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("Martillo de Dios [el]", comentario de Joan Manel Ortiz. Derechos de autor 1996, Joan Manel Ortiz)

Hay personas que saben envejecer. Y hay escritores que no saben hacerlo. El autor británico residente desde hace décadas en Sri Lanka, Arthur C. Clarke, pertenece sin duda a este segundo grupo, y El martillo de Dios es un buen ejemplo de ello.
Hacia el año 2100 es detectado un gran cometa que viaja en órbita de colisión con la tierra. Es denominado Kali (la diosa de la destrucción hindú), y la humanidad se prepara a hacerle frente. Para ello cuenta con una organización creada con anterioridad, encargada de detectar cuerpos celestes que puedan interceptar la órbita de alguno de los mundos habitados por seres humanos: Tierra, la Luna, Marte, Vigilancia Espacial, la nave espacial Goliat y el módulo Hércules. Una vez confirmada la peligrosa órbita que tiene Kali (y que podría hacerle impactar con La Tierra, o al menos pasar demasiado cerca), se pone en marcha un plan consistente en colocar el módulo Hércules en el cometa, transportado hasta allí gracias a la nave Goliat, y que éste, mediante un impulso constante de sus cohetes, provoque una ligera desviación en la trayectoria que permita salvar los miles de millones de habitantes del planeta madre. Claro que, como en toda buena novela que se precie, nada sale como se planea y hay que luchar contra los imprevistos, en esta ocasión personificados en una nueva religión intransigente, el Crislam, que sabotea el proyecto.
Aprovechando la moda de los cometas que últimamente nos afecta, Clarke plantea un caso posible, y una trama mínimamente interesante. El problema es que parece aburrirse haciéndolo. Solo eso explicaría las largas páginas intentando dar profundidad al personaje central, el capitán de la Goliat, y el poco éxito obtenido. Y lo mismo pasa con el entorno, esa sociedad futura que trata de describimos... con tan pobres resultados. Incluso la tensión dramática del libro es minúscula... ¿Dónde quedó el gran Clarke de El fin de la infancia o Cita con Rama (la primera parte, por favor, me niego a recordar las continuaciones)? Sin duda quien tuvo, retuvo, y algo queda en El martillo de Dios, pero es tan poco... Los aficionados a la hard SF, la ciencia ficción de corte tecnológico, y los amantes de las catástrofes pueden pasar un buen rato con él si no pretenden hallar un gran libro, sino simplemente entretenerse leyendo, pero no se puede perdonar que el creador de los grandes libros citados, el gran narrador que demostró allí ser, se esfuerce actualmente tan poco para escribir.
Está claro que sólo con su firma venderá centenares de miles de ejemplares en todo el mundo, pero si esto es lo mejor que puede hacer hoy en día a su edad (se acerca peligrosamente a los 80), lo mejor que podría hacer sería retirarse y no empeñarse en hundir su reputación de gran escritor del género que, sin ninguna duda, merece y posee.
En resumen, que El martillo de Dios está recomendado exclusivamente a completistas de Clarke.