CONTENIDO LITERAL

("Jorge Luis Borges (1899-1986)", artículo de Armando Boix. Derechos de autor 1996, Armando Boix)

Quiso el destino dar a Borges la ciudad de Buenos Aires como lugar de nacimiento, el 24 de agosto de 1899. Amó a su patria y en su juventud incluso recurrió a un afectado criollismo, aprendido en los diccionarios de Lunfardo, al que luego renunciaría por artificial. Sin embargo, aún en sus relatos de apariencia más localistas, Borges es un autor universal. Bebió de muchas culturas, amó las lenguas y su literatura, y, como si se tratase de uno de sus propios personajes, fue ciego y bibliotecario a un tiempo.
En las venas de Borges se reunió sangre española, portuguesa e inglesa, estirpe de poetas y soldados a los que la espada concedió gloria en las guerras de la independencia y los siguientes conflictos civiles. Como su obra testimonia, siempre rindió culto a esos antepasados que habían sabido vivir en la acción y, aún más importante, buscar la muerte con el gesto adecuado, mientras él sólo había alcanzado a ser, como dice en un poema, "el que cuenta las sílabas".
Fueron esas historias de acero y sangre las que oyó en su infancia, y a su influjo se unió el de la biblioteca paterna -que siempre recordaría como el más importante acontecimiento de su infancia-. En sus libros leyó a aquellos grandes narradores que a menudo son repudiados en las historias de la literatura pero que él amó y reivindicó con todo su aliento como grandes artistas de la palabra: Mark Twain, Dickens, Stevenson, Wells, los anónimos artífices de Las mil y una noches en la versión de Burton... Borges accedió a todas estás obras en su lengua original, pues para él era tan natural como el español por enseñanza de su abuela materna, la inglesa Frances Anne Haslam. De hecho, Borges recordaba que, cuando leyó por primera vez Don Quijote, tuvo la sensación de estar ante una traducción, tan acostumbrado estaba a leer sólo en inglés.
Su vocación literaria fue temprana y sólo con siete años pergeñó sus primeros textos: un ensayo sobre mitología griega, escrito en inglés, y el relato La visera fatal, en español. Poco después, en 1907, escribió una obra teatral en tres escenas Bernardo del Carpio, para representarla junto a su hermana Norah. De 1909 es su traducción de Oscar Wilde, El príncipe feliz, que se publicó en el diario "El País", y en 1912 escribiría otro relato original, El rey de la selva.
Mientras tanto su padre, un acomodado abogado y profesor de psicología retirado prematuramente a causa de sus problemas con la vista, decidió embarcar a toda al familia rumbo a Europa, en busca de un médico que pudiera tratar su enfermedad. La partida se produjo finalmente en febrero de 1914.
Visitaron Londres, París, Milán y Venecia. Fijaron su residencia en Ginebra, alargada su estancia por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Sus años en Suiza fueron fructíferos, pues aprendió el francés y el alemán, y se familiarizó con las moderna producción literaria en esas lenguas. Pero también fueron el origen de uno de sus traumas, el horror al sexo que arrastraría durante años y le llevaría, incluso, a someterse a tratamiento psicológico. Su padre, hombre expansivo y mujeriego, decidió que ya era hora de que su letrado hijo adolescente "conociera" mujer. Lo envió entonces a casa de una prostituta de la que era cliente habitual. No sabemos a ciencia cierta qué sucedió allí dentro, pero al parecer la relación forzada y la conciencia de que aquella mujer que se le ofrecía era al tiempo amante de su padre marcaron al joven Borges. Él mismo, en su relato El otro, hace una críptica referencia la suceso: "No he olvidado tampoco un atardecer en un primer piso de la plaza Dubourg".
