CONTENIDO LITERAL

("Regreso", comentario de Héctor Ramos. Derechos de autor 1997, Gigamesh)

En esta recopilación de cuentos, Sturgeon utilizó el género en que mejor se desenvuelve para explotar una idea clave: la de límite. Halla excusas para analizar los límites del ser humano y de su conducta, pero con una profundidad que sólo es capaz de otorgar la ciencia ficción. Nuestra imaginación nos ayuda a escarbar en escenas sorprendentes que no tienen por qué partir de una atmósfera fantástica, pero que alojan historias que desarrollan el concepto simple de cf.
Ahora es cuando recuerdo a los defensores de la cf como ambiente. Bien es cierto que existen casos en los que la cf se atiene a lo que cavila mi amigo Alfredo Lara, editor de la incipiente colección Opar Otras Singladuras: "...Opino que la ciencia-ficción es ante todo una cuestión de escenario... Aunque cuentan la misma historia, Solo ante el peligro es un western y Atmósfera cero una película de ciencia ficción (Prólogo a Brumose, de Carlos F. Castrosín). Sin embargo, no creo que se pudiera contar en otro género -o, usando palabras que no son mías, con otro escenario- historias como "Trío en un huracán", "El trueno y las rosas" o "Mamparo", todas ellas incluidas en Regreso. Las tres parten de premisas que se integran en los postulados de la ciencia ficción, sin los cuales no diré ya que serían cuentos totalmente distintos, sino que incluso dejarían de existir. De hecho, sólo la tercera de ellas sucede en lo que puramente llamaríamos un escenario de ciencia ficción. Estos relatos de Sturgeon nos vienen a recordar que la grandeza de la cf no es su creación de ambientes, sino la apertura de horizontes.
Sturgeon fue un maestro del cuento fantacientífico. Con los que componen la presente antología, utiliza la virtud de la paciencia para descubrir las soluciones a situaciones extremas: la llegada de la tierra a un punto final en el enfrentamiento, el desconocimiento de las intenciones de otras razas extraterrestres, la soledad de los encargados de abrir posibilidades al viaje estelar, el fin de la sociedad norteamericana unido a una decisión terrible... Especialmente en los tres cuentos mencionados anteriormente, se disfruta de verdad el manejo de su visión narrativa. En ellos tenemos la sensación de que, así como los lectores andamos como insectos por los caminos de sus palabras, viendo sólo lo que está delante nuestro, Sturgeon tiene perfectamente claros todos los puntos de su historia, está viendo al mismo tiempo su principio y su final, y sabe muy bien a dónde quiere llevarnos. Esta virtud puede convertirse en una defecto cuando la fortaleza del argumento central no sobresale por su originalidad; tal sucede en "Aptitud especial" y "El cohete de Mewhu", relatos de solución banal, cercana a lo infantil (nunca mejor dicho para el segundo).
La antología comienza con un relato curioso, de construcción eficaz, sobre la asunción por parte de los terrícolas de que su supervivencia ante una amenaza exterior pasa por la inexcusable unión de sus fuerzas ("Unir para vencer"). Continúa con los dos relatos algo pueriles ya comentados, para después morder fuerte en el tema de la personalidad de la pareja, influida por la circunstancia insólita de la muerte no como fin, sino como cambio ("Trío en un huracán"). Se añade un ligero entretenimiento ("El hurkel es una bestia feliz"), y acto seguido nos hundimos con pasión en "El trueno y las rosas", ejemplar descripción de una localidad de tinte militar cuya atmósfera opresiva y melancólica está presidida por la interesante idea de la decadencia. "Mamparo" escala un grado más en la investigación de la psicología humana, esta vez en la persona de un solitario trabajador espacial que no se espera su propia suerte. Los dos últimos cuentos, "Tiny y el monstruo" y "Regreso" decepcionan en su final, pero son de atractivo desarrollo.
Por cierto: hay que recordar a los editores de Minotauro la riqueza que otorga a las ediciones de maestros de la cf una introducción que presente los rasgos más importantes de la obra publicada. No es necesario caer en los excesos de nuestro compañero Miquel, pero...