CONTENIDO LITERAL

("Aparato de vuelo rasante", comentario de Julián Díez. Derechos de autor 1995, Gigamesh)

Por encima de ese consejo se encuadran la mayor parte de los relatos incluidos en Aparato de vuelo rasante, una antología que llegó a anunciarse como de próxima aparición en los tiempos de Nueva dimensión (glubs) y que al fin ha editado Minotauro. Bien, dado que todos hemos ocupado nuestro tiempo de vida en otra cosa que esperar sentados, podemos perdonar el retraso, sobre todo si ha sido para poder disfrutar con esta exhibición del mejor talento narrativo de Ballard.
Los cuentos son, como de costumbre en el autor, sugerentes y obsesivos. La magia de Ballard está, en buena medida, en esa capacidad de arrastrar sentimientos con apenas pequeños indicios de lo que quiere decir. Si la sutileza es el arte supremo de la inteligencia, cuando Ballard no cae en sus delirios brutales a lo Crash es, seguramente, el autor de ciencia ficción más inteligente.
Y ya que apuntaba el tema, resulta de lo más sorprendente pensar que este delicado artesano que firma un cuento pleno de onirismo como "Volando en sueños a Wake island" sea el mismo que puede marcarse un libro entero sobre accidentes automovilísticos detalladamente analizados, con resultados satisfactorios en ambos casos. Quizá en Ballard se da como en ningún otro autor la contradictoria realidad del siglo XX, esa que ha arrastrado al propio autor a terminar por entregarse a la comercialidad relatando su propia vida en novelas agradables y vulgares pero de enorme rendimiento alimenticio.
Limitando el juicio al libro en cuestión que estoy tratando, el balance es altamente positivo. Desde el experimentalismo un tanto complejo de "Los crímenes de la playa" hasta la brillante precisión de "Aparato de vuelo rasante" (un cuento de idea, posibilidad ésta que nunca ha sido desdeñada por el autor inglés aunque la revista con su especial toque), pasando por la morosa nostalgia del presente que tiñe "La ciudad última", se trata de una antología recomendable hasta no poder más, que demuestra en unas doscientas páginas hasta qué punto de desarrollo puede llegar el género si se pone en manos competentes.