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CONTENIDO LITERAL
("Mirada de las furias [la]", comentario de Juan Manuel Santiago. Derechos de autor 1997, Juan Manuel Santiago)
Javier Negrete es uno de nuestros más valiosos autores de ciencia ficción, esto es innegable. Domina a la perfección los resortes narrativos, y en sus obras ha sabido construir un inconfundible universo personal gracias a su siempre conciso lenguaje, su brillante capacidad de crear situaciones y personajes, una rara variedad de registros, el desesperado pero sereno lirismo con que evoca la figura del amor perdido y, tal vez su rasgo más característico, las constantes referencias a mitos y leyendas clásicas.
Con estas armas, Negrete se ha convertido en uno de los puntales del género, en una trayectoria literaria inseparable del fenómeno UPC y del auge de la novela corta de CF que este certamen ha originado. Restaba saber si Negrete iba a ser capaz de escribir una novela larga -la de su consagración- a la altura de Nox Perpetua o La luna quieta. Y esa parece ser la razón de la existencia de La mirada de las Furias.
Como novela, La mirada... está m s cerca del mero entretenimiento que del profundo análisis. Se trata de una obra comercial, ligera y de desarrollo lineal. Por supuesto, hay agudas reflexiones acerca de la estupidez humana (una de las constantes del autor), insólitos hallazgos (Eremos, el geneto, el implacable asesino al que no se le escapa detalle, capta los cambios sociales producidos en sus veinte años de hibernación con sólo oír una conversación: el filólogo Negrete ha dado en el clavo), unos muy bien hilvanados paralelismos con la mitología clásica (si el guardián del planeta Radamantis se llama Caronte, entonces estamos en el Hades) y una inquietante evolución del Eremos-geneto hacia el Eremos-humano que sin duda es el mayor acierto de la novela.
El principal defecto de La mirada... es que no puede sobreponerse a su origen de novela corta. La idea original, contenida en El vientre de la ballena, a duras penas daba para cuatrocientas páginas. Alargada por encima de sus posibilidades reales, algunos pasajes se nos antojan superfluos, innecesarios. La escasa entidad de la trama (un superagente secreto tiene que salvar a la Humanidad en un breve plazo; para ello se infiltra en una colonia penitenciaria bajo una identidad falsa; hace averiguaciones, se mete en todos los líos que puede, juega mucho, liga bastante, etc., etc.) se erige a la postre en el mayor obstáculo para considerar a ésta la gran novela que, por otra parte, no tiene por qué ser, por mucho que la haya escrito una de las mejores realidades del género. Es nada más (y nada menos) que una entretenida novela de aventuras, trepidante, inteligente, bien escrita y bien resuelta, que puede o no decepcionar, según el nivel de exigencia y las expectativas del lector, pero que no engaña a nadie: es lo que promete. Un divertimento.
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