Su periplo europeo se cerró con una larga estancia en España. Tras un fugaz paso por Barcelona, Mallorca se convertirá en su residencia por más diez meses, donde el cura de Valldemosa le enseñará latín. Allí escribió un relato fantástico sobre un hombre lobo, hoy perdido, y compuso sus primeros poemas en lengua castellana. Los reunió en un librito con el título genérico de Salmos rojos, aunque cuenta la leyenda que el propio Borges lo destruyó antes de regresar a su país, descontento con su contenido. De todos modos, buena parte de aquellos poemas juveniles aparecieron publicados en revistas y en la actualidad ha sido posible rescatarlos en libros como Poesía juvenil de J. L. Borges (1978) o el francés Rythmes rouges (1992), nunca autorizados por el autor.
Más tarde la familia Borges visitó Sevilla y finalmente Madrid, ya en 1920. En esa primera ciudad entró en contacto con una de las vanguardias de la época, el ultraísmo, a través de sus amigos Adriano del Valle e Isaac del Vando Villar, editores de la revista "Grecia", donde Borges publicó poemas de corte pro-soviético o su Himno al mar, plagado de metáforas chocantes al estilo ultraísta.
Su estancia en Madrid fue tan provechosa como la sevillana, aunque sus nuevas amistades tendrían mayor calado intelectual. Colaboró con revistas de vanguardia, preparó para una de ellas una antología con traducciones propias de los poetas expresionistas alemanes y conoció en las tertulias a escritores como Ramón Gómez de la Serna, Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez, además del gran pope Ortega y Gasset, con el que nunca llegó a simpatizar. Mayor comunión de ideas consiguió con Rafael Cansinos-Asséns, novelista, traductor y estudioso de la cultura judía -El candelabro de los siete brazos (1914), España y los judíos españoles (1920), Las bellezas del Talmud (1921), Las luminarias de Hanukáh (1924)-, autor muy poco recordado hoy, pero al que Borges siempre citó como su verdadero maestro.
En 1921 los Borges regresaron a su país y, aún bajo la influencia de la vanguardia española, el joven escritor decidió implantar el ultraísmo en Argentina. Falto de suficientes medios económicos para editar una revista que sirviera de órgano de expresión al movimiento, optó por una solución original: publicar una revista mural. El primer número de "Prisma" -que así se tituló- se distribuyó en diciembre en forma de pasquines pegados por las paredes, en los que se podían leer los poemas del grupo de entusiastas que Jorge Luis Borges había conseguido reunir a su alrededor. "Prisma" fue sólo un intento fallido que conduciría a la fundación de una revista de mayor importancia, "Proa", en la que colaboró con escritores como Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza.
En 1923 publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, una recreación mítica de su ciudad natal, trazada con un lenguaje barroco y exquisito, y no exenta de interés, aunque en ella Borges aún no había encontrado una voz propia. Pese a su tirada insignificante -300 ejemplares pagados por su padre- y a no distribuirse comercialmente, el libro encontró bastante eco entre la crítica, no en vano el mismo Borges se dedicó a ir por las redacciones de las revistas literarias regalando ejemplares.
Tras una nueva estancia en Europa de casi un año reemprendió en Buenos Aires la edición de "Proa", que pese a la calidad de sus colaboradores acabará desapareciendo en 1926 por problemas económicos. En sus páginas Borges fue publicando los artículos que formarán su primer libro de ensayos, Inquisiciones (1925), uno de esos títulos malditos por el mismo autor, que impidió siempre su reedición. En 1928 le siguió El idioma de los argentinos.
Los artículos de Borges son verdaderas joyas intemporales que se alejan de lo puramente circunstancial. Es un error, en el que caen muchos lectores, centrar el conocimiento de Borges sólo en su obra narrativa. La creación borgiana es sólida y al mismo tiempo diversa, y su personalidad es reconocible de inmediato sea en un cuento, un poema, un prólogo o uno de sus ensayos sobre literatura o metafísica. Como capítulos de una obra única hay que entenderlos, cosa que el propio Borges hacía al seleccionar textos sin distinguir entre uno u otro género para sus antologías personales. Nadie que haya disfrutado con sus relatos fantásticos se sentirá defraudado con poemas como El Golem o Ajedrez, o sus artículos sobre el tiempo circular, la alegoría o Coleridge.
