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(Comentario de Luis Pestarini publicado en el volumen Cuasar 27, ediciones Luis M. Pestarini, colección Revista, número 27, edición de 1996. Derechos de autor 1996, Luis M. Pestarini)
Mientras en 1984 William Gibson ganaba los principales premios del género con Neuromante, en algún lugar de Ohio una escritora hasta entonces desconocida terminaba de preparar el que sería su primer cuento, "Barter", una historia que no llamaría la atención un año más tarde cuando viera la luz en Twilight Zone. Pasada una década, esa misma escritora tiene en su haber tres premios Hugo y un Nebula todos en la categoría novela y por libros distintos, más un par de premios adicionales por una novela corta. Su último libro promete dar lucha por los mismos premios en el próximo ano y una de sus otras novelas está en etapa de preproducción para la realización de un film de gran presupuesto.
Lois McMaster Bujold nació en 1949 y hoy encabeza un fenómeno dentro de la CF que produce una literatura alejada de la elaboración e inventiva de los '80 para darle paso a historias amenas pero poco perspicaces, fuertemente influenciadas por Star Trek y otros productos de los medios audiovisuales. Ediciones B ha publicado en español una parte considerable de su obra, y recurrimos a la excusa de la reciente edición de Danza de espejos para hacer un rápido repaso de sus características.
Todas las historias de Bujold se desenvuelven en un mismo universo futuro. En él hay una serie de planetas alejados de nuestro sistema que fueron colonizados por humanos; allí, en combinación con civilizaciones nativas y productos de la exploración genética, se desarrollaron distintos sistemas sociales básicamente derivados de las naciones europeas del siglo XVIII y XIX con un desarrollo tecnológico mucho más avanzado, por supuesto. Bujold centra sus historias en tomo a la familia Vorkosigan, determinante en el destino del planeta Barrayar, y en particular en Miles Vorkosigan, a quien sigue en tres de las cuatro novelas de las que nos ocupamos. Miles es un personaje apropiado para sostener el peso argumental de los relatos: está lejos de ser el héroe clásico -un atentado contra su madre cuando aún estaba en su vientre le produjo malformaciones, siendo la más notoria entre ellas su altura, que no alcanza el metro y medio-, pero siempre resulta eficiente por su carisma personal, audacia e inteligencia combinados. Miles siempre se ve comprometido en situaciones desagradables que involucran su honor y la vida de los que aprecia (en ese orden), recurriendo a comportamientos temerarios pero efectivos.
Esta es, de una manera esquemática la línea de tres de las novelas: El aprendiz de guerrero, La guerra de los Vor y Danza de espejos. La cuarta historia, En caída libre, sigue la misma constitución pero con personajes distintos y, si bien se desarrolla en el mismo futuro resulta incongruente con las demás, de manera que es mucho más cómodo juzgarla como ajena a la serie. En este libro se cuenta la historia de los cuadrúmanos, seres humanos modificados por una empresa mediante ingeniería genética para el mejor desenvolvimiento bajo condiciones de gravedad cero, y la lucha de un ingeniero que intenta salvarlos cuando el proyecto es desactivado por cuestiones presupuestarias. La novela, que obtuvo un Nebula, es exageradamente simplista en su desarrollo: las acciones y situaciones encajan como en un rompecabezas de acuerdo a lo planeado por el héroe, un ingeniero en soldaduras (homenaje de Bujold a su padre que, por aquellos días, fallecía) que combate contra una gigantesca empresa multiplanetaria (ya no multinacional) y sus inclementes ejecutivos. De los cuatro libros de Bujold, En caída libre es el único que desarrolla un concepto -los seres modificados genéticamente para vivir en gravedad cero- en un marco de CF: las demás todo lo que hacen es recurrir a los clichés del género. En este libro se aprecian algunas de las cualidades que caracterizan la escritura de la norteamericana: los rasgos y acciones de los personajes hacen que, mediante viejos pero efectivos trucos, el lector simpatice con su causa. Bujold hace uso, como a lo largo de toda la serie de Miles Vorkosigan, de lo "políticamente correcto" tan de moda estos días: la compañía es poco humana -aunque nunca se cuestiona su necesidad-, los autoritarismos y la extrema derecha son mal vistos.
Pero es con Miles Vorkosigan que Bujold consigue que funcione más competentemente la fórmula dificultad + dificultad2 + dificultad3 + ingenio de Miles + audacia + suerte = final feliz. En El aprendiz de guerrero, la primera novela de Miles, vemos cómo éste comienza a perfilar su natural don de mando y voluntad inquebrantable conformando una flotilla de naves mercenarias, casi en contra de su voluntad. Es un libro menor en relación con los posteriores, particularmente porque no se pone el acento sobre las motivaciones y conflictos del personaje central, reduciendo la narración a una mera sucesión de acciones aventureras. Es con La guerra de los Vor y, fundamentalmente, con Danza de espejos, que Bujold perfecciona sus recursos. Barrayar, el planeta central de las historias, a diferencia de las sociedades de los demás mundos, esta inspirado en el Japón de los Meiji: clases fuertemente estructuradas, sistema feudal, códigos de honor muy arraigados. Bujold rehusa dar protagonismo a ideas o extrapolaciones, no construye ucronías ni ninguno de los tópicos que han fortalecido a la CF, haciendo pie sólo en los clichés del género y sus iconos gráficos: naves que atraviesan el hiperespacio, multitud de mundos que combaten política, económica y bélicamente por la supremacía o la supervivencia manejados por hombres malvados u honorables, sin tintes intermedios. Miles es un pícaro con honra que continuamente sale adelante en medio de situaciones cada vez más complicadas.
La guerra de los Vor fracasa porque avanza su acción en base a casualidades tramposas e intragables. Danza de espejos tiene éxito en sus limitadas aspiraciones porque presenta como contraparte de Miles -que sale de escena durante gran parte de la historia- a su hermano clónico, creado con el fin de exterminarlo, pero que huye y debe enfrentar su pasado y origen. Mark -tal es su nombre- no sólo debe afrontar las complicadas situaciones que siempre correspondieron a su hermano, sino que lo debe hacer con la carga de su pecado original, debatiéndose entre la culpa y la necesidad de ser reivindicado. Tanto Danza de espejos como La guerra de los Vor tienen tramas extraordinariamente intrincadas y son de lectura atrapante si uno desea entregarse a un pasatiempo sin pretenciones.
Lois McMaster Bujold marca lo que parece ser el rumbo actual de la ciencia ficción, al menos de la norteamericana: un híbrido cuya única finalidad es el entretenimiento, abandonada toda intención de especulación intelectual. Sus libros son amenos, humanos (lejos de las historias belicistas de Pournelle y Heinlein), exitosos según sus metas, pero produce desazón pensar que este es el destino de la CF, algo así como que el futuro del género (dominado, al fin y al cabo, por intereses económicos alejados de lo intelectual) está más cerca de Star Trek que de La mano izquierda de la oscuridad.
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