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CONTENIDO LITERAL
("Informe (parcial) sobre la ciencia ficción española", artículo de Luis Pestarini. Derechos de autor 1995, Luis Pestarini)
En los últimos años, coincidiendo con el aumento de los cánones de derecho de publicación de los autores anglosajones, algunas editoriales echaron mano a textos escritos originalmente en español en una jugada que no por coyuntural debe dejar de ser aplaudida. Miraguano, por ejemplo, ha dedicado sus últimos ocho o nueve títulos a autores ibéricos y Ediciones B inserta alguno que otro entre multitudes de Bujolds, McDevitts y Cards. Por otro lado, comenzaron a hacerse notar algunos esfuerzos que cabalgan entre lo profesional y lo amateur. Aprovechando estas circunstancias, reunimos un puñado de títulos para esta nota: tres de editoriales reconocidas, un par de antologías patrocinadas por la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción (ejemplo que bien podría imitar nuestro desdichado CACyF) y un par de esfuerzos individuales, con la intención de realizar una evaluación parcial y apenas aproximada de lo que sucede en la mentada Madre Patria.
Como señalábamos recién, la AEFCF edita anualmente una antología dedicada a relatos inéditos de autores españoles, puesta a cargo de escritores reconocidos del mundillo del género. A nuestras manos llegaron dos de ellas, Visiones Propias II (1993), preparada por Elia Barceló, y Visiones 1994, realizada por Javier Redal, que nos permiten observar cómo, a partir de los mismos recursos y planteo inicial, se puede llegar a resultados muy distintos. Así, por ejemplo, el libro preparado por Barceló falla tanto en su contenido como en su presentación, al punto en que abundan en él cuentos que están lejos de alcanzar un nivel mínimo publicable, cometiendo no sólo ingenuos errores estructurales o de estilo, sino incluso sintácticos, palo del que no puede salvar su parte la responsable del libro, curiosamente una noble estilista. De lo mejor sólo se puede decir que está escrito con corrección. Destaca "La mujer que sabía escribir" de Juan Carlos Planells, que pasa dignamente por su estilo aunque la idea es muy flaca; otras dos historias superan la debacle, pero apenas se las puede evaluar porque son fragmentos de relatos largos ("El viento en la espalda" de Santiago Soláns y "El sol se ha roto" de Georgina Burgos Gil). Por último, en los cuentos de José Antonio Cotrina, Juan Francisco Castillo, Adolfina García y León Arsenal encontramos elementos que nos permiten esperar con algo de expectativa obras posteriores. En cuanto a la presentación, el texto tiene una cantidad de erratas y errores ortográficos llamativa y no se respeta la sangría en los párrafos, todo lo que provoca dificultades en la lectura de los cuentos.
Completamente distinto es el caso de Visiones 1994; el cambio es visible ya en la esmerada edición. Más que un volumen de historias extraordinarias es un puñado de buenos relatos de autores nuevos que recorren todos los caminos del fantástico, desde la fantasía heroica de "Darío" al cyberpunk de "Discípulo de Jano". El primero de estos -último del libro- es una novela corta escrita por Guillem Sánchez y Eduardo Gallego que ocupa la mitad del volumen, en donde se recoge la tradición norteamericana del subgénero de espada y brujería que, en un final un tanto previsible, resulta ser CF pura. Está narrada con acierto y fluidez, combinando acción y descripción con un buen ritmo. "Confesiones de un papanatas de mierda" de Juan Manuel Santiago es un divertido homenaje a Dick que se desenvuelve con ingenio en un juego de universos paralelos. Los demás relatos no dejan fuertes impresiones tras su lectura.
Dentro del mismo campo semiprofesional, Juan José Aroz lanzó a fines del pasado año 'Espiral: cuadernos de ciencia ficción', una colección de volúmenes dedicada a la difusión de novelas cortas que, por su extensión, no encuentran con facilidad un lugar en otros medios. Nina de Eduardo Gallego Arjona y Guillem Sánchez i Gómez -los mismos de "Dario"- es el primero de los títulos presentados. La historia tiene como protagonista la computadora de un avión de un planeta colonizado por descendientes de rusos que, repentinamente, pasa de ser una mera herramienta sin voluntad a un ser inteligente y consciente. Si a los lectores de esta reseña les suena anacrónica la aparición de un avión de guerra en un futuro donde la humanidad se ha expandido por el universo y, creemos, dispondrá de vehículos más modernos que simples aparatos voladores atmosféricos, comenzarán a comprender uno de los problemas más serios de Nina: su verosimilitud. Los autores no ofrecen ninguna hipótesis que justifique la existencia de aviones en ese futuro, ni dan solidez a la sociedad presentada, de manera que todo depende de la vertiginosidad con que se cuenta. Nos encontramos ante algo similar a las historias de combates de aviadores de la Primera y Segunda Guerra Mundial, con persecuciones, estallidos en el aíre, ocultamientos y demás, abundante en escenas bien logradas. Nina se ve enturbiada por los elementos de CF que incluye: la computadora y el escenario, convirtiéndose en el típico ejemplo de una historia que queda coja por la necesidad de transformarla en CF cuando podría haber pasado muy bien sin los elementos fantásticos.
