CONTENIDO LITERAL

("Estrellamoto", comentario de Juan José Parera. Derechos de autor 1989, Juan José Parera)

Huevo de dragón (ediciones B, colección Nova, número 5) fue la introducción de un mundo alienígena alucinante. Los autodenominados Cheelas constituyen la especie inteligente que se ha desarrollado en una estrella de neutrones. Un hostil mundo en el que la gravedad supera en sesenta y siete mil millones de veces la de la Tierra, con un campo magnético de un billón de gauss, una rotación (equivalente a un día cheela) de 200 milisegundos, donde las reacciones electrónicos son imposibles y sustituidas por una química basada en neutrones y nucleones. Allí se nos narraba la formación de la estrella, el nacimiento de la vida y el desarrollo de la inteligencia con un cierto paralelismo a como previsiblemente ocurrió en la Tierra. Se crean y se destruyen mutaciones, mitos, creencias, filosofía y ciencia, para, por último, establecer contacto de una forma no buscada entre estos seres y la especie humana.
La narración presentaba un interés evidente y el señor Forward demostraba una solidez científica a prueba de cualquier cosa, no en vano es un importante investigador y pionero en el campo de la astronomía gravitatoria. Estamos frente a uno de los más modernos autores hard aunque frente a él otros como Larry Niven o Arthur C. Clarke, pueden considerarse alquimistas en pleno proceso de formación empleando el empirismo como fuerza creadora. Huevo de dragón era una narración muy dura. Tanto que se puede observar una enorme diferencia entre la narración que se ocupa de la relación entre dos seres humanos simples y aquella otra narración, casi conferencia, de los procesos que se originan en las estrella de los cheelas. No es obstáculo, sin embargo, para que la historia tenga interés y se pueda disfrutar del desarrollo "cheelalógico" que, dicho sea de paso, se parece excesivamente a lo que pudo suceder en la Tierra hace unos miles de años si salvamos, por supuesto, las diferencias del medio en que cada una de ellas especies se ha ido desenvolviendo.
Estrellamoto es la continuación de Huevo de dragón. Continuación en el sentido absoluto. Las cosas se retoman en el mismo punto en que se dejaron antes y aquí puede volverse a resaltar el problema del estilo. Los cinco años transcurridos entre un libro y otro (en la vida del autor, me refiero), no han conseguido hacer de él un literato. Sigue siendo un científico, cuestión que no tiene sentido peyorativo. Simplemente sigue escribiendo conferencias y artículos científicos para revistas especializadas, sin que su formación como narrador haya madurado en absoluto. La ya vieja discusión de la ciencia ficción sobre la forma científica del relato o el estilo narrativo que emplea el autor, alcanza en este libro un tinte enfermizo.
No es que se sea una novela dura. Es que es una piedra científica. Cada cuatro páginas tenemos la descripción tecnológica de una maravilla más en la que términos como monopolos, catapultas gravitatorias, mares de neutrones, agujeros negros, campos protacionales, distorsiones espaciales métricas de Kerr, toroides ultradensos y otros de idéntica construcción son de los más elemental. Entramos aquí también en la polémica sobre la supuesta preparación que debe tener el lector para aprovechar la estructura más o menos científica de la narración presentada.
No me considero un experto, ni mucho menos, pero la lectura de unos mil quinientos libros, de temática muy variada, en los últimos quince años me permiten establecer como mínimo la duda de una inicial formación cultural. Todo eso no me ha servido de nada con Estrellamoto. Y lo que más rabia me da es que a lo peor estoy perdiéndome algo. No lo sé. Para compensar mi desesperación me leí de un tirón el clásico de W. Simon, Tablas combinadas para la elucidación estructural de compuestos orgánicos por métodos espectroscópicos. En su día, las escasas 90 hojas me costaron un triunfo; ahora casi me parecen un juego de niños.