CONTENIDO LITERAL

("Ozymandias", comentario de Armando Boix. Derechos de autor 1995, Armando Boix)

Ocho años después de la publicación de su primera antología, Unicornios sin cabeza, Rafael Marín nos ofrece una nueva recopilación de su obra breve, con un tono muy diferente. Los cuentos de Unicornios... rebosaban todo el colorido de un autor que empieza a abrir las espitas de su imaginación y, aunque todavía no ha aguzado suficientemente sus armas, lo compensa con unas dotes innatas para la narración y un entusiasmo juvenil que -por desgracia- parece haberse mustiado. Por la proximidad cronológica en la escritura de sus diferentes textos, el libro ofrecía una muestra coherente y homogénea, dentro de su diversidad temática; Ozymandias, por el contrario, recoge tanto relatos primerizos anteriores a Lágrimas de luz, olvidados en aquella antología inaugural, como alguna de su producción más reciente, conduciendo a la esperable pérdida de unidad. El dominio de las técnicas literarias es muy superior ahora, eso sí; pero su propia preocupación por una prosa pulida y elegante parece engullir a su talento como narrador de historias. Se le diría más preocupado de la forma que del contenido y algunos de sus cuentos -tomo por ejemplo "De un tiempo a esta parte"- se reducen a una anécdota bastante trivial envuelta de un modo espléndido. Que conste que yo no soy partidario de ese absurdo que algunos titulan "literatura de ideas" y sirve con demasiada frecuencia para justificar una escritura paupérrima; sin embargo, derrochar en el más absoluto vacío la belleza de una metáfora bien hallada, del adjetivo justo, de la frase deslumbrante, me parece un desperdicio, y más cuando el autor es perfectamente capaz -y lo demuestra- de crear historias interesantes cuando no se embebe en su narcisismo. Precisamente ante uno de los cuentos más divertidos del volumen, "Último adiós en Dulce Ofelia", Rafael Marín casi pide perdón y justifica su dinamismo y falta de engolamiento en su origen como cuento "de encargo". Pues bien venido sea. No siempre las obras con más pretensiones son las que acaban ofreciendo los mejores resultados.
Por otra parte, el Rafael Marín de hoy es muy diferente. Ya no contempla las estrellas con la vitalidad aventurera del adolescente, sino que mira a su entorno y a sí mismo, y el tono que adopta su voz se vuelve grave, barroco, sombrío por momentos. Se le diría cansado, como si su tan pregonado abandono de la ciencia ficción fuera ya definitivo. Tal vez se trate de un aviso la inclusión de "Cenicienta de asfalto", no perteneciente al género fantástico y de los mejores cuentos del volumen. Sería una lástima, de verdad, cuando la ciencia ficción española anda tan necesitada de autores con verdadera ambición literaria...