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CONTENIDO LITERAL
("Orgullo de Chanur [el]", comentario de Mónica N. Nicastro. Derechos de autor 1989, Mónica N. Nicastro)
C. J. Cherryh es una autora extraña. O mejor dicho, paradójica. Su prosa es relativamente pesada, con escasa acción (cosa original en la literatura popular norteamericana), desarrollo moroso y personajes ambiguos. La paradoja reside en esa cualidad definible como el muy usado pero incorrectísimo adjetivo "atrapante". No se puede dejar de leer; la caracterización de personajes se refuerza con el aporte gratuito del lector. La acumulación de redundancias convierte a sus historias en inolvidable. Carezco de los necesarios conocimientos de lengua inglesa para reconocer en Cherryh un estilo literario en desarrollo, reconozco empero una pequeña industria editorial en expansión. Es uno de esos curiosos casos, como Julio Verne, en que los defectos y errores conspiran a favor del éxito.
La "Saga de Chanur" es muy distinta a la de Morgana en cuanto a su asunto. Los héroes no son humanos sino felinoides con su planeta y su civilización extrapolando las características sociales de los leones y gatos; todo ello injertado en un conglomerado galáctico -no humano- ligado por el comercio. Escenario perfecto para una opereta espacial. En esta ecúmene tan colorida irrumpen involuntariamente los humanos (anglosajones blancos), pero no como conquistadores, ni siquiera como diplomáticos, sino como piezas de caza y chambalacheo.
Este original enfoque se ve hasta cierto punto deslucido por el sinnúmero de crueldades y humillaciones perpetradas contra el pobre refugiado humano Tully, tanto por parte de sus enemigos como por sus amigos y/o partidarios felinos liderados por la capitana Pyanfar Chanur (¿un homenaje a Cordwainer y la revancha de los humanos combinados?)
Pero el peso principal de la novela recae sobre en la descripción de la gente gatuna y su compleja trama de relaciones familiares y territoriales, y secundariamente, de las otras culturas, a la manera de Vance.
El comercio es considerado evidentemente un lenguaje universal común a toda especie inteligente; los contratos son sagrados: estafa, robo y piratería también son comunes, pero afortunadamente en menor grado. La narración mantiene rigurosamente el punto de vista de Pyanfar a lo largo de 300 páginas, lo cual no es poca cosa, con un prolijísimo trabajo de referencia lingüística, sin duda facilitado por la profesión anterior de Cherryh (profesora de latín). En contraste con este sustrato de ciencias sociales, las leyes de la física, la química y la biología son violadas alegremente en aras del efecto escenográfico. Un aficionado a la CF dura se mesará los cabellos al leer sobre mercancía estibada a mano en el espaciopuerto o sobre Tully almorzando -y respirando- los mismo exactamente que los felinos hani (no los Hani de LeGuin).
Libro muy largo pero atrapante, pesado y ágil, monótono y variado, de un ética ejemplar matizada con pequeñas crueldades, El orgullo de Chanur será adorado por un sector del público y violentamente rechazado por otro; pero tiene buenas posibilidades de conquistar a los indefinidos, especialmente a los no aficionados a la CF. Y es difícil de olvidar, con la pequeña ventaja de que formando parte de una serie, el final, es bastante más cerrado que, por ejemplo, la saga de Morgana.
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