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CONTENIDO LITERAL
("Ciencia ficción selección 40", comentario de Alfredo Benítez Gutiérrez. Derechos de autor 1981, Alfredo Benítez Gutiérrez)
He de reconocer, aunque me resulte duro, que si las selecciones de Carlo Frabetti siguen mejorando como en los últimos números tendré que perdonarle todos sus excesos -no me gustó especialmente lo que dijo de Asimov y Clarke en la presentación de El hombre hembra de Joanna Russ-. Las últimas cuatro selecciones son magníficas siendo esta la culminación de la serie. El volumen contiene: "La reliquia" de Gary Jennings, "Los extraordinarios viajes de Amelie Bertrand" de Joanna Russ, "La vista desde la escarpa sin fin" de Marta Randall, "Rojo como la sangre" de Tanith Lee, "Norma de la casa" de Poul Anderson, "El principiante" de Philip José Farmer, "La primera misión a Marte" de Robert F. Young y "Un mago moderno" de Olaf Stapledon.
Me resulta difícil decidir cual es el mejor cuento -me veo en la obligación moral de señalar que, contrariamente a otras selecciones de Frabetti, ninguno de los cuentos me pareció malo, ni siquiera mediocre, pero me inclino por "Norma de la casa"; es la mejor visión de lo que podría ser el contacto entre los infinitos universos paralelos de las que he leído, además de una de las mejores narraciones. Con razón Poul Anderson dice de sí mismo: "Soy un narrador de cuentos al viejo estilo". Esto puede advertirse en varios rasgos significativos, como la narración en primera persona. "La reliquia" no le va a la zaga, en la mezcla en este relato de religión, biología y de una intriga propia de historias "de robo"; todo ello llevado con ritmo desenfrenado, confieren al relato una calidad difícilmente superable.
El cuento de Joanna Russ es bueno, pero no lo creo apropiado como homenaje a Julio Verne -aunque la frase "Homenaje a Julio Verne" esté en francés-. La narrativa de Verne tiene una filosofía -materialista- y una ciencia -newtoniana- que no se encuentran en el relato en su homenaje; tengo la impresión de que un cuento en homenaje de un autor debería escribirse como lo hubiese escrito este. El otro homenaje que contiene la antología -aunque no se diga expresamente-, "El principiante", es una magnífica recreación de los mitos de Lovecraft en un ambiente moderno. A pesar de ello Farmer no consigue convencer mezclando lo gótico con lo hippie, pero acierta al sugerir- en vez de decirlo abiertamente- que la narración transcurre en la universidad Miskatónica de Arkhan (Massachusetts). Pero pesándolo bien, quizá Farmer no lo diga por que no hace falta decirlo.
Mención especial merece "La primera misión a Marte", la duda sobre la realidad más bellamente escrita que he leído y uno de los mejores relatos de Young -si alguno de ustedes se lo pregunta les diré que yo voto por el Marte que nos describe la astronomía moderna-. "La vista desde la escarpa sin fin" es un cuento que empieza de forma débil para ganar fuerza a medida que avanza la descripción de la confrontación entre las peri -podría representar lo irracional y maligno que hay en el Hombre- y de la mujer humana -representante de la racionalidad y la esperanza, conceptos en gran medida enfrentados-. Hacia el final de la narración se produce una inversión de caracteres entre los dos protagonistas y esta concluye cuando cada uno ha aprendido del otro, vislumbrándose la vida en la muerte y la fe en la desesperación. El relato de Tanith Lee, "Rojo como 1a sangre", merece toda clase de elogios ya que, se podría decir, convierte el plagio en un arte. Sería interesante que cundiera el ejemplo y se escribieran más relatos en los que las historias que han sido contadas millones de veces, y son de todos conocidas, se contemplaran desde un nuevo ángulo. El peligro consiste en que estos relatos sean meros "dar la vuelta y hacer pasar por nuevo"; Tanith Lee lo elude con una sutil reestructuración de los personajes y un manejo del lenguaje comparable al de los mejores escritores fantásticos.
"Un mago moderno" decepciona porque del autor de Hacedor de estrellas es lógico esperar algo genial y este cuento no lo es. Interesante para los aficionados a que se profundice en la psicología del protagonista -deforme, megalomaníaca y suicida-, el relato puede calificarse de bueno. La presentación de Frabetti es esclarecedora pero tópica -los que creemos conocer a Carlo Frabetti vemos en él muchas cosas tópicas- y hemos de lamentar, ¿o quizá debería decir agradecer? juzguen ustedes, que en las últimas selecciones haya abandonado su costumbre de presentar cada relato.
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