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CONTENIDO LITERAL
("Cúpulas de fuego", comentario de Juan José Parera. Derechos de autor 1994, Juan José Parera)
Tengo que decirlo antes de cualquier otra consideración: me gusta leer las historias completas. Es decir, historias que nacen, crecen, se desarrollan y, de alguna manera, son cerradas en algunos de sus aspectos por lo que eres capaz de encontrar un final sea definitivo o virtual.
No es que la existencia de un final sea especialmente importante. Algunas de las mejores historias que he leído terminaban de forma tan abierta que podías suponer que más tarde o más temprano ibas a contemplar otra historia que tomaría como origen ese punto aparentemente inconcluso de la anterior.
Así, aun antes de empezar a leer, me tropecé en la portada con la leyenda El Tamuli, I lo que llevó a pensar rápidamente en la posibilidad de una novela que más tarde tendría su continuación con otras historias de los mismos protagonistas o en el mismo contexto. Ya en la caja de la librería se esclareció bastante mi intelecto al observar que, en una de las pestañas de la sobrecubierta, figuran en preparación Los seres fulgentes y La ciudad oscura nombrados como El Tamuli II y III respectivamente.
Así pues, me dispuse a contemplar como se iría formando antes mis ojos un espacio que iba a contener al menos tres novelas. Habría que fijarse en los detalles para no perder el hilo más adelante. Y fue precisamente más adelante sin embargo, de manera concreta en la página 496 y última, cuando que quedo definitivamente claro que la novela en realidad no lo es, sino que había terminado de leer las primeras quinientas páginas de una supuesta novela completa.
Y me da rabia. Si lo hubiera sabido... Bien, si lo hubiera sabido es muy posible que Cúpulas de fuego hubiese ingresado en mi biblioteca de la misma manera y con el mismo interés. Sólo mi visceralidad se hubiese sentido calmada. Y es que no me gusta dejar las cosas a medias.
No tengo antecedentes sobre David Eddings en mi biblioteca. No es extraño. Últimamente está un poco desabastecida en cuanto al género fantástico se refiere. Sin embargo, no me va a importar continuar esta novela o leer otras cosas del mismo autor. Así, en general, no está mal el tratamiento general que se da a todas esas cuestiones míticas de la fantasía como los trolls, las hadas, los caballeros y la magia.
La historia se inicia con una referencia a por qué el protagonista tiene ese carácter. El resumen histórico te deja un poco perplejo: si el resto de la narración va a continuar con ese ritmo... será imposible seguirlo. No, no es así. La narración se desarrolla con una correcta calma interrumpida frecuentemente por algunas cabalgadas de acción y aventura. Poco a poco, a veces con maliciosa parquedad, van desgranándose detalles de los últimos 10 años que iluminan los acontecimientos y personajes actuales.
El príncipe y caballero pandión Sparhawk es llamado, de manera sutil e indirecta por el emperador del continente daresiano, Sarabian, para resolver un intrincado enigma que amenaza la estabilidad política, económica y cultural no sólo de su imperio sino también de los otros reinos. En la intriga, ingeniosamente urdida, se encuentran implicados dioses y magos, caballeros y nobles, plebeyos y esclavos, vivos y muertos, gente de bien y mala gente. No es para tomárselo a broma.
Por necesidades del programa Sparhawk, su esposa Ehlana, su hija la diosa-niña Afrael/Danae y un pasmoso séquito de amigos, camaradas, caballeros y diplomáticos de toda suerte, recorrerán el largo camino que separa su morada de la capital del imperio tamul atravesando los reinos intermedios. En ellos tomarán contacto con las culturas predominantes y tendrán que conocer su historia para comprender los sucesos de los que son testigos. El humor, la ironía, las reflexiones sobre los principios, los fundamentos básicos de antropología, la aventura y la fantasía se entremezclan bien dosificadas.
Algunos personajes, no podía ser de otra manera al intentar abarcar tanto, son envarados, monolíticos; con mentalidades y recursos prácticamente dibujados sin más pretensión que resaltar aquella cualidad que más tarde será necesaria poner en actividad. Otros, sin embargo, están bien tratados con inflexiones y estados que dependen del humor del día, el ambiente en el que se mueven o las condiciones meteorológicas reinantes, vamos... como todos. Mantienen su núcleo personal intacto y separado de las otras personalidades, pero les afectan aquellos acontecimientos por los que pasan.
Algunas características de los pueblos son llevadas a sus últimas consecuencias y explotadas al máximo en bien de la narración: el esclavismo voluntarios de Atán; los engreídos estirianos; la lógica elenia; la cortesía tamul; la emotividad de Astel; la virulencia guerrera de los pelois; los esclavistas Arjuni... En fin, toda una panoplia de singularidades raciales que abren el frasco de sus esencias para el disfrute de los lectores.
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