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CONTENIDO LITERAL
("En un vacío insondable", comentario de Juanma Barranquero. Derechos de autor 1995, Gigamesh)
Hay dos cosas de las que no se puede acusar a Juan Miguel Aguilera y Javier Redal: de falta de convicción a la hora de contar sus historias (o mejor, su historia, porque casi todo lo que han contado hasta el momento se puede entroncar en un universo común), y de abusar de la paja como relleno de libros. Con En un vacío insondable, nuestros autores españoles de space opera favoritos vuelven a demostrar que eso de pensar a pequeña escala queda relegado para los débiles de corazón. Si Jack Williamson creaba un arma capaz de destruir la Luna de un disparo, y "Doc" Smith hacía sufrir a dos hombres-lente el ataque simultáneo de millones de enemigos (sobrevivían, por cierto), Redal y Aguilera no tienen ningún reparo en destruir un... huy, perdón, los que no estuvieron en la HispaCón de Burjassot aún no saben cómo acaba el libro.
Bien; baste decir que En un vacío insondable trata el universo de Akasa-Puspa desde una óptica no tocada anteriormente: la de los angriffs, esos pájaros aracnóides tan inquietantes, que en novelas anteriores habían sido apenas los antagonistas necesarios para la Humanidad, y que en esta obra muestran por vez primera su cara más... amable, podríamos decir. El contrapunto ofrecido por la historia de amor entre un mercenario ksatrya y una humana que se ha criado con los angriffs nos permite acercarnos sin prejuicios a esta sociedad alienígena.
El mayor defecto que padece En un vacío insondable es su precipitación; las primeras páginas están contadas a un ritmo tan frenético que los sucesos que permitirían a Orson Scott Card o a David Brin comenzar con buen pie una trilogía, a Aguilera y Redal apenas les llevan cuatro páginas; y el final es demasiado apoteósico, demasiado magno para que los autores nos lleven hasta él en tan solo 104 páginas. La novela necesita más espacio, y una reescritura tranquila, para poder desarrollar todos los temas tratados con la amplitud y la claridad que merecen. No obstante, el resultado es más que interesante, y absolutamente imprescindible para los fans del universo del cúmulo globular valenciano. Eso sí: no se recomienda su lectura sin conocer previamente los dos libros anteriores, Mundos en el abismo e Hijos de la eternidad (Ultramar).
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