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CONTENIDO LITERAL
("Premio UPC 1995", comentario de Juan José Parera. Derechos de autor 1996, Juan José Parera)
Me acerqué con un poco de miedo al interior de este libro. La contraportada, que suelo leer antes de empezar, menciona que durante la guerra civil en Madrid... Y es que, personalmente, estoy de la guerra civil hasta los pelos.
No obstante, en El coleccionista de sellos Mallorquí se aleja lo suficiente de la contienda como para que sirva de telón de fondo, aunque no sólo de telón. En el fondo la contienda es lo que importa. Tampoco puede evitarse de la lectura entre líneas unas aproximación política del autor, pero es poco llamativa.
Por contra, lo llamativo es ese narrar fluido en cuanto a los acontecimientos y personajes, mientras mantiene la densidad en el empleo del lenguaje.
La trama, de inicial corte policial, se origina con la aparición de una serie de cadáveres cuya única cuestión en común son las colecciones de sellos que poseen. La apuesta de quien va a dirigir la investigación es que alguien busca algún sello. Averiguar quién resultará complicado pero accesible. Averiguar por qué es mucho más complejo, pero su resolución tiene tanta importancia como que de ella puede depender toda la historia.
Es difícil hablar del contenido de la obra sin dar ninguna pista sobra la misma. Y es importante que el lector se haga su propia composición particular desde el comienzo. Tampoco es fácil hablar de la forma en que se narra la historia. Eso también da pistas. No puedo, sin embargo, dejar de decir que el trazado es sólido desde el comienzo, documentado en cuanto al fondo, delimitado en cuanto a las palabras que se emplean con justeza. Quizá, quizá, al final pueda el lector quedar algo cansado. Eso lo prevé Mallorquí acelerando el tempo.
En resumen, una buena narración de literatura fantástica, no en vano ha recibido la primera plaza en el premio UPC de 1995.
Lux Aeterna, la novela con la que Javier Negrete ha conseguido una mención remunerada, se mueve en unos registros diferentes. Entre la ciencia ficción tecnológica y la "fantasía estelar", es decir, aquella que no dispone de una especial apoyatura "física" para su desarrollo. Tampoco importa. Y no se busca.
¿Qué puede hacer uno cuando tras siglos de vida encuentras el verdadero amor y éste te es arrebatado? El autor plantea la solución al estilo Quijote: salir a buscarlo. Ahora bien, así como el ingenioso hidalgo partía a la ventura con la ingenuidad de un niño, el protagonista se prepara para lo peor.
Directa, sobria, la aventura se mueve a través de planos casi psicológicos hasta su final, tan inesperado que en posterior conversación con el autor le sugerí que no me había enterado. Pero sí; no hay segundas interpretaciones a lo que el texto dice.
Por último X. Pacheco y J. A. Bonilla (que repiten otro año) se llevan la mención reservada a los miembros de la UPC. Su novela corta no llega, en cuanto a calidad narrativa al nivel de las otras dos. Incluso el guión no es especialmente novedoso. Empero, se lee con rapidez, te lleva suavemente hacia donde quieren e intervienen los más típicos elementos fantásticos del momento (laboratorios, manipulación genética, dinero, epidemias...)
El conjunto del libro vuelve a dar una muestra de la calidad del premio UPC y, otra vez más, de la calidad de la ciencia ficción española que, a pesar de los descuidos de lectores y editores, ya está tomando cuerpo claramente por si a alguien le quedaba alguna duda.
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