CONTENIDO LITERAL

("Presentación (Patrulla del tiempo)", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 2000, Miquel Barceló)

Nuestros lectores habituales saben que Nova ciencia ficción, iniciada en 1988, es una colección especializada que carece en gran medida de títulos clásicos del género ya publicados en su momento por otros editores También saben que, poco a poco, como mínimo con periodicidad anual, intentamos incorporar a nuestra colección títulos clásicos e inolvidables en la historia del género.
En esta ocasión nuestro clásico recuperado va a ser, también, una novedad, En 1960, Poul Anderson ofrecía a los lectores de ciencia ficción la que parecía una obra cerrada: Guardianes del tiempo, en la que se incluían cuatro historias protagonizadas por el patrullero del tiempo, Manse Everard.
Esas historias habían salido a la luz en la revista The magazine of fantasy and science fiction. La primera de ellas era "Patrulla del tiempo", publicada en 1955, el mismo año en que Isaac Asimov publicaba en Doubleday su novela El fin de la eternidad (1955), con un tema parecido pero un tratamiento muy diferente. Se trata de las aventuras de la policía del tiempo que debe vigilar el pasado para evitar que el hecho de disponer de una máquina del tiempo altere el devenir "normal" de la historia humana, y con ello anular la posibilidad de descubrir la máquina del tiempo. El tratamiento de Poul Anderson, como era de esperar, se centraba más en una inteligente revisión de la historia de la humanidad, y con ello hacía gala de sus amplios conocimientos en el tema, unos saberes y conocimientos que los lectores de Nova han podido apreciar en la exitosa e inolvidable La nave de un millón de años (1989, Nova ciencia ficción, número 39).
A "Patrulla del Tiempo" (1955) le siguieron "Delenda Est" (1955), "El valor de ser un rey" (1959) y "La única partida en esta ciudad" (1960) que, conjuntamente formaron la primera edición de Guardianes del tiempo (1960). Más tarde, en la reedición de 1981 como Los guardianes del tiempo, se añadió "Las cascadas de Gibraltar" aparecida en 1975 también en The magazine of fantasy and science fiction. Todas ellas quedaban unificadas por la temática de revisión histórica y, sobre todo, por el protagonismo de un mismo personaje: Manse Everard.
Dos años después de esa reedición ampliada de Los guardianes del tiempo apareció Time patrolman (1983), que incluía dos novelas cortas también protagonizadas por Manse Everard. Marfil y monas y pavos reales y El pesar de Odín el godo. Algo más tarde se publicaban en un único volumen, Annals of the time patrol (1984), las siete historias conocidas hasta entonces protagonizadas por Manse Everard y la Patrulla del Tiempo.
Sin embargo, parece que el personaje, el tema y, sobre todo, la posibilidad de "jugar" de una forma inteligente con la historia, una de las grandes aficiones de Poul Anderson, le obligaron a volver al personaje y a su esforzado patrullar por el tiempo. El resultado fue Estrella del mar una novela corta que se añadía a la serie y que, junto con "El año del rescate" (1991), finalizaba la serie que se recoge completa en esta La patrulla del tiempo (1991, Nova, número 135) que hoy presentarnos.
Los cinco relatos originales (que no ocupan ni la tercera parte de este volumen), seguidos por cuatro novelas cortas inéditas en España, componen la saga de La patrulla del tiempo, que se completa con The shield of time (1990), una nueva novela larga, protagonizada también por Manse Everard, para la que es muy posible que pronto encontremos acomodo en Nova.
Manse Everard es un patrullero del tiempo, uno de los esforzados paladines que protegen la historia de las alteraciones que una máquina temporal podría introducir en la incierta matriz del futuro. En sus diversas aventuras por el pasado, le vemos intrigando entre los persas de Cambises, Astiages y Ciro en su guerra con Grecia, con los conquistadores españoles y el imperio inca, con los vikingos y godos en la Escandinavia regida por Odín, en la Jerusalén de David y Salomón, en la Germania invadida por Roma y en otros muchos momentos cruciales de la historia. Un completo repaso al pasado de la humanidad con todo el sabor de la mejor especulación repleta de aventura.
Ésta es, pues, una serie clásica en el género. Una obra que, como la tantas veces citada La nave de un millón de años, ha suscitado comentarios de especialistas como David Drake: "Este libro sería mi respuesta a la pregunta: ¿Qué libro aconsejar a un amigo que no lee ciencia ficción?" Ciencia ficción que se emparenta de forma natural con el éxito actual de la novela histórica, de la mano de un experto corno Poul Anderson, Gran Maestro Nebula y el autor que más premios Hugo ha obtenido en toda la historia de la ciencia ficción. Este famoso especialista en el género vuelve a maravillarnos con una visión inteligente de la historia que fue, la que pudo ser y, tal vez, la que será. Un tour de force que nos muestra cómo todas las ciencias (y no sólo las duras .. ) proporcionan buen material para la mejor ciencia ficción.
De él ha dicho The Detroit news: "Poul Anderson es el primer historiador de la ciencia ficción: pasado, presente e historia alternativa." Y eso es lo que nos ofrece La patrulla del tiempo: historia, aventura y ciencia ficción inteligente especulando con lo que pudo haber sido y no siempre fue.