También en 1925 publicó otro libro de poemas, Luna de enfrente, y en 1929 Cuaderno San Martín, obra ganadora del segundo premio municipal de poesía de la Buenos Aires, con los que seguía la línea trazada por Fervor de Buenos Aires. Pese a que rápidamente empezó a reconocérsele como uno de los mejores poetas argentinos, las rimas difícilmente dan para vivir y Borges se convirtió en una presencia contante en la prensa de la época, principalmente como crítico literario y cinematográfico. De todas las revistas en las que colaboró la más importante será sin duda "Sur", fundada por Victoria Ocampo en 1931, publicación exquisita y multidisciplinar en cuyo primer número ya podían encontrarse, además de Borges, las firmas de Alfonso Reyes, Walter Gropius, Drieu La Rochelle o Eugenio D'Ors, entre otros.
De 1930 es su largo ensayo sobre un poeta menor, Evaristo Carriego, hoy sin duda olvidado de no ser por el monumento literario levantado por Borges. Es ésta una época enormemente enriquecedora en el terreno intelectual y en la que el nombre de Borges empieza a convertirse en una constante para todo aquel que escribe sobre literatura hispanoamericana. Publica, en un corto lapso de tiempo, dos de sus fundamentales colecciones de ensayos -Discusión (1932) e Historia de la eternidad (1936)- y su primera obra narrativa -Historia universal de la infamia (1935)-, donde funde con absoluta maestría ficción y realidad en una colección de relatos asombrosos que empiezan a descubrirnos el verdadero potencial de Jorge Luis Borges como fabulador.
En lo personal, sin embargo, Borges era desdichado. "He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz", escribirá en 1975. Su carrera literaria le daba prestigio y poco más, sufría de insomnio y su vida amorosa se limitaba a un fracaso tras otro. En 24 de agosto de 1934 resolvió suicidarse. Con un revolver y una novela de Ellery Queen como única compañía se dirigió al pueblo de veraneo de Adrogue y alquilo la habitación de un hotel... Afortunadamente para los admiradores de su obra, le faltó valor para consumar el acto y resolvió continuar soportando su infelicidad.
Borges, enfrentado de nuevo a las prosaicas exigencias de la vida y no bastándole para mantenerse sus múltiples colaboraciones periodísticas, se convirtió en 1937 en funcionario municipal. Era sólo auxiliar en una pequeña biblioteca de barrio, un empleo desmoralizador para una inteligencia de su talla, donde el único objetivo consistía en no hacer nada para que siempre pareciera que quedaba algo por hacer, con un sueldo miserable y rodeado todo el día por otros empleados sin ningún interés por los libros y que se asombrarán cuando un día descubran por casualidad que ese compañero de trabajo tan raro llamado Borges tiene una entrada en las enciclopedias. En los sótanos de la biblioteca llenó sus horas de inactividad leyendo y construyendo relatos fantásticos. El primero lo escribió en 1938, tras guardar cama por un traumatismo craneal. El propio miedo a que la lesión le hubiera incapacitado de algún modo impulsó a Borges a ponerse a prueba y escribir Pierre Menard, autor del Quijote. Después, en el sótano de aquella biblioteca gris del barrio de Almagro, imaginará otra biblioteca infinita en La Biblioteca de Babel, la magia que puede deparar un espejo y una enciclopedia en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, el soñador que es soñado en Las ruinas circulares o la trama policiaco-metafísica de El jardín de los senderos que se bifurcan, título este último que tomará el libro cuando los relatos sean agrupados. Más tarde El jardín..., con cuentos añadidos, formará el volumen que hoy conocemos como Ficciones (1944). El Jardín de los senderos que se bifurcan se presentó al Premio Nacional de Literatura sin ningún éxito. El jurado, guiado por amiguismos, entregará el premio a una novela hoy olvidada.
