COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Xavier Riesco Riquelme publicado en el volumen Bem 51, ediciones Interface, colección Bem, número 51, edición de 1996. Derechos de autor 1996, Xavier Riesco Riquelme)
Reconozco que en gran parte mi impresión personal de esta novela puede ser defectuosa debido a un error en mi apreciación de la obra: la leí sin saber que formaba parte de una saga, así que mi crítica más fuerte a la novela puede deberse simplemente a mi incapacidad de ubicar la novela en un contexto mayor. Esta crítica se basa en que a esta novela le ocurre algo parecido a lo que le pasaba a Marte se mueve de Bear: se divide en dos libros diferentes cuya temática y estructura está tenuemente ligada por la continuidad de los personajes.
La primera parte narra la odisea de la familia Bishop en busca de un refugio seguro en el centro de la galaxia que les proteja de la carnicería que han desencadenado los mecs (una civilización mecánica) contra los seres humanos. Esta parte tiene un fuerte sabor a space opera tradicional y muchas ideas realmente entretenidas: los aliados alienígenas de los humanos en su huida llevan consigo una singularidad en forma de disco que usan para cortar naves espaciales como si se tratara de un abrelatas o un boomerang muy afilado, una criatura arrogantemente superior compuesta de campos magnéticos es obligada a actuar de mensajero como si tal cosa, los tripulantes de la nave Bishop llevan encima un montón de tecnología pero apenas parecen capaces de hacer una multiplicación, los antiguos humanos mezclaban literatura, mito y física dura como si tal cosa lo que proporciona unos cuantos dolores de cabeza a los actuales supervivientes empeñados en descubrir lo que pasó para que fueran erradicados, y muchas otras cosas más. Es, como ya dije, la parte que considero más entretenida.
La segunda parte, sin embargo, se mueve hacia la descripción de un entorno extraño –que recuerda (otra referencia) al de Eon de Greg Bear. Una parte centrada en explicar las extrañas propiedades del refugio al que han llegado los Bishop y también a establecer un conflicto que entabla el protagonista con una de las personalidades que residen en el software que lleva incorporado. Hay descripciones surrealista de paisajes inhumanos, grandes matanzas y combates e intentos de descripción de tensión psicológica, pero el resultado me parece bastante menos impactante que el de la menos pretenciosa primera parte de la novela. Es aquí donde tengo la sospecha de estar perdiéndome algo, de que se me están dando por supuesto unos datos que no poseo debido que no he leído los otros título de la saga (pero sé que uno de los personajes que aparecen al final es el protagonista de la primera novela de la serie). Pese a esa reserva, mantengo mi impresión.
En general, es un libro muy entretenido que seguramente gustará a los lectores de la serie [Nota de Bem: la serie está compuesta por En el océano de la noche, A través de un mar de soles, Gran río del espacio, Mareas de luz, Abismo frenético y Navegante de la brillante eternidad].

(Comentario de Adolfina García publicado en el volumen Gigamesh 8, ediciones Alejo Cuervo, colección Revista, número 8, edición de 1997. Derechos de autor 1997, Gigamesh)
Gregory Benford continúa con la epopeya de la familia Bishop, iniciada con Gran río del espacio y Mareas de luz, con una nueva obra maestra. Abismo frenético narra un nuevo intento de huida de las familias de Nieveclara que, lideradas por Killeen -a quien, por cierto, en esta tercera entrega se le ve más amargado y atormentado que nunca-, continúan en su empeño de poner tierra (o espacio sideral, más bien) de por medio entre ellos y las inteligencias mecánicas mecs. El "Argo", la nave en la que viajan los humanos y una alienígena amiga, la miriapodia Quath (una especie de híbrido entre lagarto y avispa gigante) se dirige hacia el centro galáctico, donde un inmenso agujero negro -el Comilón- engulle todo aquello que entra en su campo de atracción. En el interior del Comilón, los tripulantes del "Argo" se pondrán en contacto con la colonia de humanos que habita en él, y conocerán el "esti", zona donde las coordenadas espacio-temporales sufren alteraciones impredecibles y aleatorias.
Benford es uno de los grandes del género por muchos motivos. Para empezar, porque demuestra que un argumento intrincado, que en ocasiones lanza incluso guiños filosóficos al lector, no tiene porqué ser pretencioso o farragoso de leer y sí puede resultar, por el contrario, sumamente ameno. A su fluidez narrativa se añade su habilidad para idear nuevas -y verosímiles- formas de vida e inventar mundos complejos y sugerentes, pero, sobre todo, para crear personajes inolvidables y creíbles (¿en qué se quedaría Nova sin Lorq Von Ray o Veinte mil leguas de viaje submarino sin el capitán Nemo?). En Abismo frenético, el carismático Killeen, en el que se centraban las dos novelas anteriores, cede protagonismo a Toby, su hijo, cuya inmadurez de adolescente es compensada con la sensatez de su compañera inseparable, Quath la miriapodia. Pero absolutamente todos los personajes de Benford se alejan de simplezas y maniqueísmos; cada uno de ellos, desde el más insignificante de los tripulantes del "Argo" hasta las múltiples mentes no humanas que pueblan la novela, es poliédrico, evoluciona y tiene vida propia: el temible Mantis, con el que Toby mantendrá una inquietante conversación; la mente magnética, los distintos Aspectos o la Personalidad de Shibo, madrastra muerta de Toby, que éste lleva en un chip insertado en la espalda.
Benford narra con igual soltura una cacería espacial en la que los humanos, hambrientos, intentan atrapar a una gigantesca serpiente con velamen que navega por el espacio; un infernal paseo por el esti, en el que nunca se sabe con certeza en qué lugar estás o en qué tiempo te encontrarás cuando des el paso siguiente; o una envolvente conversación que una entidad abstracta que piensa a la velocidad de la luz mantiene consigo misma.
Una novela inteligente, fascinante, magistralmente llevada y, sin duda, muy recomendable.