DATOS BIOGRÁFICOS Y BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA NO FANTÁSTICA (continuación)

Datos biográficos: Artículo Philip K. Dick: las otras realidades de Joan Carles Planells. Publicado en Nueva dimensión 145, Ediciones Nueva dimensión, colección revista, número 145 (1982).

En 1968 la producción literaria de Dick descendió bastante y en el terreno de las novelas sólo una se publicó: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep?, que ha merecido el honor de ser Ilevada al cine, con el título de Blade Runner en 1981, con resultados que en el momento que esto escribimos aún no conocemos. La novela relata las veinticuatro horas de un cazador de androides, Ilegados a la Tierra desde Marte y que significan competencia para la ya afligida y necesitada mano de obra en la Tierra. Tierra que aún no se ha rehecho del trauma psicológico que representó la extinción de todos los animales a consecuencia del conflicto atómico, y que se consuela como puede con simulacros electrónicos, yendo los escasos animales supervivientes a precios elevadísimos. Rick Decard aspira a poder adquirir un animal autentico con la prima que obtendrá por la aniquilación de seis androides recientemente detectados en la ciudad. La novela nos relata la persecución y destrucción de dichos androides, así como una visión de la vida cotidiana en ese triste futuro. Dick no se resiste a la tentación, por puro capricho, de incluir en la historia, y sin que venga demasiado a cuento, el personaje de Wilbur Mercer, un extraño santón con el que la gente puede conectarse a través de sus televisores, y que ya aparecía en el relato The Little Blak Box, de 1964. Asimismo nos presenta a la familia Rosen, cuya historia se nos referirá un año después en Abraham Lincoln, Simulacrum. El tema de la sociedad que otorga "licencia para matar" -aunque aquí sea, a los androides-, ya figuraba en el relato Misadjusmen, de 1957, donde los seres a exterminar eran los telépatas, así como el de la sustitución de los animales por simulacros, en El precioso artefacto (Precious Artifact), de 1964, en la que se engaña al protagonista haciéndole pasar un gato androide por un gato de carne y hueso. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? fue nominada para el Nebula del año y constituye una de las mejores y más redondas novelas del autor, conteniendo algunas escenas particularmente patéticas, como la tortura a que los androides someten a una araña no simulacro.
Al año siguiente aparece la para muchos obra maestra de Dick, Ubik (Ubik) cuyo título en principio debía de ser Death of an Anti-Watcher; novela fuerte, compleja, absorbente, de lento principio que de pronto se convierte en un frenesí de acontecimientos, por lo cual se lee de un tirón. La novela relata en principio el enfrentamiento entre humanos con poderes psi, y una red encargada de localizarles y neutralizarles, usando otros humanos con poderes anti-psi. Pero bien pronto este tema es dejado atrás, para adentrarnos en un torbellino alocado, en el que el tiempo no tiene sentido, en el que las cosas, los objetos, los mismos personajes, se degradan y perecen, se transforman o mueren horriblemente. Los vivos pueden hablar con los muertos, pero ¿quién está vivo y quién muerto? La novela en una continua caja de sorpresas que desembocan en un final abierto a mil posibilidades. Indudablemente, Ubik es una de las más tensas, sobrecogedoras y alucinantes novelas de Dick. Señalar sus diferentes y muy particulares escenas memorables, sería largo y engorroso. Decir que es una novela espléndida incluso sabe a poco. Ubik solo tiene parangón posible dentro de la propia producción de Dick.
Aparecida también en 1969, Gestarescala (Galactic-Pot-Healer), cuyo título previsto por el autor era el de The Glimmung of Plowman's Planet, es notablemente inferior, y se limita a ser un space opera, discreto y sin pretensiones, agradable y tranquilo. Quizá su mayor punto de interés radique en el pausado dibujo que el autor realiza de su personaje, Joe Fernwright, el típico perdedor y anti-héroe, tan caro al autor, metido en una confusa intriga en un lejano planeta y entre los inevitables y ambiguos extraterrestres, también igualmente caros para Dick. Personaje que, finalizada la aventura, continuará siendo tan perdedor y solitario como al principio de la misma. Quizá no sería exagerado aventurar que en Gestarescala es en donde Dick más se ha retratado a sí mismo en el personaje de Joe Fernwright, que en otras novelas suyas. Una obra claramente menor, pero agradable.
Para terminar el año, aparece su segunda colección de relatos (no puede considerarse propiamente como a tal Guerra con Centauro (The Variable Man), de 1957, puesto que su contenido se limitaba a dicha novela corta y cuatro relatos para rellenar el volumen), La máquina preservadora (The Preserving Machine), con relatos de muy diversas épocas, escogidos por el propio autor.
En 1970 solo publicará Dick dos novelas, y ningún relato, si bien aparecerá una tercera antología de relatos, The Book of Philip K. Dick. Las drogas y las anfetaminas han empezado a minar su salud y su propia psique, y ahí será donde se inicie un nuevo silencio de varios años. Más adelante nos referiremos a ello.