En la década de los 40 se inició su larga colaboración con Adolfo Bioy Casares. Juntos, con el añadido de Silvina Ocampo, publicaron su Antología de la literatura fantástica (1940) -donde aparecerá por primera vez Tlön, Uqbar, Orbis Tertius-, una Antología de la poesía argentina (1941) y Los mejores cuentos policiales (1943). Su defensa de la literatura detectivesca no se quedó en el terreno teórico y en 1942 escribirán Seis problemas para don Isidro Parodi, colección de relatos que Bioy Casares y Borges firmaron con el seudónimo conjunto de H. Bustos Domecq, autor para el que imaginaron toda una biografía postiza. Las historias de Isidro Parodi son cuentos enigma en la tradición policial clásica en los que el protagonista, desde el aislamiento de la celda donde está encerrado y con el único concurso de la lógica, desenredará los más extraños misterios. Parodi reaparece en la novela Un modelo para la muerte (1946), firmada como B. Suárez Lynch, de tono claramente esperpéntico -sólo hay que ver su lista de dramatis personae, con un "padre" Brown que es en realidad jefe de una banda internacional, un villano de poca altura llamado doctor Le Fanu o rimbombantes aristócratas como la princesa Claudia Fiodorovna o la baronesa Puffendorf Duvernois-. Ya con sus nombres auténticos, Bioy y Borges retomaron a su apócrifo escritor en una colección de falsos artículos periodísticos, Crónicas de Bustos Domecq (1967) y en Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977).
Durante nueve años siguió Borges en su empleo de bibliotecario por pura necesidad de subsistencia, hasta que en 1946 la ascensión de los peronistas al poder le trajo una desagradable sorpresa. Durante la guerra mundial Borges se había destacado por sus críticas a los militares pro-fascistas de su país y muy especialmente al general Perón, al que consideraba un bárbaro. El nuevo gobierno no podía atacar abiertamente a un intelectual reputado como Jorge Luis Borges, así que su castigo vino disfrazado de "ascenso" en el funcionariado: se le convirtió en inspector de aves y conejos en los mercados municipales. Borges, ante aquella humillación, se vio obligado a renunciar a su trabajo no sin temor por su situación económica. Al final el asunto acabó favorablemente, pues ante la necesidad de ganarse la vida Borges luchó contra su timidez y empezó a dar conferencias. Se sorprendió a sí mismo revelándose como un extraordinario orador que llenaba las salas con sus charlas sobre Whitman, Poe, Blake, la cábala o la poesía medieval. Pronto ganaría así mucho más dinero del que su triste empleo en la biblioteca de Almagro le podía conceder.
En 1946 se encargó también de la dirección de la revista "Anales de Buenos Aires", teniendo el honor de descubrir al público a un joven escritor como Julio Cortázar. En las páginas de su revista, que sólo durará dos años, irá publicando nuevos textos como El inmortal, La casa de Asterión, El Zahir o Emma Zunz, que pasarán a integrar su próximo volumen de relatos: El Aleph (1949). El libro, superior incluso a el ya sobresaliente Ficciones, le consagró definitivamente como narrador.
A partir de ese momento todo el reconocimiento que la crítica más conservadora le habían negado se convirtió en honores. Borges fue elegido en 1950 presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, su obra empezó a traducirse al francés y, a partir de ahí, a la mayoría de idiomas. Su último freno, el gobierno de Perón, cayó en 1955. El antiguo auxiliar de una biblioteca de barrio fue entonces nombrado director de la Biblioteca Nacional. Él, que tanto amó los libros, se encontró con la cruel ironía de tomar posesión de tan magnífica colección siendo ya ciego. Mantendrá su cargo, más simbólico que otra cosa, hasta el regreso de Perón en 1976, cuando pedirá su jubilación. Sin haber obtenido nunca ningún título oficial, fue también nombrado catedrático de literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1956, académico y doctor Honoris causa en universidades de todo el mundo, entre ellas las de Oxford y Nueva York. Dio clases en Tejas, Berkeley, Harvard e incluso llegó a recibir la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico. Borges no dejará de contemplar con humor tanto agasajo: "Creo que el hecho de que yo tenga alguna fama es una de las pruebas de la declinación de la literatura".
