CONTENIDO LITERAL

("Fuegos del Edén [los]", comentario de Adolfina García. Derechos de autor 1997, Gigamesh)

Dan Simmons sitúa al lector en un lujoso complejo hotelero de Hawai que los dioses autóctonos han escogido como escenario para sus disputas. El hotel, que en los últimos tiempos se encuentra casi desierto debido a la gran cantidad de huéspedes y empleados que van desapareciendo en circunstancias extrañas (inigualable incentivo para el turismo, vive Dios), es propiedad de Byron Trumbo (un tipo que, de puro materialista cínico y maquiavélico, acaba resultando entrañable), quien está dispuesto a todo para deshacerse de las instalaciones al mejor precio posible. En el hotel coinciden, además, la regordeta Cordie Stumpf, madre de seis hijos y jefa de un negocio de recogida de basuras, y Eleanor Perry, que acude allí atraída por la mitología hawaiana y siguiendo los pasos de su tía Kidder, que en la segunda mitad del siglo pasado recorrió la isla flirteando con Mark Twain, y cuyo diario constituye una historia paralela a la del complejo Manuna Pele.
Los fuegos del Edén es una novela amena, que combina sabiamente el terror con buenas dosis de humor, y a cuya historia principal dan un encanto especial el intermitente relato de la tía Kidder y el creador de Tom Sawyer, y el toque de exotismo que supone que la acción se desarrolle en un complejo hotelero hawaiano y con los seres mitológicos de la isla como protagonistas (no olvidemos lo del "interesante documento etnográfico" que pone en la portada). Los fuegos del Edén no llega a rozar siquiera la calidad de otras obras del autor (especialmente la de Hyperion), pero es una novela sin pretensiones de grandeza, la trama está bien llevada y resulta, en definitiva, más que entretenida.