Pastores de estrellas de Daniel Mares Martín es el segundo volumen de la serie y contiene, además del relato homónimo, otro: "Tal vez soñar". Probablemente inspirado en las exóticas historias de CF política de Frank Herbert, "Pastores de estrellas" mezcla extrañas culturas e intrigas palaciegas que, con una profunda corrección de estilo, no hubieran desmerecido su publicación en esta colección.
Zooropa, de Carlos Fernández Castrosín, es un pequeño volumen de cuentos que obtuvo el primer premio en el concurso El Escribidor de Ciencia Ficción y Fantasía, de Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias. Son 36 páginas que contienen cinco historias pretenciosas, escritas en un estilo reiterativo, aburrido e, incluso, de a ratos incomprensible. Los cuentos están contados en presente y vemos de continuo reincidencias sinonímicas que no agregan nada: "...una lechuza, un búho, algo que vuela, sale de la espesura". Ocultas tras el velo del lenguaje se encuentran unas tramas muy vagas, que ni siquiera necesitan, en la mayoría de los casos, de los recursos y paisajes de la CF. La edición es modesta pero cuidada y atractiva.
En cuanto a las ediciones profesionales, hemos visto dos títulos de la colección Futurópolis de Miraguano Ediciones. Consecuencias naturales es la primera novela de Elia Barceló, una space opera que se ríe de los hombres desde una postura exacerbada del feminismo que, se sospecha, Barceló no se toma muy en serio. La humanidad establece contacto por primera vez con una raza alienígena y el protagonista, un tipo muy machote, no puede evitar sentirse atraído por el salvaje olor de sus hembras, de aspecto casi humano. Sus propios encantos le son alicientes para alcanzar la meta, o eso cree él, y las consecuencias, a pesar del título. no son las naturales. Barceló presenta a todos los personajes masculinos como imbéciles que sólo piensan en llevarse a la cama -o adónde sea- a cualquier ser de cualidades femeninas y huir cobardemente ante ulteriores responsabilidades, una vuelta de tuerca -o más bien un arreglo de cuentas- con la ciencia ficción machista que suponía que las mujeres caían a los pies de cualquier hombre con sólo escuchar su grave voz. El tono de la historia es ligero, sin pretensiones, divertido y absolutamente desaconsejable para sementales creídos, a riesgo de sufrir una crisis nerviosa.
Instantes estelares, de Gabriel Bermúdez Castillo, es otro de los títulos de Miraguano. Reúne tres novelas cortas olvidables -y un tanto irritantes- que retoman preocupaciones que estuvieron de moda en la CF de los años '60 y '70, tales como la ecología, la contaminación ambiental, el autoritarismo y las sociedades estratificadas donde los niveles más bajos viven en subhumanas condiciones. El primero de los relatos, "Duerme, querido monstruo", contrapone la sana vida de campiña -sólo permitida gracias al viaje en el tiempo que sirve para saquear los recursos naturales del pasado- con un futuro superpoblado, contaminado y decadente, donde un héroe bastante bruto pero bienintencionado (el muy mentado buen salvaje) se las arregla para sobrevivir a los peores peligros y a los más taimados personajes llevando adelante una revolución. En "Un mundo dura mil años" se parte de una idea interesante: en el futuro la humanidad se convierte en un ser parasitario de los planetas, depredándolos, agotando sus recursos y luego emigrando masivamente a otro. No obstante, el interés se queda en el planteo porque el desarrollo de la trama tiende a ocultar las cuestiones de fondo de mayor atractivo. La última de las historias, "Mundo sin dioses", presenta, otra vez, la contraposición civilización y barbarie: a un planeta en primitivo estado de desarrollo llega una nave de una civilización avanzada que, a pesar de la prohibición universal de influir en el desarrollo de la cultura nativa (un concepto común en la CF, pero que uno no entiende de dónde lo han sacado los autores, que parecen saber muy poco de geopolítica) se entromete en los asuntos locales. Bermúdez Castillo utiliza en estos relatos un estilo exclamativo arcaizante que entorpece la lectura. No deja lugar común sin visitar y jamas descubrimos personajes medianamente creíbles. Es sorprendente que estos pobres relatos hayan alcanzado la edición profesional.