La patrulla del tiempo se une así, por derecho propio, a las diversas reediciones y recuperaciones de clásicos inéditos que componen una vertiente, ya imprescindible en Nova, que reúne títulos impresionantes e imprescindibles en la historia del género.
A veces nuestra recuperación de obras cumple un propósito de homenaje, como ocurrió con Ciudadano de la galaxia (1957) de Robert A. Heinlein, publicada en Nova ciencia ficción número 18, en 1989, un año después de la muerte de este célebre autor. También un homenaje, aunque de otro tipo, fue Cántico por Leibowitz (1960) de Walter M. Miller Jr., publicada en Nova ciencia ficción número 47, en 1992.
Es ocioso decir que se trata de una de las mejores novelas que ha ofrecido la ciencia ficción de todos los tiempos, y de la que este mismo año ha aparecido, también en Nova, la esperada y póstuma continuación: San Leibowitz y la mujer caballo salvaje.
Cuando en 1991 emprendimos la publicación íntegra y ordenada de la serie de Los señores de la instrumentalidad de Cordwainer Smith (Nova ciencia ficción, números 37, 38, 59 y 70), incluyendo textos hasta entonces inéditos en formato de libro en todo el mundo, ya no se trataba de una simple reedición de un clásico, sino de una labor editorial que me pareció de estricta necesidad para rendir justicia a una de las obras y a uno de los autores más sugerentes de la ciencia ficción de todos los tiempos.
En 1993 el clásico de Nova ciencia ficción fue una novela sorprendentemente inédita en España, Misión de gravedad (1953) de Hal Clement, que se publicó en el número 55 de la colección, precisamente tras cuarenta años de exitosa historia editorial en todo el mundo. Una historia de éxitos que le ha merecido la consideración de novela emblemática de la ciencia ficción hard, brillantemente centrada en los aspectos científicos y tecnológicos de este tipo de narrativa. En 1994, nuestro clásico recuperado fue Cronopaisaje (1980) de Gregory Benford (Nova ciencia ficción, número 66) que, indiscutiblemente, es la mejor novela sobre la relación entre ciencia y ciencia ficción. Y en 1995 se trató de la edición íntegra, en un único volumen, de todos los relatos de la emotiva saga de El pueblo de Zenna Henderson (Nova ciencia ficción, número 75).
Como puede verse, desde 1989 publicamos, como mínimo, un título "clásico" al año. Para los curiosos diré que el de 1990 fue Radix (1981) de A. A Attanasio, en el número 27 de la colección. Se trata de un libro sorprendente y una impresionante muestra de la desbordante imaginación que sólo la mejor ciencia ficción puede ofrecer. Tal vez un "clásico" particular de este editor que, sin ningún complejo, reivindica el derecho a sus propias filias…
Posiblemente nuestro "clásico" de 1996 fuera otro de esos títulos que el editor considera imprescindibles a pesar de no haber alcanzado una celebridad extraordinaria. Fue ese maravilloso Rito de cortejo (1982) de Donald Kingsbury, publicado en el número 82 de la colección. Esta obra, comparada frecuentemente con el Dune de Frank Herbert, surca con mayor seguridad que ésta los mares de una brillante ciencia ficción centrada en la antropología, sin olvidar las raíces ecológicas de la misma, ni la interesante psicología de los personajes.
Otros de esos títulos son Tau cero de Poul Anderson (1970, Nova ciencia ficción, número 95), mientras que, en 1998, la recuperación cinematográfica de grandes novelas de ciencia ficción nos permitió ofrecer Tropas del espacio de Robert A. Heinlein (1959, Nova número 104) y El cartero de David Brin, con el nuevo título Mensajero del futuro (1985, Nova número 105). Para el año 1999, con menos títulos que antes, debería valer como "recuperación" la novela Hermanos de armas (1989, Nova número 126), seleccionada esta vez a petición del respetable, que solicitaba recuperar algunos de los primeros títulos de la popular y premiadísima saga de Miles Vorkosigan de Lois McMaster Bujold.
Estoy convencido de que la perspectiva ofrecida por estos títulos en cierta forma "clásicos" permite apreciar con mayor detalle la riqueza de la moderna ciencia ficción y entender su evolución. Una evolución construida precisamente en torno a los hitos que ciertos títulos, ya históricos, representaron en su tiempo.
La patrulla del tiempo es uno de esos clásicos indiscutibles y, déjenme decirlo de una vez, una gozada de lectura. En estos tiempos en que el exceso de material publicado dificulta el dejarse llevar por una historia y disfrutar de su lectura, estas narraciones de Poul Anderson recuperan el viejo y satisfactorio pulso de narraciones que juegan con la historia de la mano de uno de los mejores autores de la ciencia ficción de todos los tiempos.
Que ustedes lo disfruten. Yo ya lo he hecho y sin que sirva de precedente, espero repetir la experiencia este verano. Sin desmerecer a tantos y tantos nuevos autores de la mejor ciencia ficción, considero que Anderson sigue siendo mucho Anderson.
Hasta pronto.