En 1967 el viejo solterón se casó con una amistad de juventud, Elsa Astete Millán, de la que se separará pronto, en 1970.
Durante todos estos años de reconocimiento Borges no se dormirá en los laureles y continuará publicando libros de relatos, como La muerte y la brújula (1953) y, tras un largo silencio, El informe de Brodie (1970) y El libro de arena (1975). A medida que sus ojos fueron sumiéndose en la oscuridad y se vio obligado a dictar sus textos, cada vez le resultaba más difícil escribir prosa y fue decantándose por la poesía. Alianza Editorial, en colaboración con Emecé, publicará en 1977 la que será su obra poética completa, hasta la aparición de dos títulos nuevos en la misma editorial: La cifra (1981) y Los conjurados (1985).
Su oposición a la dictadura argentina -por la que recibirá incluso amenazas de muerte- hará que cada vez pase más tiempo fuera de su país. Viaja por Norteamérica, Europa y Japón. El fin del régimen militar tras la guerra de las Malvinas y la esperanzadora llegada de un gobierno democrático regido por Alfonsín no consiguieron hacerle recuperar la ilusión. En 1985 se retiró a Suiza, enfermo de cáncer.
Borges murió en 1986 en un hotel de Ginebra, a cuyo director había informado educadamente de su estado terminal por si juzgaba inoportuno para su establecimiento que falleciera en una de sus habitaciones. Poco antes había contraído matrimonio con su secretaria y compañera fiel de los últimos años, María Kodama. En el momento de su desaparición, pese a continuas propuestas, no se le había concedido el Nobel, aunque pocos lo merecieron más que él. Tal vez, a fin de cuentas, no importe demasiado; en esto no anda en mala compañía. La lista de los ausentes -Joyce, Kafka, Proust...- ya va siendo más importante que la de los premiados.


Bibliografía original.
Para la elaboración de esta bibliografía se ha consultado como fuente principal el estudio de Marcos-Ricardo Barnatán, Borges. Biografía total.

Fervor de Buenos Aires. Poemas. 1923.
Luna de enfrente. Poemas. 1925.
Inquisiciones. Ensayos. 1925.
El tamaño de mi esperanza. Ensayos. 1926.
El idioma de los argentinos. Ensayo. 1928.
Cuaderno San Martín. Poemas. 1929.
Evaristo Carriego. Ensayo. 1930.
Discusión. Ensayos. 1932.
Los Kenningar. Ensayo. 1933.
Historia universal de la infamia. Relatos. 1935.
Historia de la eternidad. Ensayos. 1936.
El jardín de senderos que se bifurcan. Relatos. 1941.
Seis problemas para don Isidro Parodi. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares, con el seudónimo de H. Bustos Domecq. 1942.
Poemas (1923-1943). Poemas. 1943.
Ficciones. Relatos. Recoge "El jardín de senderos que se bifurcan" más seis narraciones nuevas en la primera edición y nueve en la segunda. 1944 y 1956.
Dos fantasías memorables. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares, con el seudónimo de H. Bustos Domecq. 1946.
Un modelo para la muerte. Novela corta. En colaboración con Adolfo Bioy Casares, con el seudónimo de B. Suárez Lynch. 1946.
Nueva refutación del tiempo. Ensayo. 1947.
El Aleph. Relatos. La segunda edición recoge cuatro narraciones nuevas. 1949 y 1952.
Aspectos de la literatura gauchesca. Ensayo. 1950.
La muerte y la brújula. Relatos. 1951.
Antiguas literaturas germánicas. Ensayo. En colaboración con Delia Ingenieros. 1951.
Otras inquisiciones (1937-1952). Ensayos. 1952.
El lenguaje de Buenos Aires. Ensayo. En colaboración con José Edmundo Clemente. 1952.