La primera de las novelas, Our Friends From Frolix-8, es generalmente considerada como una novela menor, pero, sin duda alguna, tiene méritos y elementos suficientes como para situarla en una clasificación mucho más alta, y aspirar a un mejor reconocimiento. Nuevamente estamos en una Tierra sometida a la tiranía de un estado totalitario, tramposo y brutal, que no tiene escrúpulos en falsear documentos y pruebas de aptitud para los estudiantes que aspiran a obtener un buen puesto en la vida y la sociedad, privándoles por tanto de ello. Dos partidos políticos se turnan paulatinamente en el poder, aunque no hay entre ellos diferencias y la situación no varía esté quien esté en dicho poder. Las drogas son totalmente legales, mientras el alcohol está prohibido y castigado con fuertes penas su consumo clandestino. Los supergenios dominan cómodamente esa Tierra y la gente normal, sin talentos extraordinarios, lo pasa muy mal (situación ésta no demasiado satisfactoriamente descrita por Dick). Individuos fingiéndose miembros de los grupos clandestinos que combaten al régimen, a la busca de resentidos o descontentos (o simplemente vacilantes en sus opiniones respecto al régimen), a los que atraer y perjudicar dejando "descuidadamente" libros comprometidos en algún rincón de la casa, que la policía acudirá poco después a registrar. Dick consigue con ello, una de las mejores situaciones de la novela, en sus capítulos iniciales. Ante tan desolador panorama, la noticia del regreso desde lejanos planetas de Thors Provoni , ex-Genio desengañado de sus propios correligionarios, en apoyo ahora de los Ordinarios (la gente común y corriente, oprimida por el estado), y que regresa acompañado de un extraterrestre del planeta Frolix-8, con cuya ayuda piensa liberar a la Tierra de sus tiranos, esta noticia, pues, corre como el único aliento de esperanza para la población engañada y sometida al estado, alienada por las drogas y confusa por los distintos miembros "liberadores" que corren en la clandestinidad. Un detalle es que el nombre de ese extraterrestre, Morgo Rahn Wilc es fonéticamente similar al de Philip K. Dick. Ahora bien, ¿será la Ilegada de esos alienígenas de Frolix-8, de los cuales la nave de Provoni no es más que una avanzadilla, un bien u otro mal para la humanidad? ¿Cuáles son los verdaderos fines de los frolixianos? ¿No son más que una amenaza distinta? Sean lo que sean, los terrestres acuden a recibirlos jubilosamente, pues su creencia es que nada puede ser ya peor y siempre es mejor una esperanza. Por su parte, el Estado decide presentarles batalla, una batalla que ya saben está perdida de antemano.
Our Friends From Frolix-8 no es quizá una novela muy brillante en su conjunto, pero su fuerza argumental supera fácilmente los diversos fallos de hilación y las diversas ambigüedades de desarrollo y desenlace. No puede por menos de tomársele afecto.
La siguiente, A Maze of Death, constituye una de sus más extrañas creaciones. Novela que linda entre el interés y el fiasco. Cómicamente podría considerársela como un cruce entre Ubik y el clásico de Agatha Christie Diez negritos, lo que por otra parte da una idea de un argumento y desarrollo. Una pesadilla en un escenario sombrío en la que los personajes van desapareciendo misteriosamente, son asesinados o enloquecen. Para. terminar descubriendo que, en efecto, todo era más que una pesadilla, una especie de sueño experimental programado. No faltan algunos toques de fanatismo religioso, un capítulo que Dick afirmó haber escrito tras una experiencia con la LSD y una notable acumulación de sorpresas y "coups d'effet" típicos en Dick. Una novela que produce la sensación de no ser más que un montaje aparatoso, con unos extraños títulos para cada capítulo que no corresponden a nada de la acción descrita en ellos. Novela que deja, tras su lectura, un cierto sabor a frustración y a disgusto, y que no sabe muy bien si tomarse en serio o en broma. Posiblemente, ni el mismo Dick hubiera podido contestar a tal pregunta.
Entre noviembre de 1969 y enero de 1970, Dick escribió para AMAZING el serial A. Lincoln, Simulacrum, obra sobre la cual corren numerosas leyendas. Se sabe que en principio era una de sus inéditas "novelas experimentales", ya comentadas anteriormente, a la que Dick añadió los elementos de ciencia ficción necesarios para su inclusión en el género. Ocurre asimismo, que el final del serial en revista será escrito por el director de la misma, Ted White, no apareciendo el verdadero final de Dick hasta su edición en libro, la cual se hará esperar hasta 1972, con el nuevo título de We Can Build You (considerándola bajo su título definitivo), constituye una de las novelas más chocantes y extrañas de Dick, posiblemente causa también de la amalgama de acontecimientos que rodeó su escritura. Sorprendentemente está escrita en primera persona, técnica que Dick hasta entonces sólo había usado para determinados capítulos de Confessions of a Crap Artist, y que no utilizó en ninguna otra obra anterior, hasta donde conocemos. Nos narra las peripecias de la familia Rosen (que con variaciones notables ya aparecía en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?).La narración es muy deslavazada y se rige por el comportamiento psicopático y esquizoide de diversos personajes. Si en la anterior obra citada, se efectuaba un test para averiguar quién era androide y quien humano, en We Can Build You aparece un nuevo test, para determinar quién es esquizoide y quien no. Ambos tests son, también, difícilmente fiables. La manipulación de las noticias es tema también notorio en el argumento, puesto que con la fabricación de androides el estado pretende hacer creer a la población que los colonos de los planetas exteriores son felices, lo cual es absolutamente falso, a fin de estimular emigraciones a ellos. Tratan de inducir a los Rosen a colaborar en la fabricación de estos androides, ante el éxito que han tenido creando un simulacro de Abraham Lincoln. La novela desconcierta por los diversos cambios de actitud de los personajes .y su final no le anda a la zaga. Parece ser que el final de Ted White, nos presentaba al protagonista como un simulacro escribiendo la novela. Pese a sus irregularidades, We Can Build You es una novela interesante y curiosa.
