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CONTENIDO LITERAL
("Presentación", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 1988, Miquel Barceló)
A principios de los años ochenta, la editorial Simón & Schuster ofreció un fabuloso adelanto de 2 millones de dólares al famoso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan por una novela, todavía no escrita, que debía tratar del primer encuentro de la especie humana con seres extraterrestres. Se trataba, evidentemente, de una operación comercial como otra cualquiera, que pretendía explotar la fama de Sagan tras el éxito de su serie televisiva Cosmos. La novela, que -según estipulaba el contrato- debía llevar el título de Contacto, apareció en 1985 y fue un éxito editorial pero provocó un cierto desencanto entre algunos aficionados al género de la ciencia ficción. Correcta desde el punto de vista científico e incluso humano por medio de su protagonista femenina, la novela no consigue levantar el vuelo de la imaginación habitual en la ciencia ficción. Quizá constreñida por la voluntad de su autor de no introducir más ciencia que la realmente existente en nuestro tiempo, la novela de Sagan carece de esa capacidad de fascinación que una brillante y arriesgada especulación confiere a la mayoría de buenas obras de ciencia ficción.
Y es que el tratamiento del "Primer contacto" es uno de los temas centrales en la ciencia ficción y los buenos aficionados recuerdan multitud de novelas que abordan esa problemática con la capacidad de fascinación y sentido de la maravilla habituales en el género. Un precedente inolvidable es el relato titulado precisamente "Primer contacto" (1945) de Murray Leinster que ha quedado ya como emblemático y en el que dos astronaves, la humana y la extraterrestre, se encuentran en las profundidades del espacio. Ninguna de las tripulaciones quiere desaprovechar la posibilidad del contacto, pero ambas recelan de las intenciones de los otros y por ello temen indicar dónde está el planeta del que proceden.
En 1985 apareció la novela de Carl Sagan, y paralelamente el mundillo de la ciencia ficción saludaba con alborozo la llegada del primer volumen de la trilogía The Trigon disunity, de Michael Kube-McDowell que con Emprise (1985), Enigma (1986) y Empery (1987) crea una saga espacial de amplia repercusión en la que brilla con luz propia la capacidad especulativa de la buena ciencia ficción. Se trata también de una primera novela que, aun sin el respaldo comercial de un nombre famoso, cumple en este caso con las expectativas habituales en el género.
Viene todo esto a cuento porque la novela que hoy presentamos es precisamente el primer volumen de una trilogía que ya se considera un clásico indiscutible del tema del primer contacto. En palabras de Dan Chow, el critico del famoso fanzine Locus:
"A pesar de que Benford es más conocido por Cronopaisaje, su reputación futura se basará en la obra que se inicia con En el océano de la noche y su secuela A través de un mar de soles."
Y también:
"Tomadas conjuntamente con su última obra, Great sky river, le muestran como el responsable de la más importante ciencia ficción que hoy se escribe."
Ni que decir tiene que estoy totalmente de acuerdo con Chow. Lo sorprendente en Benford es que su sólida formación científica (es profesor de física de altas energías en la universidad de Irvine en California) va unida a una capacidad "literaria" sin par que no suele ser habitual dentro del género, por lo menos dentro del ámbito de la ciencia ficción con sólidas bases científicas.
Ese nivel literario ha llegado incluso a crearle problemas. A principios de 1985 tuvo que defenderse de las insinuaciones del crítico Gary K. Wolfe que en la revista Fantasy Review le acusaba de haber plagiado a William Faulkner. Wolfe encontraba reminiscencias de Faulkner en la trama, la técnica narrativa e incluso el estilo de Against infinity (presuntamente derivada de la novela corta The bear de Faulkner) y de To the storming gulf (derivada según Wolfe de la novela de Faulkner titulada As I lay dying).
Y pese a ello Wolfe no podía dejar de afirmar que:
"Incluso el más ardiente defensor de la ciencia ficción se ha lamentado durante mucho tiempo que el género debe todavía producir su Hemingway o su Faulkner."..."Mi propio candidato es Gregory Benford."
Y junto a la calidad literaria indiscutida, Benford, como viejo aficionado a la ciencia ficción (editó el fanzine Void junto a Terry Carr y Ted White), es capaz de ofrecer ese sentido de la maravilla y esa fascinación típicos del género y ya muy difíciles de encontrar fuera de él. El tema central de las obras que se inician con En el océano de la noche no es ya tan sólo la relación del ser humano con el universo, sino el papel en éste de la vida de tipo orgánico. De ahí la contraposición entre formas de civilizaciones que se empieza a intuir en esta primera novela que se configura como el inicio de una historia futura de ámbito galáctico centrada en el enfrentamiento entre las civilizaciones cibernéticas y las civilizaciones orgánicas, entre los ordenadores y las mentes asociadas con glándulas.
Pero junto a ello, encontramos un tratamiento serio y responsable del cambio de las condiciones del entorno en el futuro inmediato de nuestro planeta: las nuevas enfermedades creadas tal vez por la polución, la escasez de carne, las nuevas agrupaciones sexuales, las nuevas sectas, etc. Todo ello configura un mosaico de relaciones humanas en el que, en esta primera novela de la trilogía cabe destacar el enfrentamiento entre los científicos-puros y los científicos-administradores, asunto ya introducido en la premiadísima Cronopaisaje. En En el océano de la noche Benford incluye además el tema del control ideológico-político de la ciencia a través del papel jugado por la nueva secta de los Nuevos Hijos de Dios. Y también, como por arte de magia, asocia el tema de ámbito galáctico ya citado con otros que podríamos llamar "locales" como el del eslabón perdido entre los primates y el ser humano.
Quizá una manera de mostrar la madurez y complejidad que va adquiriendo la ciencia ficción se obtenga al comparar En el océano de la noche con la clásica novela de Arthur C. Clarke Cita con Rama. Para Clarke, la aparición de la nave extraña es un motivo para explorar el insondable misterio del espacio exterior y sus posibles habitantes y por ello la novela se centra en el objeto descubierto en sí. En cambio para Benford la aparición del Snark (homenaje evidente a La caza del Snark, un libro de poesías de Lewis Caroll, el creador de Alicia), es el pretexto para estudiar precisamente al ser humano y su sociedad sin por ello olvidar el misterio y las maravillas de ámbito galáctico que irán desgranándose en otros libros de esa compleja y estimulante historia futura que está elaborando Benford.
En conjunto, un tour de force impresionante, que apela a la inteligencia y la sensibilidad del lector y que inicia una obra llamada a dejar huella en la historia del género. Como ya hemos indicado, la temática de esta novela tiene su continuación en libros como A través de un mar de soles y Great sky river que presentaremos próximamente en esta misma colección.
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