El Martín Fierro. Ensayo. En colaboración con Margarita Guerrero. 1953.
Poemas (1923-53). Poemas. 1954.
Los orilleros. El paraíso de los creyentes. Guiones cinematográficos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1955.
Leopoldo Lugones. Ensayo. En colaboración con Betina Edelberg. 1955.
La hermana de Eloísa. Relatos. En colaboración con Luisa Mercedes Levinson. 1955.
Manual de zoología fantástica. Ensayo. En colaboración con Margarita Guerrero. 1957.
Poemas (1923-1958). Poemas. 1958.
El hacedor. Poemas y relatos. 1960.
La poesía gauchesca. Ensayo. 1960.
Macedonio Fernández. Ensayo. 1961.
Antología personal. Relatos, poemas y ensayos. 1961.
Obra poética (1923-1964). Poemas. 1964.
Para las seis cuerdas. Poemas. 1965.
Introducción a la literatura inglesa. Ensayo. En colaboración con María Esther Vázquez. 1965.
Literaturas germánicas medievales. Ensayo. En colaboración con María Esther Vázquez. 1966.
Obra poética (1923-1966). Poemas. 1966.
Obra poética (1923-1967). Poemas. 1967.
Crónicas de Bustos Domecq. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1967.
El libro de los seres imaginarios. Ensayo. En colaboración con Margarita Guerrero. 1967.
Introducción a la literatura norteamericana. Ensayo. En colaboración con Esther Zamboraín de Torres. 1967.
Nueva antología personal. Relatos, poemas y ensayos. 1968.
Elogio de la sombra. Poemas. 1969.
El otro, el mismo (1930-1967). Poemas. 1969.
El informe de Brodie. Relatos. 1970.
El Congreso. El Archibrazo. Relatos. 1971.
El oro de los tigres. Relatos y poemas. 1972.
La rosa profunda. Poemas. 1975.
Prólogos. Prólogos. 1975.
El libro de arena. Relatos. 1975.
La moneda de hierro. Poemas. 1976.
Qué es el budismo. Ensayo. En colaboración con Alicia Jurado. 1976.
Historia de la noche. Poemas. 1977.
Rosa y azul. Relatos. 1977.
Obra poética (1923-1976). Poemas. 1978.
Poesía juvenil (1919-1922). Poemas. 1978.
Borges oral. Conferencias. 1979.
Obra poética (1923-1977). Poemas. 1979.
Siete noches. Ensayos. 1980.
La cifra. Poemas. 1981.
Nueve ensayos dantescos. Ensayos. 1982.
Páginas de JLB seleccionadas por el autor. Relatos, poemas y ensayos. 1982.
25 de agosto de 1983. Relatos. Antología de relatos ya conocidos al que se añade uno inédito. 1983.
Atlas. Ensayo. En colaboración con María Kodama. 1984.
Los conjurados. Poemas. 1985.
Textos cautivos. Ensayos. 1986.
Biblioteca personal. Prólogos. 1988.
Obra poética (1923-1985). 1994.


Obras como antologista:
Antología clásica de la literatura argentina. Poemas y relatos. En colaboración con Pedro Enríquez Ureña. 1937.
Antología de la literatura fantástica. Relatos y fragmentos. En colaboración con Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. 1940.
Antología poética argentina. Poemas. En colaboración con Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. 1941.
Los mejores cuentos policiales. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1943.
El compadrito. Su destino, sus barrios, su música. En colaboración con Silvina Bullrich. La segunda edición está ampliada. 1945 y 1968.
Quevedo, prosa y verso. Poemas y narrativa. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1948.
Los mejores cuentos políticos. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1951.
Cuentos breves y extraordinarios. Relatos. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1955.
Poesía gauchesca. Poemas. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1955.
Libro del cielo y del infierno. En colaboración con Adolfo Bioy Casares. 1960.
Breve antología anglosajona. En colaboración con María Kodama. 1978.
Antología del cuentistas y pintores argentinos. Relatos. En colaboración con Roberto Alifano. 1984.