio Británico y el Zulú.
Zoulouland es una historia exhaustiva de la guerra zulú a través de dos personajes que encarnan los dos enfoques del conflicto: el de un simple soldado escocés y el de un bóer amigo de los zulúes. El primero, un joven bisoño que se encuentra en una tierra hostil para jugarse la vida en una guerra que no le importa nada, sobrevivirá a la matanza de Indsalwana y recorrerá la tierra de los zulúes junto al segundo, Induna Llhoni, bóer al que el propio Cetewayo había nombrado general de uno de sus batallones guerreros y que se verá arrastrado a escoger el bando de los blancos en contra de sus deseos.
Con ellos, el autor nos presenta el paisaje, las costumbres y la historia última del gran imperio zulú. Sus peripecias son interminables: no contentos con disfrutar de la batalla de Indsalwana, estarán presentes en Rorke Drift y en el resto de los principales escenarios del conflicto.
El dibujo, algo suelto, no está completamente definido en los primeros álbumes, pero quien haya disfrutado con películas como Zulú o Amanecer Zulú no se sentirá defraudado. La fidelidad al detalle tanto en las armas o en la indumentaria como en el desarrollo de los acontecimientos sorprende por lo minucioso. La acción está perfectamente expresada, y desde luego, los incondicionales de la "delgada línea roja" de fusileros británicos enfrentándose a las nobles, valientes y feroces hordas de guerreros zulúes lo pasarán en grande.
Hasta el momento conocemos 8 entregas de esta serie, aunque es posible que para estas fechas haya salido ya en Francia algún álbum más, y nos permitimos enviar desde aquí un fuerte "¡Hurra!" al editor español que ose traducirla. ¡Suerte y al ruedo, señores!
Otra notable muestra del cómic sobre zulúes, es Cato Zulú, de Hugo Pratt, que, esta vez sí, podemos leer en castellano. Norma Editorial ha sacado hasta el momento dos historias de este personaje, cínico, burlón y con un considerable toque de mala baba, cuya característica más destacada son sus desagradables rasgos. Carece de la sutileza de la gran figura de Pratt, Corto Maltés, y, según declaración jurada de las admiradoras de éste, también de su atractivo, dando el contrapunto sarcástico de la conquista de Zululandia por el ínclito imperio británico.
No falta acción en sus aventuras, que carecen de la consistencia reflexiva cada vez más plúmbea de las de su hermanastro Corto, cuyos últimos títulos son una amable invitación al tradicional deporte castellano conocido como "la siesta del carnero". Decididamente, leer Cato Zulú después de haber leído Las helvéticas o Mu es un aconsejable ejercicio que nos devuelve la frescura de las primeras aventuras dibujadas por Pratt.
En cuanto al dibujo, quedan un tanto desfavorecidos los fondos, demasiado esquemáticos, que desmerecen la grandiosidad del paisaje sudafricano. Afortunadamente, el color ayuda.
Como tantos personajes de Pratt, Cato es un renegado, que trata de sobrevivir en medio de un mundo que se ha vuelto loco. Escapará de unos y de otros siguiendo el supremo ideal de su existencia: salvar la piel.
En la colección Un hombre, una historia se publicó el tercero de los reseñables del cómic zulú, El hombre de Zululandia, en el que se relata con bastante aproximación lo sucedido en Rorke Drift, partiendo de un guión documentado en lo histórico pero excesivamente cargado en lo ideológico, en el que, siguiendo la moda de finales de los 70, se critica el colonialismo haciendo una extrapolación con la ideología de nuestra época. Los zulúes son presentados como un pobre pueblo invadido por los malvados imperialistas británicos, que le obligan a volverse despiadado. La realidad era bien distinta: a lo largo del siglo XIX, el imperio zulú, mucho más feroz que su contrincante, se había convertido, desde la reestructuración militar del rey Chaka, en el depredador más peligroso de Africa del Sur.
Tribus enteras desaparecidas o desplazadas, cosechas y aldeas calcinadas, y una franja de destrucción de muchos kilómetros de anchura que aseguraba las fronteras de un imperio cuya única razón de ser era la guerra y la conquista.
Por otra parte, aunque se resalta la valentía de los ingleses, se les ridiculiza en muchos casos. Un guión por tanto, maniqueo y con un fuerte tufillo "hippie". El dibujo deja bastante que desear, como por otra parte, casi todo el grafismo de los setenta, aunque es lo suficientemente expresivo. Desde luego, si se compara con Zoulouland este álbum es totalmente prescindible.


Bibliografía

"ZOULOULAND" - Ramaioli, Georges. Ed. Soleil. Toulon 1990. (8 Vols.)
"CATO ZULÚ". Pratt, Hugo. Revista Corto Maltés, números 1 y 3. Ed. New Comic S.A. Madrid 1988.
"EL HOMBRE DEL PAÍS ZULÚ". (L'Uomo dello Zululand). D'Antonio, Gino. Col. Un hombre una aventura, 4. Ed. junior. Barcelona 1979.