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CONTENIDO LITERAL
("Pueblo del polo [el]", comentario de Héctor Ramos. Derechos de autor 1995, Gigamesh)
El planteamiento de El pueblo del polo confunde la opinión de los lectores a la hora de decidir la falta de realidad de los hechos que se relatan. Así, el autor nos rodea la materia ficticia de un supuesto hallazgo por parte de una personalidad insigne, el profesor Louis Valenton, de un manuscrito que refiere la historia al completo. Por si cabe duda de la imparcialidad de Derennes, éste se aparta así tanto de la creación como del descubrimiento, quedando confinado al papel de editor. Por otro lado, el propio relato corre a cargo de un noble, Jean-Louis de Vénasque, que agrega datos documentales que posteriormente serán comprobados por Derennes. Si fuéramos lectores de comienzos de siglo, no podríamos negar fácilmente el rigor de dicho planteamiento.
Y la razón es bien sencilla: en la época de publicación de El pueblo del Polo el extremo norte de nuestro planeta era todavía terra incógnita. Caldo de cultivo imprescindible para hacer creíble una expedición al Polo Norte compuesta por Vénasque y su compañero Jacques Ceintras, que les permite descubrir una raza de saurios bípedos que poseen una organización social.
En esta novela se van a dar casos de identificación entre personaje y obsesión. Son protagonistas unidireccionales y unidimensionales, pero con entidad propia, puesto que sufren evoluciones e interaccionan. Tanto Derennes como Vénasque representan un comportamiento soñador en el seno de un mundo que les exige el rigor absoluto con todas las acciones del hombre encaminadas a ensanchar las miras de la ciencia. El segundo, alter ego del primero, supedita al deseo de conocimiento exótico cualquier otra faceta de su vida, hasta el punto de que entra en una apatía regresiva por el hecho de no ver cumplidos sus sueños. Lo trágico es que, desde el momento en que estos empiezan a verse realizados, comienza su proceso de degradación. Si antes era la civilización la que provocaba la decadencia de su espíritu, por lo predictible de toda situación vital dentro de sus fronteras, el viaje al Polo le impone los desencadenantes de su desquiciamiento vital: una convivencia con Ceindras y un contacto con todo lo extraño que había anhelado siempre. El atractivo de la novela reside en su falta de prejuicios para ennoblecer la temática fantástica de la época, y en el irónico viaje deseado hacia la destrucción, tan común en los héroes antiguos y en los descubridores modernos.
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