CONTENIDO LITERAL

("Premio UPC 1995", comentario de Pedro Jorge Romero. Derechos de autor 1996, Pedro Jorge Romero)

El coleccionista de sellos de César Mallorquí es la historia ganadora del Premios UPC del año 1995. En el Madrid de una República que está a punto de ganar la guerra civil se producen los misteriosos asesinatos de coleccionistas de sellos. El detective Telmo Vega debe por tanto perseguir la pista del asesino mientras se produce el final de la guerra a su alrededor. Hasta aquí bien. Se trata evidentemente de una ucronía, donde gran parte de la diversión está en apreciar en que forma difiere el mundo de la ficción del nuestro.
La gran característica de esta narración es la reconstrucción precisa del mundo descrito, efecto que César Mallorquí consigue evitando en lo posible la generalidades y dándonos detalles concretos (no en vano la historia comienza con un nombre propio). Consigue así una tensión y un tono, que mantiene durante toda la historia (algo de por sí difícil de hacer), que obligan a seguir lo narrado. A pesar de su longitud (a efectos de los premios Ignotus se trata de una novela y no de una novela corta) se lee de un tirón por lo fascinante de su planteamiento y desarrollo. Uno de los juegos más curiosos se produce en lo que se refiere a la continuidad de los personajes, que César Mallorquí aprovecha muy bien.
El único defecto de la historia es el momento donde se explica la base de la situación, porque esa explicación es innecesaria y no está a la altura del resto de la narración. Es ese punto donde flaquea la perfecta credibilidad del mundo narrativo y debilita innecesariamente el relato: la explicación debía haberse eliminado. Aun así, César Mallorquí escribe con seguridad y sabe sortear ese punto bajo (es más, creo que él es consciente de su existencia).
En conjunto, el resultado final es una de la mejores narraciones que ha dado el Premio UPC en sus cinco años.
Lux aeterna de Javier Negrete es el segundo premio. Ni ciencia ficción ni fantasía, se trata de una historia que vive a caballo entre los dos géneros. El argumento gira alrededor de amantes separados que deben reencontrarse, con la complicación de la presencia de seres de poderes casi divinos que intervienen en la acción, que transcurre en un futuro indefinido de space opera. Bien escrita, no acaba sin embargo de llegar al nivel de otras obras del mismo autor, por ejemplo La luna quieta con la quedó en segundo lugar en la edición de 1991 del mismo premio o Estado crepuscular. Quizás su problema estribe exactamente en ese indefinición genérica y en la aparición de seres que a todos los efectos son dioses. Los dioses como personajes son muy difíciles de utilizar, ¿hay algo que no puedan hacer?, y, por la misma razón, es difícil dar un final coherente a la historia porque lo pueden todo, luego cualquier final es coherente. En ocasiones anteriores Javier Negrete ha merecido ganar el premio, pero en este caso el segundo lugar es justo.
Segadores de vida es la mención que el premio dedica a los miembros de la UPC. Un entramado de intrigas biológicas y temporales, la historia en sí es torpe. La narración demuestra muchos errores de principiantes. No saben, por ejemplo, como presentar su futuro y emplean una serie de dispositivos cada cual más apabullante para el lector, y les falta confianza en lo que cuentan con lo que parece que se sienten obligados de embellecer la narración por temor a perder la atención del lector. Explicaciones largas que no vienen a cuento (son innecesarias e interrumpen la narración) así como un desconcertante cambio entre la primera y la tercera persona se aúnan finalmente para dificultar la lectura. Parece una narración simplemente poco trabajada, y es una lástima, porque la historia no está mal y podía haber dado lugar a una mejor novela corta.