La decadencia de Dick empieza ese año, 1970. Abandonado otra vez por su nueva mujer, abandonado también por sus amantes ocasionales (todo lo cual ha ido reflejando en sus novelas), sin casi dinero, con su casa permanentemente invadida por extraños personajes que campan allí por sus respetos y se llevan cuanto se les antoja, Dick cae en una de sus más fuertes crisis y decide abandonar la literatura por segunda vez. Contribuye a ello el tener que prescindir de las anfetaminas y demás estimulantes, que le mantenían en continua producción creativa en los años anteriores. La repercusión de su obra en Francia, Alemania y otros países, por aquel entonces, le permitió subsistir algo mejor, ante el abandono de la práctica de la creación literaria. Años después, Francia, cómo no, se ufanaría manifestando que si Dick no murió de hambre en aquel tiempo, fue gracias a ellos, lo cual no puede por menos que considerarse bajo una sonrisa.
Entre los extraños personajes que pululaban periódicamente por su casa, drogadictos en su mayoría, uno de ellos era un policía del departamento de estupefacientes, el cual fingiéndose un drogadicto más, trataba de sacar información sobre las amistades de Dick y sobre el propio escritor, lo cual no tardó éste en apercibir, y que posteriormente serviría para inspirarle el personaje principal de Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly).
Uno de los más extraños acontecimientos en la vida de Dick tuvo lugar en noviembre de 1971, cuando, al regresar a su casa de San Rafael, se encontró con que una bomba había estallado en ella, destrozándola. La policía no toma ningún interés especial en averiguar los motivos ni los culpables del atentado y se limitan a aconsejarle que cambie de aires por una temporada. Al mismo tiempo, Dick recibe varios avisos anónimos y llamadas notificándole que le matarán allá donde se encuentre. Aterrado, corre a refugiarse a casa de su amigo, el también escritor de SF Avram Davidson, donde permanece oculto por una temporada. En marzo de 1972 debe acudir a la convención anual de ciencia ficción, que se celebra en Vancouver, Canadá, donde ha sido invitado para pronunciar una conferencia. En principio, desiste de presentarse, pero al final accederá, pues significa una forma de seguir huyendo. Llega a Vancouver, pronuncia su conferencia "The Android and the Human", con ciertos aires de epitafio. Y, ya al borde prácticamente del suicidio, decide ingresar en X-Kalay, una institución para desintoxicación de drogadictos, que en realidad le servirá únicamente para retratarla también en Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly).
Cierto tiempo después, Dick se casará nuevamente, con una jovencita, por las que sigue teniendo una fuerte atracción, la misma que han experimentado tantos personajes suyos en sus obras. De regreso nuevamente en California, las cosas parecen haberse calmado un poco, y empieza a pensar en reanudar su actividad literaria, en 1974. Así, acepta participar en la antología que preparan Barry Malzberg y Edward Ferman, Ultima etapa (Final Stage), compuesta tomando como base los principales temas de la SF y tratando de darles otra vuelta de tuerca. A Dick le corresponde él tema sobre el viaje por el tiempo, y escribe el relato Algo para nosotros, temponautas (A Little Something for Us, Temponauts), que será posteriormente escogido por Terry Carr para su antología sobre los mejores cuentos del género publicados en ese mismo año, dándose así el espaldarazo definitivo a su reincorporación al género.
Sus otras dos ficciones publicadas ese año levantarán las iras de Joanna Russ, feminista radical. Son el relato Las prepersonas (The pre-persons), por el cual recibirá una carta de la Russ totalmente impublicable, y la novela Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (Flow my Tears, the Policeman Said), cuyos personajes femeninos volverán a encender la hoguera de odio de la Russ.
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía había empezado a escribirse en 1969, aprovechando parte del material inédito de Dick, e interrumpido por las causas ya mencionadas de los últimos años. La acogida dispensada a su aparición fue muy dispar, y sin embargo quedaría finalista del Nebula 1974 y ganaría el John W. Campbell Award. Sin ser de sus mejores obras, resulta interesante y correcta, incidiendo de nuevo en el tema de las drogas, dentro de un marco de pesadilla en el cual el personaje pierde su identidad real con los peligros que ello supone dentro de la sociedad policial que Dick retrata en la novela. EI final no es muy satisfactorio, cosa por otra parte muy usual en Dick, y nos ofrece la curiosidad de que el autor nos cuenta en el último capítulo el destino futuro de cada personaje.
En 1975 lega a la Biblioteca de la Universidad de Fullerton, California, la mayoría de sus manuscritos inéditos, los cuales, al parecer, no pueden volver a salir de la entidad. Son, por un lado, la segunda parte de The Unteleported Man y de otro las novelas experimentales Voices From the Street, Mary and the Giant, The Man Whose Teeth Were All Exactly Alike, Gather Yourselves Together, In Miltom Lumky Terrotory, The Broken Bubble of Thisbe Holt y Puttering About in a Small Land. También un relato y dos guiones de televisión. Afortunadamente, sin embargo, ese mismo año le era publicada su novela "experimental" Confessions of a Crap Artist, por Entwhistle Books, que ya hemos comentado anteriormente y que fue calurosamente recibida por la crítica.
La mayor parte de su producción de estos últimos años son diversos artículos para revistas y fanzines, en torno a la SF y sus temas. Para 1976, junto con varios de ellos, aparece su novela en colaboración con Roger Zelazny, Deus Irae (Deus Irae). Dicen las leyendas que esta colaboración se remontaba a unos veinte años atrás. La novela se recibe con notable frialdad en todo el mundo. ¿Razones? Probablemente se esperaba del tándem Dick-Zelazny la novela del siglo, lo cual Deus Irae no es ni tenía por qué serlo. No necesariamente la colaboración entre dos fenómenos de la SF tenía que dar a luz a una especie también de fenómeno literario, o "supernovela". Bastaba con que se tratase de una buena novela, que es lo que Deus Irae se limita a ser, una novela inteligente, bien escrita y estimable. Ni uno ni otro autor se propusieron más que esto, y sin embargo la mayoría -incluyendo a los lectores-, se negaron a admitirlo.
