(Fragmento de Estrellamoto, novela de Robert L. Forward. Derechos de autor 1985, Robert E. Forward)
A través del negro vacío que está entre el Sol y sus más próximos vecinos estelares, un pequeño visitante llegó al Sistema Solar; era una estrella de neutrones ultradensa, al rojo blanco y que giraba con mucha rapidez. Un campo magnético de potencia extraordinaria atravesaba la estrella de este a oeste. Al extenderse, los dos brazos giratorios de la fuerza magnética azotaban a los átomos dispersos que flotaban en el espacio hasta llegar a comunicarles una velocidad próxima a la de la luz. Los átomos así impulsados, originaban una radiación pulsátil de potentes ondas de radio. Gracias a ellas, esta estrella de neutrones, tan diminuta que no podía ser observada a simple vista, fue descubierta por los radiotelescopios de la Tierra mucho antes de que llegara al Sistema Solar. La estrella de neutrones se llamó "Huevo del Dragón". La primera vez que se la observó, su posición en el firmamento era al final de la constelación Draco, como si el dragón hubiera dejado tras él un huevo en su nido. El descubrimiento de los monopolos magnéticos había revolucionado la tecnología de los cohetes de fusión, hasta el extremo de que poco después, la primera expedición "interestelar", alcanzaba la estrella, situada sólo a unas 2.120 UA (Unidades Astronómicas) de distancia de la Tierra. A bordo de la nave espacial interestelar San Jorge, los exploradores se acercaron con gran cuidado, porque una estrella de neutrones puede ser muy peligrosa si no se toman las adecuadas precauciones al aproximarse a ella. A pesar de que Huevo del Dragón no tenía más que 20 kilómetros de diámetro, la intensidad de la gravedad en su superficie era 67.000 millones de veces mayor que la de la Tierra; la temperatura, de 8.200 grados K, era más elevada que la del Sol y el campo magnético de un billón de gauss, que atravesaba la estrella por los polos magnéticos este y oeste era tan potente que podía alargar un núcleo atómico, normalmente esférico, dándole una forma parecida a la de un cigarro puro. A consecuencia de la rápida rotación de Huevo del Dragón, algo más de cinco revoluciones por segundo, los campos magnéticos procedentes de la estrella también giraban rápidamente en el espacio y eran capaces de cocer a todo ser humano que se acercara sin las debidas precauciones. Para contrarrestar la gravedad y los campos magnéticos rotatorios, los científicos del San Jorge colocaron al Matadragones, su pequeña lancha científica, en una órbita sincrónica alrededor de la estrella, a 406 kilómetros de ella, distancia a la que la gravedad quedaba compensada por la fuerza centrifuga. En aquella posición, el Matadragones se movía junto con el campo magnético, que dejaba de ser peligroso aunque seguía siendo una molestia. A pesar de que el movimiento en órbita del Matadragones anulaba por completo la gravedad en el centro de la espacionave, en otros lugares de la misma era perceptible. Las variaciones de la gravedad, de unos 200 "g" por cada metro de distancia al centro geométrico, todavía eran peligrosas, pero los científicos de la exploración encontraron la forma de solucionar este problema. Hicieron un bucle alrededor de la estrella de neutrones con un cable superconductor de un millón de kilómetros de longitud. La misión del cable consistía en generar electricidad a partir del campo magnético rotatorio de la estrella. Esta electricidad generada en el cable se utilizaba para suministrar energía a una fábrica robotizada de monopolos magnéticos. A su vez, estos monopolos magnéticos se inyectaban en ocho de los muchos asteroides que había acumulado la estrella durante su viaje a través del espacio. Se utilizaron dos asteroides grandes y seis pequeños. Los monopolos fabricados provocaron la condensación de los asteroides, hasta que estos llegaron a tener una densidad casi igual a la de la propia estrella de neutrones. Por medio de las interacciones gravitatorias entre los dos asteroides mayores, Otis y Óscar, los humanos y sus ordenadores jugaron una partida de billar celestial que colocó a los seis asteroides menores en una formación circular, en una órbita sincrónica sobre el polo Este de la estrella. Después, por medio de Otis, que se utilizó como un ascensor gravitatorio, hicieron remontar el Matadragones con su tripulación, hasta reunirse con ellos. Ya colocados en órbita, los tripulantes iniciaron los trabajos para obtener mapas de Huevo del Dragón. Esperaban aprender muchos hechos científicos de este denso visitante del Sistema Solar, pero se encontraron con algo completamente inesperado: ¡Vida! ¡Vida en la superficie de una estrella de neutrones! Las criaturas extraterrestres, los "cheela", eran densas, tan densas como la corteza que recubría la estrella al rojo blanco. Los pequeños cuerpos de los cheela, un poco mayores que semillas de sésamo, pesaban lo mismo que un cuerpo humano, porque estaban formados por materiales nucleónicos degenerados. Los procesos vitales de los cheela tenían lugar por interacciones entre las partículas nucleares de los núcleos desnudos que formaban sus cuerpos, de manera parecida a como la vida en la Tierra utiliza las interacciones entre las nubes electrónicas de los átomos que constituyen los cuerpos humanos. Debido a que las reacciones nucleares tienen lugar a una velocidad un millón de veces más rápida que las reacciones electrónicas, los cheela pensaban, hablaban, vivían y morían un millón de veces más aprisa que los humanos que estaban en órbita por encima de ellos. Cuando el Matadragones ocupó por primera vez su emplazamiento sobre el polo Este, los cheela eran poco más que salvajes y se asustaron por los rayos láser que efectuaban el reconocimiento topográfico y procedían del centro de la extraña formación que flotaba inmóvil en su cielo. Construyeron un grandioso templo para adorar a los nuevos dioses. Los humanos vieron el Templo y empezaron a mandarles mensajes sencillos en forma de dibujos, a una pulsación por segundo. En menos de un día los cheela habían desarrollado su tecnología hasta ser capaces de enviar sus primeras señales, hechas a mano, a los dioses que estaban encima de ellos, a 250.000 pulsaciones por segundo. Entonces, los humanos se dieron cuenta de la enorme diferencia en los tiempos y operaron a la mayor velocidad que les era posible, pero hubo de transcurrir casi una generación en la superficie de la estrella de neutrones antes de que las pulsaciones de láser humanas pudieran responder a las señales con bengalas que les mandaban los cheela que tenían debajo de ellos. La tripulación humana usaba los instrumentos científicos más lentos, como el localizador de radar de láser, para la comunicación entre los humanos y los cheela. Pero, al mismo tiempo, el ordenador utilizaba el comunicador de láser de alta velocidad para transmitir el contenido de la biblioteca de la nave directamente de los cubos de almacenamiento de la Memoria Holográfica a la superficie de la estrella. El jefe científico, Pierre Carnot Niven, miraba como la jefa ingeniera, Amalita Shakhashiri Drake, colocaba el primero de los 25 cubos HoloMem de la biblioteca, A a AME, en la consola de comunicaciones. -Una completa educación -decía Pierre en voz baja- desde Astronomía hasta Zoología. El orden alfabético no debe ser la mejor manera de enseñar a alguien pero, en nuestro caso, es la más rápida. Durante medio día, los humanos fueron los maestros de los cheela. En estas 12 horas, transcurrieron 60 generaciones cheela. A lo largo de este período, hubo prosperidad para los cheela, con todo el maná cultural que les caía del cielo y que mantenía ocupados y en paz a los clanes guerreros de tiempos pasados. Después de este primer medio día, los cheela habían sobrepasado a la raza humana en desarrollo técnico, y había llegado el momento en que los humanos asumieran el papel de alumnos. A pesar del cansancio de sus cuerpos y del desconcierto provocado por la rapidez de los acontecimientos del día transcurrido, los humanos siguieron trabajando con toda diligencia en los instrumentos científicos y en la consola, mientras los cristales HoloMem de la biblioteca de la nave se volvían a grabar con los nuevos conocimientos procedentes de los cheela. FECHA: 06:00:00 MG; MARTES, 21 DE JUNIO DE 2050 ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! Pierre abrió sus ojos cansados y con torpeza paró el despertador de su reloj de pulsera. Seis horas de sueño. Se frotó su barba con la mano. La barba necesitaba un retoque y probablemente había algunos pelos grises entre los pelos castaños, pero había trabajo pendiente que hacer. Tomaría un rápido bocado en la cocina y, luego, relevaría a Amalita en la consola de comunicaciones. Tanto ella como él tenían mucho sueño atrasado. Oyó unas sofocadas maldiciones procedentes de la hamaca próxima donde Jean Kelly Thomas luchaba por levantar su cama. Había empezado la larga jornada. FECHA: 06:05:06 MG; MARTES, 21 DE JUNIO DE 2050 La polifacética científica Seiko Kauffmann Takahashi estaba en la cubierta científica trabajando con la imagen telescópica de la estrella. El telescopio miraba hacia la estrella de neutrones con un espejo de un metro de diámetro, colocado en lo más alto de la torreta cilíndrica que sostenía los aparatos dirigidos permanentemente hacia la estrella, y que sobresalía del "polo Norte" del cuerpo esférico del Matadragones... [...] |