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COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN
(Comentario de Armando Boix publicado en el volumen Ad astra 9, ediciones Ad astra, colección Revista electrónica, número 9, edición de 1997. Derechos de autor 1997, Armando Boix)
Pese a un único título en portada, Remake no es una obra sola, sino dos novelas breves recogidas en un volumen, de las cuales la que da título es, con diferencia, la mejor.
Remake parte de una sugerente premisa que casi parece más próxima a un relato de fantasía que a una historia de ciencia ficción (podría recordarnos a alguno de los cuentos sobre el mundo del cine de Robert Bloch): una muchacha tiene como máxima aspiración bailar en las películas, en un mundo donde el cine musical ha desaparecido; al final lo consigue por algún medio misterioso y su imagen empieza a aparecer en viejas películas rodadas en los años treinta y cuarenta... La historia tiene humor, romanticismo e ideas interesantes, además de hacernos reflexionar sobre el creciente peso de las tecnologías en el séptimo arte, en decremento de su faceta humana. En el mundo que Willis desarrolla como escenario de su narración ya casi no se escriben historias originales, limitándose los productores a versionar éxitos del pasado y a utilizar actores sintéticos creados por ordenador con la imagen de estrellas ya muertas (imagínense un remake de Ben-Hur con Sylvester Stallone). ¿Es ese el futuro al que nos dirigimos, visto el protagonismo actual de los efectos especiales y la carencia de ideas nuevas?
Más floja es Territorio inexplorado, una novelita en la que Connie Willis cae de nuevo en su afición por la comedia, mucho más aburrida pero en la línea del vodevil Luna azulada (en Isaac Asimov Magazine nº 11), una de las primeras cosas que de esta autora pudimos leer en España. Se puede intentar escribir una historia dramática, quedarse a medio camino y no suceder nada grave; pretender ser gracioso y no conseguirlo siempre resulta patético. Territorio inexplorado regresa a una ciencia ficción añosa con pareja de exploradores interplanetarios, basada casi en exclusiva en los diálogos y con un estilo literario paupérrimo -especialmente doloroso en Connie Willis, autora de joyas como Servicio de vigilancia-. Al acabar de leerla uno tiene la impresión de que si se ha escogido publicarla es como puro relleno para completar Remake.
Un libro muy interesante, pero sólo en su 50 %. ¿No habría sido mejor publicar la segunda novela en edición de bolsillo, como se hizo en Estados Unidos, y ahorrarnos la primera?
(Comentario de Julián Díez publicado en el volumen Gigamesh 10, ediciones Alejo Cuervo, colección Gigamesh, número 10, edición de 1997. Derechos de autor 1997, Gigamesh)
Connie Willis se está labrando un prestigio sólido en el género gracias a dos razones: dispone del talento necesario para ofrecer siempre un nivel medio de calidad suficiente y tiene una capacidad camaleónica para adaptarse a diferentes temáticas, alejada del conformismo que caracteriza a muchos otros. Un buen ejemplo de ambas cualidades podemos encontrarlo en este Remake, en realidad dos novelas de extensión breve para los cánones actuales; en tiempos, las novelas que ganaban Hugos, como Estación de tránsito o Estrella doble, eran capaces de contar una historia en esa cantidad de páginas. Y hay que decir que Willis está a la altura de los antecedentes honorables que acabo de citar, especialmente en la otra novela del tomo, Territorio inexplorado, que ofrece la mejor cf de corte clásico que he tenido oportunidad de leer este año.
Se trata de una historia de exploración planetaria en principio de corte tradicional, puro western galáctico, pero a la que Willis suma con desenfado factores muy contemporáneos: un guía extraterrestre superprotegido por una absurda legislación politically correct; un tontaina de ciudad idiotizado por los medios; una chica de la frontera bastante ligera de cascos, e incluso un protagonista cuya verdadera naturaleza no se descubre hasta avanzada la trama, en un afortunado tour de force que resulta, además, bien justificado dentro del propio argumento.
Si El cromosoma Calcuta puede resultar una lectura algo ardua para un determinado tipo de lector, recomiendo en cambio sin tapujos este Territorio inexplorado, sin duda la gran joya breve de esta temporada, capaz de satisfacer tanto al puro buscador de entretenimiento como al conocedor más exigente. Es, hasta ahora, lo mejor que he leído de Willis.
No es que Remake sea, por su parte, una mala historia, pero ante la eficaz sencillez de la que la precede resulta, en comparación, demasiado recargada. El planteamiento es prometedor: un futuro en el que la industria del cine se ha convertido en un continuo reprocesamiento por ordenador de los viejos éxitos con las estrellas de siempre, y una muchacha que quiere aparecer en una película bailando junto a Fred Astaire. Sin embargo, la novela da poco más que ese argumento, realmente brillante por otro lado, pero al que lo único que se añade es una cantidad excesiva de pirotecnia estilística e imaginería semiciberpunk. Resulta difícil entrar en la historia a través del argot diseñado por Willis, y las continuas referencias a drogas de diseño y sexo futurista terminan por resultar tópicas y fatigosas. Eso sí, la historia de fondo de la muchacha y su silencioso enamorado, embarcado en la imposible misión de borrar todas las referencias a alcohol y tabaco en películas antiguas, mantiene su interés y paga por sí sola el precio de la entrada a este Remake. Mención aparte merece el excelente trabajo de versión en ambas historias de Rafael Marín Trechera, que cada día crece en sus prestaciones como traductor.
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