Difícilmente podría considerarse a Deus Irae como novela de Zelazny en un estudio dedicado a este autor, pues Dick se lleva el gato al agua con toda facilidad, consiguiendo hacerla enteramente suya. La novela, en principio, debía llevar por título The Kneeling Legless Man, y en ella Dick aprovechó las ideas de dos viejos relatos suyos: The Great C. y Visitantes en un planeta extraño (Planet for Transients), ambos de 1953. Por sus personajes, ambientación, situaciones y buena parte de la escritura, Deus Irae es una novela realmente dickiana, a la que Zelazny aportó algunos toques poéticos. Incluso, no sería equivocada considerarla como una continuación en el tiempo al Doctor Bloodmoney.
En 1977 prepara una recopilación de sus cuentos y relatos, que aparecerá con el título de The Best of Philip K. Dick y con un prólogo de John Brunner, a cuyo cargo está la edición. Dick seleccionó personalmente los relatos, que abarcaban los diversos y mejores aspectos de su producción, redactando una presentación para cada uno de ellos. A continuación, aparecerá Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly), novela que bien poco tiene de SF, y en la que recoge innumerables experiencias personales, a la par que prefigura principalmente lo que serían sus siguientes novelas, con la trilogía Valis (o Sivainvi) ya en embrión. Novela que Dick dedicó a sus diversos amigos y conocidos, en un epílogo justificativo francamente estremecedor, y en la que el mismo se retrataba en varios aspectos de los diferentes personajes de la ¿ficción? novelesca. Con Una mirada a la oscuridad, conseguía otra obra maestra, una de sus novelas más estremecedoras, mejor escritas -quizá por aquello de que nadie escribe mejor que cuando escribe acerca de sí mismo- e impactantes. La excusa -que solo era eso-, de una poderosa droga que destruye el cerebro humano era motivo de presentarnos una galería de personajes y conflictos cotidianos del mundo de la droga, con un ambiguo protagonista de cambiante personalidad, testigo y a la postre títere de los acontecimientos. Los diversos personajes que por ella cruzan dejan un sabor a tristeza por lo real y amargo que de ellos vemos. Con esa novela, pues, Dick llegaba a lo más alto dentro de su propia producción literaria, en cotas difícilmente superables, y prescindiendo de etiquetas de género.
Era evidente, no ya para el propio autor sino también para sus lectores y seguidores, que el Dick de la década de los setenta escasamente tenía que ver con el de las dos décadas que le precedieron, no ya por lo limitado de su producción, sino por los caminos que estaba tomando. Una mirada a la oscuridad dejaba tal sabor a testamento literario que era evidente que su obra y sus intereses se encaminaban hacia nuevos horizontes. Por aquel entonces, ya Dick empezaba a convertirse en leyenda viviente, sostenida firmemente por Francia, país que cada vez le idolatraba más. Menudeaban las entrevistas, los estudios en torno a su obra y así, el propio Dick, al amparo de todo ello, se creaba, como muy bien ha señalado Miquel Barceló en Kandama núm. 5, no sin cierta ironía, "una especie de autopropaganda personal, distinta a la de un Asimov, pero no menos efectiva". Ello iría in creciendo en estos últimos tiempos, aprovechando sus creencias religiosas, notablemente extrañas, reflejadas sin disimulos en sus últimas novelas. AI parecer este encuentro o descubrimiento de la religión había relajado a Dick, como ninguna droga lo había relajado anteriormente, y le permitía contemplar al mundo bajo otro aspecto. No se cansaba de repetir que en cierta forma, había nacido en 1974...
Producto de todas estas experiencias acumuladas en los últimos años, hacia 1978 empieza a trabajar en una nueva novela, de la que más tarde asegurará que es la primera de una trilogía, lo cual es algo discutible, puesto que no guardan relación argumental clara entre sí ninguna de las tres, si bien algo en el espíritu, y, desde luego, en lo que de nexo argumental religioso las unifica, donde estaría ya justificado lo de trilogía. Esa novela que empieza, demorará su aparición hasta febrero de 1981, lo que no deja de sorprender en un autor que en un año escribiera más de cuatro novelas, dedicase a ésta tres años de escritura. Se barajan diversos títulos: To Scare the Dead, Valisystem... quedando finalmente como Valis, un anagrama que en su traducción española se convirtió en Sivainvi (Sistema de Vasta Inteligencia Viva).
