COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Pedro Jorge Romero publicado en el volumen Bem 47, ediciones Interface, colección Bem, número 47, edición de 1995. Derechos de autor 1995, Pedro Jorge Romero)
Toda tu fortuna (siempre que supere el millón de libras) es el precio que debes pagar por la inmortalidad; bueno, más bien por diez años extras de vida. Ese arreglo, establecido por la fundación Stileman (que controla el monopolio de la inmortalidad), ha creado un grupo de unos pocos miles de inmortales que son capaces de rehacer su fortuna cada diez años. Dallas Barr es uno de ellos, pero siempre se ha mantenido alejado de los demás, hasta que la posibilidad de una extraña enfermedad que mata inmortales le atrae de nuevo al grupo y le coloca en el centro de una trama de asesinatos e intrigas políticas.
Hay que reconocer que Joe Haldeman ha conseguido algo que parecía difícil: insuflar vida al tema de los inmortales. Parecía que todo estaba dicho, pero en esta novela no sólo ha conseguido revitalizar el tema, sino además, crear una sociedad futura perfectamente extrapolable de la nuestra, perfectamente creíble, extraña y donde la inmortalidad es uno de sus elementos dominantes pero no el único ni el más importante. Pocos escritores de ciencia ficción se entretienen tanto en dar forma precisa a sus futuros, y uno de los placeres de leer este libro es ir descubriendo, poco a poco, lo coherente del mundo descrito.
Y en cuanto al tema de la inmortalidad, la idea de tener unos inmortales no demasiado inmortales y que deben adquirir sus años de vida, en una estricta base de oferta y demanda, dota a los personajes de un encanto singular. Todos ellos son personas que pueden valerse por sí mismas y que saben moverse por el mundo (¿cómo si no podrían reunir una fortuna cada diez años?). Eso da gran credibilidad a las situaciones arriesgadas que aparecen en la novela. No se trata de una persona normal enfrentada a situaciones nuevas, porque Dallas y María (la coprotagonista) están bien lejos de ser normales.
Otro de los elementos destacables de esta obra es el uso que hace de los narradores. Hay dos protagonistas (Dallas y María) y la tarea de contar la acción recae alternativamente en uno y otro (y en un tercer narrador en tercera persona). Este recurso, que parece arbitrario queda justificado al final.
Compradores de tiempo es un thriller de ciencia ficción sólidamente construido alrededor de una rigurosa especulación. Altamente recomendado.

(Comentario de Héctor Ramos publicado en el volumen Gigamesh 6, ediciones Alejo Cuervo, colección Gigamesh, número 6, edición de 1995. Derechos de autor 1995, Gigamesh)
La irrupción de la personalidad informática constituirá una clave reveladora de la época de una novela para los críticos del futuro, de la misma manera que nosotros podríamos situar en los años setenta obras donde aparezcan personajes greñudos luciendo pantalones de campana. En la ciencia ficción, los submundos de silicio han tomado el relevo hard a las ciencias espaciales, y ya se han erigido en componente desarrollable para toda buena novela especulativa. Puede decirse que los noventa han contemplado la segunda fase de la aceptación social de la era informática, después del inicial despegue elitista: su aceptación en la ficción narrativa.
Esto puede servirse para su lectura en […] las publicaciones de las que voy a hablar. Me refiero a Compradores de tiempo, de Joe Haldeman. [En ella,] la soltura de diálogos y de desarrollo es la principal baza de Haldeman, uno de los pocos escritores que parece estar viviendo una segunda luna de miel con la ciencia ficción, por la avalancha de reconocimientos que esta década le ha tributado. La versatilidad con que acude a su labor creadora lo convierte en una pluma valorada por encima de las aduanas y de los abismos generacionales.
En Compradores de tiempo viven una serie de personajes que gozan del privilegio de ser "inmortales". Su longevidad sí tiene precio, y es la donación a la Fundación Stileman de todas sus posesiones con un mínimo de un millón de libras. Cada diez años han de someterse al tratamiento Stileman, para volver a un mundo que no les debe nada y en el que han de empezar desde cero para ahorrar su próximo millón. Con estas condiciones, es lógico que el número de agraciados sea reducido, se conozcan entre ellos y puedan llegar a organizarse. ¿Con qué fin? Pues donde encontramos cierta falta de convicción en el argumento de Compradores de tiempo es en la manía de algún personaje de instaurar una presidencia terrestre con nombramiento a dedo sobre sí mismo. Ahí cae Haldeman en recordarnos los devaneos dominantes de la mayoría de los villanos de la ficción producida durante la época de "guerra fría". Afortunadamente, la acción se concentra en los dos protagonistas, Dallas Barr y Maria Marconi, dos inmortales que involuntariamente convierten la novela en una huida hacia la terrible verdad.
Una de las virtudes que revalorizan a un autor es su voluntad experimental. La narración adquiere tintes refrescantes con los diversos intentos formales que despliega Haldeman. No hay que buscar sólo la sombra del fabuloso El libro de los cráneos en la temática rastreadora de lo inmortal mezclado con lo humano; al igual que en éste, en Compradores… la observación está a cargo de los dos protagonistas por separado, que alternan sus puntos de vista en capítulos que llevan sus nombres, con el añadido frecuente de comentarios en tercera persona y reproducciones textuales varias. La limitación del visualismo de las escenas, la profusión de un diálogo cargado de mensajes implícitos y la acumulación de referentes nuevos en cortos espacios de tiempo producen una trama difícil de seguir en algunos momentos, nada cercana al thriller desenfrenado, pero riquísima en su concepción, que nos hace ver que ésta es una novela meditada para bombardear al lector con sensaciones.
Y ese conjunto de información total avanza un paso en la estimación de ciertas ideas, ya que en Compradores… se presenta la rendición incondicional del concepto de aldea global a los pies de la de periódico global: ya no es que la influencia de los actos económicos alcance todos los rincones del planeta, ahora además información es sinónimo de poder efectivo. El planeta Tierra pasa a ser un enorme ser vivo con venas en forma de Internet por donde circula la información. Sólo que algunos pueden controlar la sangre para su propio beneficio. Y éste puede ser el convertirse en inmortal.
Compradores de tiempo viene a salir publicada en nuestro país al mismo tiempo de la concesión del último premio Hugo a su autor, por el relato "No hay mayor ciego..." (BEM nº 47). No hay mejor forma de comprobar la vitalidad de Haldeman que leer esta novela especialmente sincera en la manera de tratar al lector: sin mentirle, sin llevarle a confusión, y empleando con habilidad los medios a su alcance, que son todos los que puede dar una inmortalidad limitada.