CONTENIDO LITERAL

("En un vacío insondable", comentario de Juan José Parera. Derechos de autor 1995, Juan José Parera)

Cualquier discusión puede ser ociosa. Depende, exclusivamente, del punto de vista individual (adaptación irreverente de la Teoría General de la Relatividad).
Y no hace mucho se ha generado cierta discusión sobre la ciencia ficción hard y la ciencia ficción soft. A mí personalmente me parece que la discusión es ociosa. Al igual que ciencia ficción space opera o de otro tipo. Lo mismo que cualquier otra clasificación que quiera imponerse al amparo de modas o intereses más o menos ocultos. No puedo, sin embargo, obviar, que existen cierta cantidad de autores, muchos de ellos de prestigio, editores y lectores que consienten en que exista cierta clasificación como parte del encuadramiento de sus preferencias al margen de la subdivisión que es aceptada por todos (aunque ninguno esté de acuerdo con la de otro): Me gusta y no me gusta.
En cualquier caso, incluso la denominación hard vs soft tiene dos acepciones: la primera teoría establece como ciencia ficción hard aquella en la que los elementos científicos soportan la mayor parte del argumento, descripción, nudo y desarrollo de la historia hasta el punto que sin una adecuada referencia a ella es imposible comprender la narración o, en el mejor de los casos, no existiría narración como tal. Los elementos científicos a tomar en consideración son básicamente referidos a alguna de esas ciencias: física, astronomía, ingeniería, matemáticas y, últimamente cada vez más, ecología, biología y genética. Por exclusión, el resto de la ciencia ficción es soft.
La segunda acepción con la que tendría que quedarme si tuviese que hacerlo con alguna, parte de un planteamiento idéntico pero añade a la lista de las ciencias cualquiera de las que ahora existan o puedan existir por creación del autor. La ciencia ficción soft sería aquella en la que los elementos científicos de cualquier ciencia considerada sirven para crear el ambiente general, los decorados, entre los que se mueven los personajes, pero la violación de cualquiera de los elementos de las ciencias implicadas, no experimenta ninguna repercusión apreciable en el resultado de la narración.
Dicho de una manera bastante más simple. Con la ciencia ficción hard, uno puede aprender algo de alguna ciencia y puede aplicarlo a cualquier otra obra del mismo estilo. La ciencia ficción soft es una forma narrativa encerrada en sí misma. El lector debe hacer caso omiso de lo que tenga conocimiento en otras historias porque la utilización de los conceptos en cualquier otra puede ser completamente distinta.
Existe, al margen de lo anterior, la creencia de que lo hard hace mayor hincapié en los elementos meramente científicos abandonando completamente la actividad narradora, que constituye únicamente el vehículo para transmitir las ideas científicas. Expresadas éstas de manera adecuada poco importa que los elementos gramaticales o narrativos sean un puro desastre. Esta creencia está soportada en multitud de novelas y relatos de la época más clásica de la ciencia ficción americana en la que, efectivamente, los autores más importantes tenían y tienen una gran tendencia a olvidarse de decir las cosas con corrección si la fórmula física está bien escrita. Aparentemente, la ciencia ficción soft actuaba de forma inversa. Sin embargo, como lo cortés no quita lo valiente, debe olvidarse esa coletilla y concluir que es posible encontrar viña del Señor
Pues bien, con independencia de la definición, cualquiera de ellas, que se le aplique, al repasar la bibliografía de Javier Redal podemos observar que podría encuadrarse fácilmente dentro de la ciencia ficción hard, aunque no toda su producción se insertaba fácilmente dentro de la etiqueta. Ahora bien, la incorporación de J. Miguel Aguilera al equipo sirvió de detonante para que las nuevas creaciones se inscribieran en su totalidad en la "ciencia ficción dura".
Hasta la saciedad se ha repetido que el tándem Aguilera-Redal / Redal-Aguilera forma, en la actualidad, uno de los mejores exponentes de la realidad de la ciencia ficción española. El libro que comentamos no se encuentra al margen de esta buena realidad.
Ambientada años después de los acontecimientos narrados en Mundos en el abismo (1988) e Hijos de la eternidad (1990), basa todo su encanto en describirnos a los Angriff, una de las especies inteligente que habitan en el cúmulo globular Akasa-Puspa.
Su aparición no es nueva. Los Angriff ya se describían en las dos novelas anteriores a las que hemos hecho referencia, pero su papel no era estelar. Existían casi de manera exclusiva para hacer ver que la humana no era la única forma de vida inteligente del universo conocido. Esta novela corta nos retrata un poco más su estructura social y forma de vida. Ya no unos comparsas sino fieros depredadores, algo al parecer consustancial con la vida inteligente. En algún sitio tenemos que estudiar la relación entre vida inteligente y agresividad. En el cúmulo, sin embargo, hay más clases de vida inteligente y, atendiendo a ese principio, también agresivas, con planes propios, pacientes y meditados, sobre el resto de las vidas.
No es este el lugar para profundizar en el desarrollo de la historia: a más de uno podríamos estropearle el final. Pero sí es este el sitio donde poder hacer publicidad no gratuita: Aguilera y Redal escriben una ciencia ficción científica, cuidando los aspectos ambientales, sin olvidarse de la presentación adecuada de los personajes, estimulando el sentido de la maravilla hasta el mismo límite en el que se convierte en magia o religión, y forman uno de los escasos pilares en los que se apoya la ciencia ficción española. La atenta lectura de sus obras es casi un deber patrio, pero, sobre todo, es una gozada para los que desean pasar un rato agradable, entretenido e interesante.