Sivainvi recibió una acogida notablemente fría en todos los países, incluso en Francia, lo cual no deja de maravillar un poco. Curiosamente, ha sido en España donde ha recibido mejor acogida crítica y de lectores, lo cual es muy encomiable. Es una novela ciertamente difícil, por cuanto ya de partida es discutible llamarla "novela". Dick realiza autoanálisis mediante ella, para liberar su alma de los tormentos sufridos a lo largo de muchos años y así renacer con fuerza. Dick se autorretrata sin disimulos en la novela, mediante el personaje de Amacaballos Fat (transposición de su nombre y apellidos) y del propio Philip Dick, que aparecerá ya muy avanzada la obra. Obra que contiene muchos, muchísimos detalles biográficos, personajes reales, detalles íntimos de su vida y anécdotas disfrazados con un cierto aire argumental. En ella descubrimos también que, al final, Dick se retrataba ya en anteriores personajes de sus novelas, principalmente en Confessions of a Crap Artist y Time Out of Joint, cuando a lo largo de la misma nos va relatando los pasos de Amacaballos Fat redactando su Tractates Cryptica Scriptura, con fragmentos de la misma, recogida con integridad en un epílogo. Sivainvi es evidente que sólo puede ser juzgada a la luz que desprende el propio autor, a lo que sabemos de su vida y milagros. Literariamente es otro gran paso adelante, por el mismo motivo que lo era ya Una mirada a la oscuridad: que nadie escribe mejor y más interesante que cuando habla acerca de sí mismo, y dedica a ello años y esfuerzos. Y así, aparte de un autoanálisis, Sivainvi reflejaba también claramente las preocupaciones de Dick de estos últimos años: de acuerdo con lo que manifestaba públicamente de que había nacido en 1974, presentaba en la obra la idea de que nuestro mundo era un holograma, que todo en él era falso, y que había recomenzado realmente en 1974. Toda esta intriga y todo el intríngulis de acompañamiento son, sin embargo, escasamente afortunados, y de ahí el que la obra recibiera una acogida poco cálida.
No sucedería lo mismo con The Divine Invasion, la pretendida continuación de Sivainvi, que no es tal, y que apareció a finales de 1981, mereciendo las mejores críticas y situándola en la línea de lo mejor del autor. En ella, Dick retornaba en cierta forma a sus orígenes, si bien no prescindía de detalles nuevamente biográficos (uno de los personajes es la cantante Linda Rodstad, con el nombre de Linda Fox, por la cual Dick siempre sintiera particular devoción). Una intriga religiosa, en torno a la frustrada Segunda Venida, que deriva a la postre en un caos temporal manejado por el mejor Dick en sus típicos momentos de narrador caótico. Aquí, al fin, la religión se combinaba felizmente con la aventura y The Divine Invasion sacaba la espina que a muchos lectores les supusiera Sivainvi.
La supuesta trilogía Valis (o Sivainvi, como, se prefiera), quedaba completada con Bishop Timothy Archer, la novela final, que apareció en marzo de 1982 con el título de The Transmigration of Bishop Timothy Archer, coincidiendo por ello con la muerte de Dick, ocurrida en la noche del 3 al 4 de marzo, al reventar una vena en su cerebro. Muerte apacible y tranquila que ha Ilenado de estupor, de aflicción y de desolación al mundo de la SF en todas partes y en todos los países. A sus cincuenta y cuatro años, Dick se encontraba en plena forma, había regresado con fuerza al campo de la novela e incluso prodigado algunos cuentos, con el celebrado Rautavaara's Case, aparecido en el número de octubre de 1980 de la prestigiosa revista Omni; queda incluso una novela póstuma, cuya aparición estaba programada para 1982, titulada The Owl in Daylight, así como la de Lies, Inc, que era la obra The Unteleported Man al completo. Quedaba también por resolver la ordenación de todos los manuscritos inéditos, ya citados anteriormente. Dick volvía, por tanto, a ocupar un lugar de primera fila en el género, que en realidad tan solo había abandonado en cuanto a niveles de producción, que no por méritos que en estos últimos tiempos se le venían reconociendo cada vez en mayor medida. Su desaparición, por todo ello, nos llena de desolación y sorpresa a cuantos admiramos su genio creador. A sus francamente prometedores cincuenta y cuatro años, puede decirse que Dick ha muerto en plena juventud creadora. Era quizá el único paso que le quedaba por dar para entrar de lleno en la leyenda. Leyenda que siempre le había acompañado desde hacía ya tiempo. Con su muerte, no sólo desaparece uno de los escritores más importantes e influyentes de la moderna ciencia ficción, sino también un escritor, sin etiquetas, cuyo reconocimiento por parte de la literatura general, sin etiquetas, probablemente terminará Ilegando un año de estos, como con tantos otros genios desgraciadamente ha ocurrido. Queda, empero, el consuelo de que un notable sector de lectores y especialistas han consagrado su atención, la atención que se debía, a esa obra.

