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("Presentación", artículo de Miquel Barceló. Derechos de autor 2000, Miquel Barceló)

Éste es el quinto libro de Connie Willis que aparece en la colección Nova en menos de seis años. Para nadie es ya un secreto que me gustan los ternas que trata esta autora y la forma como lo hace.
En Nova han aparecido ya la intensa reflexión de Willis sobre la indefensión humana ante una enfermedad que mata (El libro del día del juicio final), su visión de un sorprendente Hollywood del futuro (Remake), las agudas opiniones de la autora sobre la investigación científica que abarca desde el estudio sociológico de la aparición de las modas hasta la moderna teoría del caos (Oveja mansa), o la comedia de altos vuelos en torno a la compleja agitación de la vida presidida a veces por objetos del todo inútiles (Por no mencionar al perro).
Ahora le llega el turno a una curiosa reflexión sobre el sueño que es, también, una emocionada historia de amor que transcurre ante el horror de una guerra no por soñada menos real y mortífera.
Los sueños de Lincoln es la primera novela en solitario de Connie Willis. Apareció en 1987 para obtener inmediatamente el éxito de la crítica y el público y, entre otros galardones, el John W. Campbell Memorial de 1987, concedido por un selecto grupo internacional de escritores y especialistas reunidos cada año al efecto en la Universidad de Kansas.

Tuve la suerte de conocer en persona a Connie Willis en la Convención Mundial (Worldcon) de Glasgow de 1995. Después, aceptó ser la conferenciante invitada en la entrega del Premio UPC de ciencia ficción de 1997, lo que nos permitió, a mi y a mi familia, disfrutar durante unos días de su agradable compañía y de su inagotable ingenio. Connie Willis es, sin duda alguna, una persona encantadora y sumamente inteligente. Su obra literaria, como no podía ser de otra manera, refleja esa condición.
Hasta hoy, para la mayoría del público lector, la gran obra de Connie Willis es El libro del día del juicio final (1992, Nova número 68), esa emotiva novela que nos habla tal vez del SIDA sin citarlo ni una sola vez. 0, más precisamente, nos habla del inevitable miedo del ser humano ante la enfermedad que puede acabar con su vida, algo que el SIDA ha replanteado actualmente incluso en los países más desarrollados, un sentimiento que en el pasado sugería posiblemente la tuberculosis o, más tarde, el cáncer y que tan inteligentemente había analizado Susan Sontag.
Connie Willis enmarcaba esa reflexión en forma de emotiva novela en el universo habitual de su más famosa narrativa: el de esos historiadores de un Oxford del año 2057 que, dotados de una máquina del tiempo, pueden viajar al pasado para estudiar y aprender de él.
Eso ocurría ya en el primer relato famoso de Connie Willis, "Servicio de Vigilancia" (1982), en el cual un historiador del futuro viaja a la época del bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial para acabar mezclado en el intento de salvar la catedral, con lo que obtendrá más información sobre sí mismo que sobre la historia que pretendía estudiar.
Son también esos futuros historiadores de Oxford los que organizan un viaje de estudios al tiempo posterior a la Peste Negra. Tras un misterioso error de los aparatos el periplo dará pie a la aventura de El libro del día del juicio final (1992, Nova número 68): una historiadora del futuro varada en una época para cuyas enfermedades no dispone de protección médica, al mismo tiempo que el año 2057 ve con terror la misteriosa llegada de una nueva enfermedad para la que no se conoce cura.
En Por no mencionar al perro (1998, Nova número 122), los futuros historiadores de Oxford emprenden un ambicioso proyecto: la reconstrucción de la catedral de Coventry, destruida por un bombardeo nazi en 1940. Según parece, una muy activa, influyente y poderosa Lady Schrapnell es la fuerza motora del proyecto y Ned Henry, el protagonista, uno de los varios historiadores que deambulan por el tiempo para recoger los objetos imprescindibles.
Uno de esos objetos es un misterioso "tocón del pájaro del obispo" (Bishop's bird stump en el original inglés), una especie de atrocidad estética victoriana cuya recuperación exige Lady Schrapnell, siempre atenta a los pequeños detalles. El protagonista, Ned Henry, debe recuperarse de la enfermedad provocada por un excesivo ir y venir por el tiempo, y nada mejor que la campiña inglesa en 1888: atardeceres ociosos, el té de las cinco, partidas de croquet en el verde césped y la tranquila vida del campo prometen, de entrada, el paraíso para quien ha viajado incansablemente por el tiempo a la búsqueda de ese misterioso "tocón del pájaro del obispo". Pero la vida es también agitación y problemas, como muy bien nos muestra Willis en esta divertida e irrepetible comedia casi victoriana.
En cambio, Oveja mansa (1996, Nova número 99) transcurre en nuestro presente para entretenernos y plantear un sinfín de cuestiones con la más divertida ironía sobre la investigación científica en campos tan aparentemente distantes como la sociología de la moda o la moderna teoría del caos. Y Remake (1995, Nova número 92) intenta vislumbrar un futuro casi inmediato donde las drogas y la tecnología informática han invadido un Hollywood, tan igual y a la vez tan distinto, donde una voluntariosa joven del futuro sigue empeñada en bailar como (y tal vez con…) Fred Astaire.
De nuevo novela ambientada en la contemporaneidad, Los sueños de Lincoln es una deliciosa y atormentada historia de amor que se desarrolla a la luz de los trastornos del sueño y con el trasfondo de la Guerra de secesión norteamericana, cruel y mortífera corno todas las guerras y misteriosamente cercana al presente a través de los terribles sueños de una joven.
El protagonista y eje de la novela es Jeff Johnston, un joven historiador que investiga datos históricos para un novelista famoso especializado en la Guerra de Secesión norteamericana. Su realidad se altera y redefine una fría noche de invierno en la que conoce a Annie, esa joven melancólica y encantadora que sufre vívidas e intensas pesadillas. En una apasionada odisea emocional, Jeff conducirá a Annie a través de los campos de batalla de la Guerra de Secesión, mientras su amada sigue soñando lo que parecen ser los sueños de personales importantes en la contienda bélica norteamericana de hace más de cien años.
Se trata pues de una inteligente investigación novelada sobre el sueño y sus significados, sobre la guerra y sus responsabilidades y, al mismo tiempo, de una conmovedora historia de dos enamorados obsesionados y misteriosamente entrelazados por las indestructibles cadenas de la historia.
La habilidad de Willis convierte Los sueños de Lincoln en una narración de esas que acaba involucrando inevitablemente al lector en las peripecias y sentimientos de sus protagonistas. En palabras del crítico de The New York times book review:

Una historia de amor a más de un nivel, y la señora Willis les hace justicia a todos. Sólo al final del libro comprendí cuánta tensión se había generado, cuánto me importaban los personajes y cuánto me preocupaba su destino.

Harlan Ellison, un personaje famoso en el mundillo de la ciencia ficción y la fantasía por su habitual acritud y la dureza de sus comentarios también saludó en su día la aparición de esta primera novela de Connie Willis:

Los sueños de Lincoln no es sólo una novela fascinante. De vez en cuando surge un talento que se anuncia como "importante". Connie Willis es ese talento: una inteligencia magistral en acción. Disfrutar de la obra de la señora Willis es sólo cuestión de sentido común. Por su excelencia y por el placer que proporciona, deseo que esta novela inteligente e imaginativa encuentre un amplio público lector.

Quiere la bondad humana que deseemos compartir con nuestro prójimo aquello que nos ha proporcionado satisfacción. Así parece pensar Harlan Ellison y en esa actitud le secundo. La lectura de Los sueños de Lincoln es un placer que recomiendo a todos.

Debo reconocer que habría sido posible publicar antes esta novela y que no me he atrevido a hacerlo hasta hoy, cuando el nombre de Connie Willis parece ya claramente asentado entre el público lector. Nova está etiquetada en el mercado como una colección especializada en literatura de ciencia ficción y fantasía y, desgraciadamente todavía, algunos lectores poco informados huyen de esa etiqueta como del fuego, de la misma manera que algunos lectores unidimensionales que se limitan a la ciencia ficción no suelen aceptar variaciones complejas en su dieta lectora.
Con toda seguridad, Los sueños de Lincoln no es esa novela de género que espera el núcleo duro de los aficionados a la ciencia ficción. Pero, por otra parte, el hecho de que aparezca en una colección que los libreros suelen encasillar en la ciencia ficción no va a ayudar a su difusión fuera del género.
La visión simplista de reducir la ciencia ficción a un material para adolescentes escasamente críticos parece dejar en mal lugar a los cincuentones como yo que, poseedores incluso de varios títulos académicos universitarios, seguimos empeñados en decir que la ciencia ficción es una de las buenas literaturas de nuestro tiempo y un manjar intelectual imprescindible para entender ese futuro al que la ciencia y la tecnología nos acercan con tanta rapidez.
La ciencia ficción, al menos en su vertiente literaria, afortunadamente es mucho más que el ramplón estereotipo para adolescentes. Es reflexión y especulación en forma novelada, una amena forma de ensayo de nuestro tiempo, que goza de la ayuda de los personajes y sus peripecias para ayudarnos a compartir y entender, como decía Isaac Asimov "la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología".
Como otros autores de la moderna ciencia ficción, Connie Willis posee cualidades narrativas que no siempre abundan en eso que, siendo también un género, ha venido en llamarse "literatura general" (mainstream en la clásica denominación anglosajona).
Los sueños de Lincoln, voluntariamente limitada en su especulación "cienciaficcionística", parece especialmente indicada para que una autora interesante y de calidad supere de una vez para siempre esas ridículas barreras de género.
En cualquier caso, la obra de Connie Willis, publicada en España (y en gran parte del mundo) en colecciones a menudo especializadas en la ciencia ficción, es un buen ejemplo de lo que un género erróneamente estigmatizado puede ofrecer. Como Harlan Ellison, sólo puedo desear que la mayor cantidad posible de lectores descubra esta interesante joya de la narrativa moderna, Por lo demás, naturalmente, no voy a apenarme en demasía por los intransigentes que ni siquiera se atrevan a probarlo. Ellos se lo pierden.
Como se decía hace años de La Codorniz, la buena ciencia ficción podría ser esa "lectura más audaz para el lector más inteligente". La obra de Connie Willis, y en particular esta novela, ha de ser una buena introducción a un mundo erróneamente estigmatizado. Yo disfruté leyendo Los sueños de Lincoln sin Preguntarme si era o no ciencia ficción. Es literatura que interesa e importa y, en los tiempos que corren, eso no es, ¡ay!, tan abundante como nos gustaría a algunos. No se la pierdan.