COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Ricard de la Casa publicado en el volumen Bem 50, ediciones Interface, colección Bem, número 50, edición de 1996. Derechos de autor 1996, Ricard de la Casa)

Lo difícil de una novela con poca acción, donde predomina una estructura de diálogo, es mantener la atención del lector durante tantas páginas, y ese es justamente uno de los valores de esta novela, francamente interesante, de Eleanor Arnason. La obra narra las difíciles negociaciones entre dos especies, los humanos y los hwarhath. Y esta claro, desde el principio, que lo que menos le interesa a su autora y lo que menos nos interesa a nosotros es justamente ese detalle menor. Eleanor utiliza a los hwarhath como un espejo donde mirarnos a nosotros mismos y a través de ese reflejo observar atentamente nuestra posición ante el mundo y nuestros roles ¿ambiciosa? Sí, desde luego, pero sale airosa del envite. Para llevar a cabo su plan, la autora escoge dos puntos de vista, dos personajes humanos, uno para cada una de las especies, una humana para los terrestres, la bióloga Anna Pérez especializada en observar alienígenas y un humano Nicholas Sanders para los hwarhath, éste ha pasado por todos los estadios hasta convertirse en uno de ellos, capturado, interrogado, torturado y finalmente liberado e introducido en su sociedad (¿recuerdan el Síndrome de Estocolmo?).
El libro se divide en tres partes y para cada una de ellas su autora utiliza sabiamente contrapuntos para profundizar en las dicotomías que nos plantea y establecer así ciertos paralelismos. No importa que parezcan que están allí al servicio del personaje, están por eso, pero también por muchos más motivos... Así en la primera parte, la humana Anna Pérez se dedica a estudiar una especie de medusas para averiguar, a través de su conducta y su lenguaje, si son o no inteligentes. El lector que aún no se ha sumergido en la novela quizá no valoré en su justa medida la importancia de esa información, aún... En la segunda parte Eleanor Arnason utiliza una de las más famosas obras de William Shakespeare, Macbeth, para, justamente, crear paralelismos de conducta entre lo que describe la obra, los humanos y los hwarhath, y no es gratuito. Y por encima de toda la obra planea una sombra mayor, una incógnita que sólo se deja entrever, el papel de las mujeres hwarhath en su sociedad.
Sus personajes son sólidos y bien construidos, no hay resquicios para la gratuidad de la ambientación, que casi diría esquemática, sólo lo suficiente para hacemos una idea de dónde estamos, pues ni le interesa a ella, ni hace que pueda interesarnos en lo más mínimo.
Eleanor Arnason entreteje una visión de nuestro mundo a partir del mundo de los hwarhath, y como pocas veces, esa visión no se expone para criticarnos ni para sacar deducciones, cosa que realmente se agradece, sólo la saca a la luz pública, la expone y deja que el lector busque, si lo desea, sus propias conclusiones (al menos la escritora nos toma por seres adultos). Como curiosidad para morbosos se podría decir que los hwarhath practican la homosexualidad, pero eso sería como decir que los humanos comemos naranjas, es lo menos importante, esta allí y es sabiamente utilizado como un punto más de cercanía/alejamiento de nuestra sociedad, en ningún momento se establecen juicios, prejuicios o alabanzas.
Es una novela in crescendo que se lee de un tirón, que llega a enganchar por lo que se dice y no por lo que pasa. Quizá necesite que el lector se entregue a lo que Arnason nos propone, que sea capaz de recrear en su mente el espacio/tiempo de la novela y que también sea capaz de saltar con ella de vez en cuando, pues en algunos momentos las escenas se comprimen para dar una mayor velocidad a la acción, pero esa capacidad, creo, es una de las virtudes que adornan, a una mayoría de lectores de ciencia ficción, así que la satisfacción de leer esta novela está garantizada. Como dice Miquel Barceló en su presentación, que ustedes la disfruten.

(Comentario de Xavier Riesco Riquelme publicado en el volumen Bem 50, ediciones Interface, colección Bem, número 50, edición de 1996. Derechos de autor 1996, Xavier Riesco Riquelme)

Siempre me ha hecho mucha gracia una frase de Star Trek VI: aquel país desconocido en la que un general klingon asegura que no hay nada como leer a Shakespeare en "el klingon original" para comprenderlo. Este libro muy bien podría haber estado inspirado en esta frase. Círculo de espadas es una novela interesante. Quizás no una gran novela pero sí una novela con multitud de detalles y sólidamente construida en torno a una idea simple y clásica de la ciencia ficción: dos culturas están en guerra porque no se comprenden mutuamente y, se sobreentiende a veces, porque necesitan esta guerra: por un lado los militares humanos que se prestan alegremente a una guerra con un enemigo porque sí, y luego la lógica cultural de los Hwrar que también conduce inevitablemente al conflicto -los Hwrar necesitan enemigos-, pero su concepción de la guerra es bastante más compleja que la de los seres humanos. Y luego está el hecho verdaderamente diferenciador acerca de ambas culturas: los humanos son mayormente heterosexuales -la cultura humana prima la heterosexualidad, mientras que la cultura hwrar es homosexual, lo que es en realidad el fondo del conflicto humano-hwrar-.
Esto es el esquema del libro, pero en realidad la idea básica parece residir en construir un libro sobre el problema de la traducción: Pues de lo que se ocupan todos los personajes importantes es de traducir. Desde la xenóloga que utiliza a otra especie alienígena para enviar un mensaje codificado (humano > alienígena > hwrar) a Robinson, el "traidor" (y como dice un adagio, traductor = traidor) humano que lleva veinte años conviviendo con un líder hwrar pasando por el encantador dramaturgo que se apropia de las obras de Shakespeare para traducirlas al hwrar (Y logrando así la aparición de un género nuevo en la cultura Hwrar, la Literatura de Humanos). Cada personaje demuestra que es precisamente esta labor de traducción la que permite al final la convivencia de ambas especies y no la pura diplomacia: Es desde el momento en que los Hwrar son capaces de encontrar belleza en una obra originariamente humana cuando se decide que la naturaleza de los humanos es equiparable a la de ellos y son por lo tanto personas.
En la obra existe un notable juego de comparaciones literarias, unas ingenuas y otras no tanto. Así cuando la incomprensión que provoca el argumento de Huckleberry Finn en el lector Hwrar -que no tiene nada que objetar a la obra en sí porque esta es "decente" (dos varones que corren aventuras juntos, pero que no se adecua a las expectativas hwrar de una obra de este tipo)- se convierte en una broma mucho mas seria cuando los cánones hwrar se aplican a Moby Dick, que es una obra realmente "decente" y comprensible desde el punto de vista Hwrar. La crítica literaria hwrar coincide ahí con la humana en señalar ciertos aspectos de la obra de Melville -que no serían considerados "decentes" por muchos humanos. Pero al final es Shakespeare el que rescata a la humanidad. Shakespeare adaptado, pero Shakespeare al fin y al cabo. Lo que parece implicar, dentro del universo conceptual de la autora, la existencia de universales (nunca mejor dicho) artísticos.
Se discute fuera del campo de la ficción la existencia de universales dentro de las propias variantes culturales humanas, pero es una característica de la ciencia ficción la especulación (y cuanto más salvaje mejor), así que en realidad la verdadera ciencia ficción de esta novela no está en la idea del conflicto en el espacio, ni en la descripción de biología alienígena, ni tecnología, ni siquiera en la novela de aventuras, sino en esta peculiar concepción de que dos (o más especies) inteligentes pueden ponerse de acuerdo en que les gusta algo.