2. El armazón de la obra
Aunque hayamos venido estudiando a Dick preferentemente de sus novelas, no debe olvidarse su bien nutrida producción de relatos, cuentos y novelas cortas, vertiente no tan conocida en nuestro país como las novelas, por cierto, y en la cual el autor se mostró especialmente prolífico, cerca de 140 narraciones, entre relatos, cuentos, poemas, sin entrar en ese apartado, desde luego, de los diversos artículos sobre temas de la SF. Y bueno es también señalar que la mitad de esta impresionante cifra fue escrita entre 1952 y 1957. EI cuento es, por tanto, un importante campo narrativo en Dick, y no solo por la cantidad, no debiendo dejarse aparte ni desdeñarse, como hacen algunos dickianos de pro. El cuento ha sido -se ha indicado así ya anteriormente-, el armazón sobre el cual Dick construyera muchas de sus novelas, una especie de borrador particular, a veces a sabiendas, otras inconscientemente. Por lo demás, bueno es dejar constancia por igual de una variedad temática más amplia en ellos que en las novelas. Así, tenemos cuentos puramente fantásticos, como Sobre la melancólica tierra (Upon the Dull Earth); humorísticos como Araña acuática (Wasterspider); de exploraciones en planetas desconocidos y lo que de extraño puede haber en ellos, como Colonia (Colony) o Flautistas en el bosque (Piper in the Woods); ecológicos como Los reptiles o Los reptadores (The CrawIers); de universos alternos, ¡cómo no!, de Ios que citaremos EI cliente perfecto (Captive Market), pues ahí es donde más se prodigó; de terror, como The Father-Thing; sentimentales, como Lo humano (Humain is); de tema social o político, como Si no existiera Benny Cemoli (If there were no Benny Cemoli); de androides, como La hormiga eléctrica (The Electric Ant); de mutantes, como The Golden Man; de paradojas temporales como Algo para nosotros, temponautas (A little something for us, Temponauts); de invasiones extraterrestres, como The War with the Fnools; de extrañas religiones, como The Skull; en fin, la lista podría prolongarse un poco más. Muchos de estos temas se repiten o alternan en diversas historias y, por supuesto, se reflejan en las novelas, a veces casi todos a un tiempo. Algunos de los relatos de Dick son justamente célebres y repetidamente editados y compilados en diversas antologías, como es el caso de La hormiga eléctrica, Impostor (Impostor), El padre falso (The Father-Thing). Es interesante remarcar aquí este último relato, The Father-Thing, publicado en diciembre de 1954 en THE MAGAZINE OF F & SF, puesto que es la antítesis de Lo humano (Humain is), que apareció a finales de 1955 en STARTLING STORIES, y que ya al principio de este estudio comentábamos, sin extendernos. Son el mismo relato, y sin embargo, el final difiere por completo. En EI padre falso (The Father-Thing), un niño descubre que su padre ha sido suplantado por un extraterrestre, por un procedimiento semejante al que emplearía poco después Jack Finney en su novela The Body Snatchers, llevada dos veces al cine. El niño destruye a su padre, puesto que ya no es tal, y destruye asimismo al ente que trata de apoderarse de su madre. En Lo humano la esposa descubre que su marido ha sido suplantado por una entidad extraterrestre, pero pudiéndolo denunciar para que sea destruido, no lo hace, prefiriendo así quedarse con ese falso marido, que es ahora un ser mucho más cariñoso, mucho más humano que cuando lo era realmente. Dick, por otra parte, siempre sostuvo que Lo humano era su relato predilecto de todos cuantos había escrito, y su credo particular. La contradicción entre ambas historias, queda explicada sabiendo lo malas que eran las relaciones entre Dick niño y su padre...
Reafirmemos, pues, que el cuento, el relato, en Dick tiene tanta notabilidad como la novela larga, si bien es evidente que dentro de una producción tan enormemente amplia en tal apartado, los niveles de calidad e interés varían ostensiblemente, como ya se ha visto igualmente en las novelas.
Se ha señalado que Dick ha escrito siempre la misma novela. Jean Renoir, director de cine hijo del pintor Renoir, decía que un auténtico maestro es aquel que a lo largo de su vida realiza siempre la misma obra. Renoir se refería al cine, pero la frase es por supuesto aplicable a la literatura. Según ella, por tanto, Dick es un auténtico maestro, puesto que ha dedicado su obra a una determinada temática, con escasas variaciones, puliéndola o enfocándola bajo distintos prismas. El tema predominante es la cuestionabilidad de lo que entendemos o llamamos "realidad". En una entrevista concedida a Patrice Duvic, a mediados de los setenta, Dick confesaba: "Escribí novelas para plantearme la siguiente pregunta: ¿qué es real? Y propuse una gran cantidad de respuestas. Pero no eran realmente respuestas eran más bien intentos de investigación de la naturaleza de la realidad. Y finalmente, un tipo me escribió para decirme: Bueno, usted se ha planteado esta pregunta libro tras libro: ahora escriba otro y diga qué es real, conteste a la pregunta, diga: las siguientes cosas son reales... Y me dije, sí, es algo que verdaderamente debería realizar. En el fondo, plantear siempre esa misma pregunta se vuelve muy monótono".
