CONTENIDO LITERAL

("Ahogos y palpitaciones", comentario de Juan José Parera. Derechos de autor 1987, Juan José Parera)

Tal y como el director de la colección, Domingo Santos, que ya vuelve a aparecer por todos lados, puso de manifiesto, los españoles iban a aparecer cada vez más en la colección de bolsillo de Ultramar. ¿Es que la política editorial adecuada es la de reunir reediciones de los clásicos que puedan mantener la serie y añadirle los españoles que por sí solos no lo harían? Parece ser que sí. Las novedades salen en otras colecciones y series de la misma casa, con poca frecuencia por cierto. Esto que ocurre no es malo, o, al menos, es menos malo que el que no saliese ningún españolito. Lo que nos tememos es que no sólo de reediciones anglosajonas se mantenga. Puede ser, incluso, que se reediten novelas de los hispanos que más fortuna tuvieron en su día.
En todo caso, los varios intentos anteriores, tienen su colofón en el libro objeto de este comentario. Uno que ya había conocido a Martín a través de las abundantes novelas de serie negra o policíacas, le ha extrañado bastante verle en una obra fantacientífica. Ahora bien, voy a arriesgarme a efectuar una hipótesis: Martín no escribe mal. De momento ya es bastante. Es más, tiene algunas obras verdaderamente ilustres. Una de ellas es con la que ganó el premio Círculo del Crimen en 1980: Prótesis. Menciono la novela entre otras cosas porque alguna de las ideas de allí se vierten nuevamente, de forma velada, como sin quererlo en la que nos sirve de comentario. Pero al lado de esto, tiene otras muchas que no dejan de ser la idea del momento alargada, estirada y mantenida por tablas y no con dedicación. Manteniendo ese ritmo Martín no puede continuar. Muchas obras mediocres no dejan buen sabor de boca. Pero hay que comer. Por tanto hay que escribir. Ahora bien, la compartimentación de la mayoría de los lectores hace que los autores no se conozcan fuera de su círculo. Así, una novela que quizá sería del montón en una serie Negra, se convierte en algo apetecible fuera de ella.
Y es que Ahogos y palpitaciones nos cuenta una historia de misterio en la que, en un mundo supuestamente postatómico, la reconstrucción de la sociedad se ha hecho en base a pequeñas ciudades autosuficientes pero controladas. Y en ellas la clase dirigente aplica una estricta dictadura que obliga al personal a pasárselo bien.
La idea de una dictadura en la que obligatoriamente tienes que divertirte es buena y factible. Las dictaduras consisten y se mantienen por la anulación de los individuos. Es indiferente el medio mientras se consiga el fin. Pero siempre hay inadaptados. A estos los recluta una sociedad secreta de oposición que en realidad está controlada por los dirigentes. Estos tienen el sistema para despedirse de los luchadores a través de otras organizaciones aparentemente no controladas pero que lo están igualmente. La cabeza visible de la ciudad, ellos lo saben, no son realmente libres. También son férreamente controlados por dictadores mayores.
Un conjunto de atentados, entrenamiento de guerrilla y filosofía sacada casi directamente de un manual de sargento es uno de los hilos conductores y lo que da cariz a todo el texto. Pero hay más. El lenguaje que se practica por los protagonistas dispone de una serie de definiciones descriptivas que no existen como tales entre nosotros. Sin embargo, se reconocen muy fácilmente sus transcripciones a nuestro vocabulario e, incluso, se adivina el por qué o el cómo de la transformación. Esta sí que es una verdadera innovación en el texto ante la que hay que quitarse el gorro por el tratamiento correcto, casi perfecto, que se le ha dado.
En conjunto, Martín hace una novela legible, amena, que mantiene el ritmo con pequeños altibajos y que llega al final con la altivez de una buena obra. El conjunto, el ambiente, intenta ser futurista. Y lo es realmente. Pero eso no es suficiente para hacer una novela de ciencia ficción, aunque sí un buen comienzo. Ya demostró el autor con el guión de El caballero del dragón, película de Fernando Colomo, que sabe hacer ciencia ficción porque sabe crear ambiente. Seguramente la próxima novela de este autor en nuestro género tendrá mucho más carácter que ésta y, si es así, ésta no sería nada más que un aperitivo. Sabroso, sin embargo. Y como todos los aperitivos nos abre las ganas de comer.