CONTENIDO LITERAL

("Presentación", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 1988, Miquel Barceló)

Hay varias estructuras y tratamientos posibles en una novela de ciencia ficción. En algunos casos, es el seguimiento de los personajes, su evolución y cambio por efecto de las incidencias narradas, lo que constituye el cuerpo central de la novela, lo que atrae nuestra atención como lectores. En otros casos, es la idea subyacente la que domina y los personajes no son más que elementos en cierta forma secundarios, meros apoyos para el efecto final.
En la ciencia ficción clásica, concebida tradicionalmente como literatura de ideas, los personajes reciben con frecuencia tratamientos esquemáticos que los convierten en simples soportes de la idea central. Afortunadamente la revolución que supuso la Nueva Ola a finales de los años sesenta hizo recapacitar a los autores del género y les exigió una atención por la psicología de los personajes mayor que la habitual hasta entonces.
Gracias a ello el género ha alcanzado su madurez y también un nuevo boom editorial. Hoy en día los nuevos autores de buena ciencia ficción son capaces de crear novelas en las que el interés por las vivencias y la evolución de los personajes se une al de una idea central que responde, de nuevo, a las características esenciales de ese sentido de la maravilla que había hecho famosa a la ciencia ficción como literatura de ideas y aventuras.
Sheffield es uno de esos nuevos autores de calidad capaces de mantener al mismo tiempo el interés por unos personajes alejados del "cartón piedra" típico de la edad de oro de la ciencia ficción, y proporcionar en sus libros una riqueza de ideas sorprendente y exuberante que sigue siendo la base esencial de ese sentido de la maravilla que ha hecho tan popular al género.
En otra de sus mejores obras, La caza de Nimrod (Libro Amigo - Ciencia Ficción/14), la trama aventurera está salpicada de exóticas especies galácticas, gadgets tecnológicos y novedades sorprendentes, pero el eje central de la novela radica en el fondo en una característica psicológica del personaje central.
Esto es menos evidente en Entre los latidos de la noche. Estamos esta vez ante una de esas novelas que ha caracterizado al género, de ésas en las que la idea central necesita un desarrollo dilatado en el tiempo que hace difícil la pervivencia de unos mismos personajes. Por ello es comprensible un cierto "desengaño" del lector moderno cuando, al inicio de la segunda parte, se ve de pronto alejado de los personajes e intereses que han atraído su atención en la primera parte. Esa misma sensación experimentó Rafael Marín al traducir la novela, y así me lo hizo saber. Parecía, con ello, que Entre los latidos de la noche perdía algo de la calidad que habíamos descubierto ambos en La caza de Nimrod, la primera novela de Sheffield que apareció traducida en España (y también gracias al trabajo como traductor de Marín, que sigue siendo, además, uno de los mejores entre los escasos escritores de ciencia ficción del país).
Pero no me parece que Entre los latidos de la noche sea inferior a La caza de Nimrod, sino simplemente distinta. La obra que hoy presentamos es, esencialmente, una novela de ideas y aventuras, una de esas que hoy en día quizá sólo la buena ciencia ficción puede ofrecer. El alcance temporal y galáctico de la trama central se complementa con interesantes personajes en cada momento del devenir de la acción narrada, pero el eje central del libro se orienta hacia ese encanto por lo maravilloso y esa fascinación por lo infinito que reconstruye, paralelamente a la acción, los grandes interrogantes de la existencia y las preocupaciones elementales sobre el devenir y el futuro del ser humano, no ya como individuo, sino como especie.
Entre los latidos de la noche se inicia con la visión de unos científicos que investigan sobre el sueño en el marco de un mundo que camina aceleradamente hacia su destrucción. Pero, afortunadamente, un visionario como Salter Wherry ha establecido con sus arcologías la base de la futura expansión de la especie humana a lo largo y ancho del tiempo y la galaxia. Con ello entramos en ese indefinible vértigo de lo infinito que sigue siendo uno de los elementos exclusivos de las buenas narraciones de ciencia ficción.. Tal vez por esa razón la segunda parte de la novela, que transcurre dentro de veinticinco mil años, supone efectivamente una cierta ruptura. Pese a que, más adelante, volvamos a encontrar a algunos de los personajes iniciales (y así se recupera el atractivo del libro para los lectores interesados en los personajes, como Rafael Marín), lo que más interesa de la novela es el devenir de ese "personaje" especial y atípico que está formado por toda la especie humana y al que llamamos Humanidad.
No me atrevo a contar más del argumento pero estoy seguro de que, una vez terminada la novela, algunas de las brillantes, arriesgadas y sorprendentes ideas de Sheffield les proporcionarán buen motivo de reflexión después del entretenimiento.
En la presentación de La caza de Nimrod me refería a Sheffield como el nuevo Arthur C. Clarke de la ciencia ficción del futuro. No me resisto ahora a citar lo que Don Chow, uno de los mejores críticos literarios del famoso fanzine Locus dice sobre esta novela de Sheffield que hoy presentamos:
Con mayor riqueza que otras veces, Sheffield ha creado unos personajes entrañables que actúan al servicio de la humanidad en la búsqueda del Santo Grial del conocimiento. Por ello puede de nuevo asociarse el nombre de Sheffield al de Clarke. Pero esta vez puede añadirse que Sheffield combina sus conocimientos científicos y su visión con mayor éxito que el que suele lograr Clarke. El propio Sheffield parece consciente de tal comparación. Su historia se inicia en el año 2010, una fecha de la que Clarke se ha apropiado.
[...]
Esta nueva novela de Sheffield es precisamente eso: un sueño de la ciencia, una visión de la humanidad. Sus personajes buscan la inmortalidad no para sí mismos, sino como una forma de comunicarse con las maravillosas y misteriosas criaturas que llaman hogar al espacio profundo. Ésas que saben cosas que la Humanidad tiene la obligación de llegar a saber.
En la persecución de ese conocimiento, los personajes de Sheffield y su novela glorifican uno de los grandes temas de la ciencia ficción.

Estoy plenamente convencido de que Charles Sheffield, junto con Gregory Benford, David Brin, Greg Bear, A. A. Attanasio y algunos más de los nuevos autores, está llamado a configurar la ciencia ficción de finales de siglo de la misma forma en que los autores clásicos como Asimov, Clarke y Heinlein, ayudados por la labor editora de Campbell, definieron el género en los años cuarenta y cincuenta. Las obras de Sheffield aúnan con una facilidad envidiable una capacidad de distracción y entretenimiento inteligente con reflexiones adecuadas e interesantes sobre el futuro y las posibilidades que nos depara. Entre los latidos de la noche es una clara muestra de ello.
Quede para la pequeña historia la noticia de que la novela apareció serializada en la revista Analog durante los meses de marzo a junio de 1985. Se trata de la revista decana de la ciencia ficción norteamericana (no debe olvidarse que anteriormente se llamaba Astounding y allí John W. Campbell forjó la ciencia ficción clásica), que se ha especializado en narraciones con sólidas bases científicas, y que sigue siendo la que mayores ventas obtiene de todas las revistas especializadas en ciencia ficción. Uno de sus grandes atractivos es la serialización de novelas de gran calidad como lo son también La guerra de la paz y Náufragos del tiempo real de Vernor Vinge, ambas nominadas para el premio Hugo, que aparecerán pronto en esta misma colección. Pero ésa es otra historia de la que ya tendremos ocasión de hablar.