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COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN
(Comentario de Julián Díez publicado en el volumen Gigamesh 8. Derechos de autor 1997, Gigamesh)
Además de algunas otras obras, fanzines y demás que prefiero no comentar por considerarlos poco recomendables, otra novela española de cf ha aparecido en los últimos tiempos. El enfrentamiento, de Juan Carlos Planells, es una curiosa historia de universos paralelos con un regusto dickiano fuerte y numerosos aspectos destacables. Hay dos puntos por los que instintivamente simpatizo con la novela: uno, su temática, una doble ucronía barcelonesa en la que el reconocible paisaje de la ciudad se ve alterado por dos diferentes desarrollos paralelos de la historia. En el primero, Alemania conquistó toda España durante la Segunda Guerra Mundial y mantiene un gobierno títere. En el segundo, el Estado independiente de Cataluña se ve sometido, como el resto del mundo, a una ridícula disposición de la administración Reagan que impide que se produzcan nuevas obras literarias, para favorecer la lectura de los clásicos ya publicados. (Por cierto, y como corresponde a toda buena ucronía, también hay "shock Connery" y se menciona a personajes públicos que tienen en los otros universos papeles muy diferentes al que ocupan en el nuestro.)
La segunda razón para mi simpatía es la falta de concesiones del autor. Creo que es la primera novela que leo en la que hay diferentes universos paralelos y ninguno es el nuestro. En general, Planells no da en ningún momento, de forma explícita, las claves de la compleja trama, que se cierra en sí misma sin fiar al lector cuál es el sentido final de la historia, si es que pretendía comunicar algún mensaje o si simplemente estaba realizando un homenaje al azar.
Ese es, quizá, el aspecto más interesante de la novela: plantearse por qué Planells escogió esas opciones de universos paralelos entre otras muchas posibles. En las tres partes, apenas interconectadas y que pese a sus finales traumáticos dan un aspecto general esperanzador, aparecen personajes desquiciados y gente absolutamente normal, se hacen y deshacen incontables misterios, pasa de todo y hasta sale el propio autor. Si puede parecer de todo esto que me siento desconcertado ante la novela, es simplemente porque lo estoy, y prometo que tengo la intención de releerla, lo que ya es un comentario favorable por sí mismo, para poder cogerle el tino por completo.
Tras esa primera lectura, tengo la sensación de que El enfrentamiento es un puzzle en el que las piezas se han reunido de forma un tanto aleatoria, dando como resultado algunas zonas de belleza y colorido notable y algunas otras de confusión total.
(Comentario de Armando Boix publicado en el volumen Ad Astra 7. Derechos de autor 1997, Armando Boix)
Existe un mito según el cual un escritor no adquiere madurez hasta acometer la labor de escribir una novela. Tal parecer debería quedar rebatido con una simple mirada a la obra de autores tan excelentes como Jorge Luis Borges, al que siempre le bastó el relato como vehículo para sus historias; no obstante, la primera novela de cualquier escritor de obra breve conocida continúa despertando expectación, por más que, en el caso de Planells, la novela ahora publicada haga bastantes años que fue escrita y posea otras novelas inéditas guardadas en sus cajones.
El enfrentamiento sitúa su acción en Barcelona... o más bien en varias Barcelonas pertenecientes a diferentes mundos paralelos. En uno jamás ocurrieron las guerras mundiales y la tecnología ha alcanzado un desarrollo muy superior al aquí conocido; en otro los nazis dominan medio mundo sin oposición tras una serie de guerras relámpagos; en un tercero una ley internacional prohibe la creación y publicación de nuevas obras literarias (sí, casi como en Fahrenheit 451).
Son estos dos últimos mundos los que la novela nos retrata con más detalle. Docenas de relatos y novelas se han centrado en una hipotética victoria nazi, desde los clásicos de Kornbluth, Sarban y Dick a Patria, de Robert Harris -a modo de muestra, el lector curioso puede acudir también a la antología de Benford y Greenberg, Hitler victorioso-. En El enfrentamiento la frivolidad con la que algunos resistentes hablan de sus actividades contra los nazis nos recuerda a los progres de los 70 y sus carreras ante los grises, pareciendo una simple transposición del clima de los últimos años del franquismo. Por otra parte, el cuadro que el autor pinta de la Barcelona ocupada no puede ser más discutible. ¿Es verosímil que, 30 años después de la victoria alemana, haya todavía tanques vigilando la Plaza Catalunya? ¿No es extraño que se nos muestre a tantos alemanes en puestos de poder en la ciudad, cuando sería más normal encontrarlos en manos de los colaboracionistas que siempre afloran en estas situaciones? ¿Es políticamente creíble ver a Gran Bretaña y Estados Unidos cruzados de brazos ante la merma en su influencia que supone la invasión del continente?
La historia abunda en personajes y lo más adecuado sería hablar de un protagonismo coral. Incluso, en un juego que nos haría pensar en El hombre en el castillo -el autor siempre a definido su novela como "dickiana"-, el propio Planells se introduce a sí mismo en la trama. Como sucede con los otros personajes, las circunstancias han creado versiones diferentes de él en cada mundo paralelo. En uno de ellos es el autor de El enfrentamiento; en la Barcelona ocupada es un escritor de novelas rosa que firma con seudónimo.
El tono con el que Planells narra la historia es realista, llano, incluso demasiado desnudo, lejos de grandilocuencias y loas épicos; a ratos resulta meritorio y en otros supone un defecto. El enfrentamiento difícilmente agradará a los aficionados a una ciencia ficción de grandes escenarios y especulaciones audaces, pues nada de esto encontrará en sus páginas. Es una obra sobre los seres humanos y sus sentimientos, sobre la libertad, no como entelequia política sino como lucha cotidiana contra la fragilidad y el miedo. Una novela con aciertos e inconsistencias que, casi me atrevería a pronosticar, dividirá a los aficionados entre detractores y defensores, no tanto por sus intrínsecas cualidades literarias como por los gustos particulares de cada lector.
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