Dick nos presenta casi siempre un personaje que descubre poco a poco que el mundo en el que creía vivir es un simulacro, una burda fachada, un engaño, una casa de muñecas, acaso un sueño. En lucha contra esa nueva realidad, que al ser descubierta se va corroyendo, lo ha de perder todo para salvarse él mismo a duras penas. Ese es el caso de Time Out of Joint, EI hombre en el castillo, Ubik, Now Wait For Last Year, El tiempo doblado. A veces, la trama se vuelve más compleja y el personal va cruzando de una realidad a otra, igualmente terrible y amenazadora: Ojo en el cielo, Now Wait For Last Year, Los tres estigmas de Palmer Eldritch. Sus personajes nunca dan la sensación de ser totalmente libres; están condenados a huir de esa pesadilla que se empeña a alcanzarles y destruirles, sin que en algunas ocasiones sepan muy bien qué es a lo que se enfrentan, como en Una mirada a la oscuridad, o We Can Build You. No son nunca héroes, sino eso tan querido hoy en día que es un anti-héroe, un fracaso. Hombres normales y corrientes, de pobres ambiciones, más preocupados por subsistir dentro de lo posible, en un mundo no demasiado feliz, en el que predominan los dictadores y en el que la libertad no pasa de ser otro simulacro. Decididos perdedores que en muchas ocasiones no han sabido amoldarse a los tiempos que les ha tocado vivir, anclados en épocas pasadas o en modas ya caducas, como el solitario protagonista de Gestarescala, su personaje más conseguido en este terreno, junto con el Joe Chip de Ubik. En no pocas ocasiones son hombres ya maduros, llenos de amargura, cansados, con esposas mucho más jóvenes, que o les son infieles, o les odian sin disimulos. Su aportación al desarrollo de la acción es totalmente nula o bien claramente negativa para el protagonista. Citemos entre las más memorables, la Julia de EI hombre en el castillo, la Mary de Clans of the Alphane Moon, o la Kathy de Now Wait For Last Year. La única excepción entre ellas se encuentra en Ojo en el cielo. El protagonista encontrará siempre consuelo y comprensión en una amante mucho más joven que él, casi una adolescente, en ocasiones personajes bastante insólitos y vagamente amenazadores, aunque no contra el protagonista. La amante se sostendrá moralmente, pero a cambio le sumergirá en nuevas incertidumbres. Y todos ellos -antihéroes, esposas, amantes-, no son más que un reflejo de las circunstancias que han rodeado la vida del propio Dick, sus propias esposas y sus propias amantes como ya habíamos indicado anteriormente. Así, si la trama, el universo de Dick es, a fin de cuentas, el mismo con escasas variaciones de una a otra historia, otro tanto cabe decir de sus personajes, que parecen cruzar de una novela a otra, alterando simplemente sus nombres. No ya en protagonistas, sino en los demás personajes que sostienen la acción. EI Leo Bulero de Los tres estigmas de Palmer Eldritch y el Rucinter de Ubik son el mismo personaje, por ejemplo. Y todo es igualmente aplicable a los amigos y enemigos del protagonista de turno. Dick, por tanto, es pues fundamentalmente fiel a su universo particular y ni engaña ni traiciona al lector. Todo consiste en que éste acepte el juego que se le propone desde el principio. Alguien, espero que con ingenuidad, dirá: "pobreza imaginativa por parte del autor para crear nuevos personajes". En absoluto. Puesto que esos personajes Dick los ha sacado de la vida real y los ha trasplantado, tal como son, con defectos y virtudes, al papel. En sus novelas jamás encontraremos un bueno rematadamente bueno, sino un bueno vacilante, inseguro, dudoso, ingenuo; ni un malo completamente malo. En realidad, los malos en Dick parecen no existir. Son personajes que tan solo sostienen puntos de vista opuestos o intereses en conflicto con los que generan la acción. Pueden parecer fríos o calculadores, pero difícilmente serán crueles. Y caso de producirse la crueldad, es impulsada más por la curiosidad de lo que ésta traerá consigo, que por afán de maldad.
Personalmente, considero a Philip Dick como el mejor escritor dramático de ciencia ficción. Sin demérito, desde luego, de las notas de humor, un humor muy personal, que con frecuencia acompañan incluso a sus más negras novelas en las cuales no falta una sutil ironía que sirve para retorzar los nudos de la trama, y que alivian la tensión producida por los acontecimientos. Y es que Dick es, ante todo, un escritor. Un escritor que ha conseguido hacerse un nombre y una reputación dentro de la ciencia ficción, en tal forma que sus miras superan ya al propio género, en la misma manera que un Raymond Chandler se sitúa más allá de la novela negra o una Patricia Highsmith de la novela de suspense. La mala suerte -o incomprensión- que Dick ha sufrido con sus novelas experimentales, le han relegado a ese ghetto que es -o ha sido- la ciencia ficción. Ghetto a veces cerrado a veces abierto, del que algunos han escapado apresuradamente y al que a otros no les ha importado entrar. Al final de todo, quien queda siempre a flote es el escritor, sin más y sin etiquetas. Escritor que a veces ha disfrazado de SF algunas de sus obras mayores, para conseguir que un público determinado las aceptase, puesto que el otro las rechazaba (o, más exactamente, no se le permitía su acceso a él). Un autor a veces mal leído y mal interpretado, tachado por algunos de ¡reaccionario! Tal epíteto sólo puede proceder de una persona que haya leído sus obras superficialmente y que, por lógica, tenga un desconocimiento de su personalidad y avatares. Dick ha pasado muchas malas épocas en su vida, sufrido muchos altibajos, y pasado no pocos períodos de terror -la era de Nixon fue fatal para el como ser humano y le llevó a extravagantes declaraciones públicas, en las que negó incluso su experiencia con las drogas, por temor a represalias del gobierno-. Pero no puede ser tachado de reaccionario, sin más. Dick está muy por encima de reaccionarismos: Dick fue siempre fiel y consecuente consigo mismo a lo largo de toda su obra, la cual no es más que un reflejo de un mundo, del que le tocó vivir en suerte y que no pudo hacer mejor de lo que era. Y su mundo estaba perfectamente diseñado dentro de su mente, no siendo en buena parte más que un reflejo de nuestro propio mundo, distorsionado. Y como nuestro mundo es deforme, el espejo de Dick aumentaba aún más su deformidad.
Afortunadamente la obra de Dick no termina con su muerte. Ella está ahí, y sobre ella seguirá escribiéndose en el futuro. Cuando se superen prejuicios e incomprensiones, marginaciones literarias y demás etiquetas vanas, llegará ya ese reconocimiento pleno y total que la misma merece y que por parte de los aficionados a la SF tenía desde hace años.

