CONTENIDO LITERAL

Las historias transcurren en un país imaginario, mayoritariamente habitado por los dragaeranos, una raza no humana de longevidad milenaria, cuya sociedad se basa en clanes especializados y autoexcluyentes. Los hombres son observados como inferiores y generalmente ocupan puestos serviles... No, no se asusten; no se trata de una nueva epopeya sobre la lucha de liberación de la humanidad esclavizada contra sus amos reptilescos. Los dragaeranos, aunque orgullosos e intolerantes, no les dispensan peor trato del que nosotros ofrecemos a nuestros inmigrantes; los hombres, por su parte, jamás pensarían en ningún tipo de rebelión: generalmente envidian, más que odian, a sus superiores. Todo su trabajo y dinero lo emplean gustosamente en comprar un título que les integre como ciudadanos de pleno derecho del Imperio Dragaerano.
Vlad Taltos, el protagonista, es un humano miembro del clan Jhereg, el único que admite elementos extraños en sus filas. Aunque resulte insólito en un héroe de fantasía, siempre tan ocupados en conquistar reinos, destripar nigromantes y rescatar princesas, Vlad está felizmente casado, tiene un animal doméstico y disfruta de la amistad de los más variados personajes. Todo un padre de familia, a no ser por su profesión: asesino a sueldo. Vlad realiza su trabajo con el orgullo del artesano que sabe realizar una hermosa obra y nosotros mismos, deslumbrados por el humor con el que nos cuenta sus hazañas, apenas levantamos la mirada del libro para preguntarnos cómo puede resultarnos simpático un personaje con tan desagradable oficio. Tal vez la respuesta esté en que lo ejerce sin ensañamiento; sin sentir repulsión, pero sin deleitarse innecesariamente. También cabría tener en cuenta que en el mundo de los dragaeranos la magia es una fuerza de eficacia demostrada y la muerte no representa algo tan definitivo como en el nuestro, pues devolver los cadáveres a la vida es una de las ocupaciones habituales de los hechiceros. Y bastante bien remunerada, por cierto.