Para el final hemos dejado el mejor libro de los vistos en los últimos tiempos y, probablemente, lo mejor que ha dado hasta la fecha la CF española: El círculo de Jericó, de César Mallorquí. No es una novela, aunque se intente presentar como tal, ni está estructurada a la manera de Hyperion (una serie de historias independientes que confluyen en una segunda mitad hacia un objetivo común), como ha sugerido alguna critico sino algo mucho más común dentro de la CF: una colección de relatos independientes enlazados por una nueva historia para darle unidad argumental, esquema empleado desde los primeros libros de Bradbury y que en este caso se fundamenta únicamente en razones editoriales: parece que las colecciones de cuentos andan muy mal en ventas y hay que disfrazarlas de novelas. Esta es simplemente una recopilación de cuentos de Mallorquí, la mayoría de ellos ya conocidos, que tiene una virtud poco común y ajena a la elaboración de la historia nexo: el conjunto es más que la suma de las partes, porque muestra, además de las bondades individuales, variedad y originalidad.
Mallorquí recorre diversas fuentes y corrientes del género con mano firme, avanzando sobre la fantasía en ocasiones y siempre escapando a los lugares comunes, mérito más que valioso hoy en día. Puede abordar la fábula del pacto con el diablo ("El escritor, la muerte y el diablo"), dándole una ingeniosa vuelta de tuerca, o encarar una CF simakiana, ruralista, emotiva y conmovedora ("El rebaño"), una verdadera elegía para el fin de la humanidad, pero es en sus historias más complejas donde exhibe su talento en forma plena. En "Materia oscura", por ejemplo, un antropólogo descubre en el Amazonas una tribu desconocida hasta entonces que no hace más que rascarse el ombligo, emborracharse y controlar el buen funcionamiento del universo, pues éste es obra de un Dios vago y chapucero que lo dejó a medio terminar. En "La pared de hielo", un sólido relato hard, se narra el fin de la civilización en manos de un científico capaz de desarrollar modificaciones en el ADN en provecho propio. Pero el mas extraordinario de los relatos es La casa del Doctor Pétalo, una novela corta inédita hasta esta edición que describe los afanes de personajes atrapados en una maravilla: una casa cuyas distintas habitaciones comunican a lugares y tiempos distintos. La historia de amor no correspondido que se desarrolla aquí tiene tanto vigor como la originalidad de la idea central. Sin ninguna duda, esta novela corta hubiera llegado rodeada de lauros importantes si hubiera sido publicada primeramente en idioma inglés.
La historia que sirve de enlace describe un grupo de personas que, afirman, se ocupan de mantener en funcionamiento la realidad. Cada uno de ellos, en una noche tormentosa, narra una historia como hecho verdadero. Aquí es donde naufraga el cuento nexo, pues las mismas historias, valiosas en forma independiente, son contradictorias entre sí para habitar en un mismo universo por más que los narradores se esfuercen en demostrar lo contrario. No obstante, esto es una anécdota considerando la totalidad del libro, una lectura indispensable
De este rápido repaso se pueden extraer algunas breves conclusiones. Por un lado, es claro que dentro de la actual CF española hay autores que ya alcanzaron madurez en el manejo de técnicas, iconos, recursos y temas del género, como son César Mallorquí y Elia Barceló, y, a la vez, están lejos de las imitaciones de autores norteamericanos e ingleses, vicio común en la anterior generación que encabezaba Domingo Santos. Otra cosa que se puede advertir es que hay una nueva carnada de autores que llegan al género con claros conocimientos de lo que es la creación literaria, como se puede advertir en Visiones 1994. Por último, queda la sensación de que no hay una gran diferencia de calidad entre publicaciones profesionales y semiprofesionales, porque tanto el primero de los títulos de Espiral como la antología recién mencionada no hubieran desmerecido una edición en la colección Futurópolis, mientras que Instantes estelares no consigue ni siquiera el nivel de escritura supuestamente amateur. Más allá de todo esto, se observa que la facilidad de publicación incentiva el desarrollo del género en España, conformando una obra que, en proporciones y calidad, es superior a cualquier otro periodo anterior, aun a los días de Nueva Dimensión.
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