3. Apéndices
1. El hecho de que Dick escriba en un estilo sencillo y claro hace que en principio no sea un autor particularmente difícil de traducir. Lo complejo de sus tramas tiene la contrapartida en una claridad fraseológica y una sencilla construcción literaria, no por ello menos efectiva, desde luego, sino más bien al contrario: esa sencillez resulta su más aplastante efectividad, al prescindir de florituras o ejercicio de estilo. Los traductores no deberían, en teoría, tener dificultades con Dick. Particularmente considero muy afortunadas las traducciones de Manuel Espín sobre Ubik y Antonio Ribera (personalidad bien conocida), sobre La penúltima verdad. También Jordi Arbonés hizo un buen trabajo con Los tres estigmas de Palmer Eldritch. Arbonés es un traductor especializado en autores difíciles, como Henry Miller entre otros, y divulgador de la obra de muchos importantes novelistas de este siglo. En cambio hemos de calificar de mala a la de Muñecos cósmicos, a cargo del fallecido F. M. Sesén. Pero eso, en Galaxia, era cosa corriente. Es obligado señalar un gravísimo error en la traducción de Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, que, aunque venga firmada por Domingo Santos, fue hecha por tres traductores distintos y alternativamente. En la página 46 de la edición de Acervo, el tercer párrafo dice: "Sobre una mesa de mimbre, un ejemplar de Recuerdos de cosas pasadas, de Proust". Esta frase, en su correcta traducción castellana, debe decir en realidad: "Sobre una mesa de mimbre, un ejemplar de En busca del tiempo perdido, de Proust". Pues tal es la obra que el personaje de la acción está leyendo. EI traductor vertió literalmente el título que en inglés lleva la inmortal obra proustiana, o sea: "Remembers of past Things" por contra del original francés de "A la recherche du temps perdu", y que como "En busca del tiempo perdido", es conocida en España, de manos de la traducción del poeta Pedro Salinas. No he conseguido, en cambio, situar la referencia que el personaje hace dos líneas más abajo, en la misma página, cuando menciona que sólo ha leído "hasta Dentro de una florida enramada". Bien, pudiera tratarse, sin embargo, y siguiendo la traducción castellana de Salinas (única autorizada), del segundo volumen de la obra, cuyo título es A la sombra de las muchachas en flor (A l'ombre des jeunes filles en fleurs), aunque para ello mejor sería conocer las versiones inglesas de la obra. En cualquier caso, es muy posible que así sea, por cuanto el personaje de Jasón dice seguidamente: "no has llegado muy lejos" (en la lectura). En efecto, de una obra compuesta por siete densos volúmenes, el personaje declararía haber iniciado la lectura del segundo.
2. Las novelas dickianas. No está de más hacer una mención sobre las llamadas "novelas dickianas" escritas por otros autores de SF y reconocidas como tales por críticos y comentaristas. Nos limitaremos, eso sí, a las más destacadas o que puedan ser conocidas por el lector hispano. Mundo simulado (Simulacron-3),1964, de Daniel F. Galouye. Existen dos ediciones en castellano; con tal título en Verón Editor y como Simulacron-3 en Infinitum (antigua). Quizá sea la mejor novela dickiana, tanto por su tema como por su correcto desarrollo. Daniel Galouye fue un buen autor y sus diversas novelas y relatos lo prueban. En Mundo simulado los personajes estudian un aparato simulelectrónico para reducir una sociedad en maqueta. Repentinamente tienen la sospecha de que ellos mismos y su propio mundo es otro gigantesco simulacro, estudiado por seres desconocidos. Se inicia la típica búsqueda de la realidad verdadera.
La rueda del cielo (Tre Lathe of Heaven),1971, por Ursula K. LeGuin. Edición castellana en Selecciones Fotón, Argentina, estando prevista una reedición en España en fecha próxima. Su tema es un personaje cuyos sueños y pesadillas van convirtiéndose en realidad ante su asombro y espanto. Recurre a un psicoanalista, el cual se dedica a aprovecharse de esa facultad para sus propios y turbios fines, iniciándose una intriga a escala universal y de proporciones catastróficas. Lamentablemente la obra peca de excesiva lentitud y es floja en general, no yéndole por lo demás a Ursula LeGuin ni el tema ni la intriga, de la que obtiene un pobre resultado.
El tiempo incierto (Le temps incertain), 1973, de Michael Jeury. Edición en Acervo Ciencia Ficción. Gran admirador de Dick, Jeury abre su novela con una cita del autor americano. Los personajes viajan a través del tiempo mediante drogas, lo cual da pie a desarrollar una complejísima trama en torno al viaje por el tiempo. Muy mal acogida en nuestro país a su publicación, premiada en Francia como la mejor novela del año es, pese a las incomprensiones, una obra aceptable, que hay que saber leer. Jeury proseguiría con el mismo tema y situaciones en novelas y relatos posteriores (uno de ellos traducido en el fanzine Zikkurath), con menores resultados y entrando ya en clara decadencia.
Súbitamente (Sideslip), 1968, de Ted White y Dave Van Arnam. Edición en Romeu Editor. Francamente indigerible, con un principio muy parecido al de Doctor Futurity (el protagonista está caminando por una calle, encontrándose de repente con que su ciudad ya no es su ciudad), y un desarrollo posterior a nivel de intrigas lejanamente parecidas a varias obras de Dick juntas. La novela es tan mala, que no merece mayor comentario.
Por supuesto, las incursiones a los universos dickianos son más numerosas, tanto en novelas como en relatos, pero la lista pecaría de larga, por lo cual la reducimos a estos pocos modelos representativos de lo que la imaginación de Dick obró en sus propios compañeros de profesión, incluso en otros países. Permítaseme pecar un instante de inmodestia y citar mi propia novela inédita El enfrentamiento (1981), en la que en un universo paralelo al nuestro unos personajes dispuestos a derrocar a un líder político entran en contacto con su doble de un segundo universo paralelo -que no es tampoco el nuestro-, a fin de sustituirle por él, fracasando el plan por un error temporal.
Es indudable, en fin, que Dick ha creado escuela en la SF, y de ahí que pueda hablarse con toda propiedad de "novelas dickianas" no refiriéndose precisamente a las del propio Dick sino a las de otros autores.