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COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN
(Comentario de Joan Carles Planells publicado en el volumen Nueva dimensión 138, ediciones Nueva dimensión, colección Revista, número 138, edición de 1981. Derechos de autor 1981, Joan Carles Planells)
A John Varley se le ha encasillado, quizá un tanto precipitadamente, dentro de la hard-SF, como directo continuador de la obra de Larry Niven. Un encasillamiento un tanto desafortunado para Varley, pienso yo. De hecho, Varley (y no siempre) hace discurrir parte de su producción dentro de unos cánones que podríamos definir quizá un tanto pretenciosamente como "neoclasicismo" De hecho, ahora me doy cuenta de que este mismo término ya lo había empleado Javier Redal en su artículo "Adónde va la SF", publicado en esta misma revista, número 134: En él les mostraba en forma esquemática, pero acertada, por donde van los tiros en la SF yanqui del momento. Yo creo que el encumbramiento rápido que hacia la popularidad ha tenido Varley es reflejo más bien de la crisis literaria que vive la SF, que no reflejo de los méritos del autor, que no voy a negarle, desde luego. Varley juega con esquemas ya conocidos, discurre por caminos ya transitados, y retoma ideas ya viejas. Lo hace con acierto, y nada más. Por fortuna, a veces se pone experimental y demuestra su buen fuste de escritor: piensen en La persistencia de la visión o Incursión aérea, por ejemplo.
Su primera novela publicada en España, Y mañana serán clones, recibió gran acogida, pese a que personalmente la considero un solemne tostón. Titán (1979) viene precedida de un gran éxito en USA, y quizá reciba idéntico trato en nuestro país. Como novela, resulta mejor que Y mañana serán clones, pero no justifica ni de lleno la fama ni el éxito que la envuelven. En Titán he ido asistiendo al coqueteo de Varley con diversos antecedentes literarios. A saber: Cita con Rama de Clarke, Mundo anillo de Niven, A vuestros cuerpos dispersos de Farmer, y En la antesala de los reyes marcianos del propio Varley. Indudablemente, habrá más coqueteos, que se me habrán pasado desapercibidos. De hecho, los hay a montones, dispersos por sus 320 páginas. Incluso sale el gusano de Dune, hecho reconocido por el propio autor en el transcurso de la obra. En la novela, Varley nos relata la llegada de una nave de la Tierra y sus siete tripulantes al satélite Gea, de Saturno. Pero Gea no es un satélite natural, sino una construcción extraterrestre, que les captura, les manipula de diferentes maneras, y les obliga a vivir en él. Por separado, van viviendo sus experiencias y aventuras en Gea, entrando en contacto con extraños seres, como los centauros y los zeppelines vivientes. A partir de entonces, la novela entra dentro de la "novela-itinerario", un género literario muy apreciado en USA y que ha dado pie a grandes y celebradas creaciones literarias en todos los campos, y que en la SF ha cultivado especialmente Clifford Simak. Este es, quizá, otro de los motivos del éxito en su país de Titán. No olvidemos que EI Señor de los Anillos es también la crónica de un viaje. A los yanquis les gustan esas novelas que cuentan la odisea de uno o unos personajes, por terrenos desconocidos, que ponen a prueba su temple, en busca de una respuesta determinada o de un objeto en concreto. Puede que sea algo ancestral en ellos, heredado del tiempo de los colonizadores del oeste. De hecho, pocas literaturas como la anglosajona han producido tantas "literaturas". Pero esto es tema ya para un sociólogo.
¿Y qué? Pues que Titán no nos cuenta nada nuevo. Pero al menos lo cuenta bien. La novela es distraída, tiene gracia en algunos momentos, y en otros es insoportablemente idiota. Creo un fallo (y es una mera opinión personal, que nadie se ofenda) el entreguismo que hace Varley a "lo moderno" al convertir a las dos protagonistas en tortilleras perdidas, porque "al parecer" eso se lleva y hace original. Es posible que se lleve. Pero no hace nada original. Aunque las escenas de amor estén literariamente bien escritas (y en este caso lo están), el planteamiento se resiente desde el primer momento de su exagerada comercialidad. ¿Pero sería esto un pecado? Puede que no. Al fin y al cabo, Titán es innegablemente una obra comercial. Y ya se sabe. Hay que atenerse a !o que se vende en el mercado. Y hoy en día, meter homosexualidad en una novela queda muy decorativo.
En fin, ya saben lo que es Titán. No esperen una novela cumbre de la SF, porque no lo es, ni de lejos. Pero si es al menos (y no es poco hoy en día), una distraída novela de avatares.
(Comentario de Sergio Gaut vel Hartman publicado en el volumen Sinergia 4, ediciones Sinergia, colección Revista, número 4, edición de 1993. Derechos de autor 1993, Sergio Gaut vel Hartman)
De La persistencia de la visión al primer fiasco serio. The Ophiuchi hotline (monstruosamente traducido como Y mañana serán clones), una novela de 1977 que me atrevo a considerar como un comienzo auspicioso, jugaba peligrosamente en el límite entre lo sublime y lo ridículo. Sin embargo, la novela corta ya citada, ganadora del Hugo en su categoría en 1979 -y curiosamente contemporánea de Titán- inducía a pensar que estábamos ante un talento poderoso, un escritor que trastorna las aguas calmas con la fuerza de sus ideas o sus enfoques. ¿Acaso hay tanta diferencia entre la novela corta y las novelas largas? ¿Puede ser un problema de aliento? Repasando el puñado de obras traducidas (algunas de ellas víctimas de los habituales asesinatos perpetrados por los "especialistas" de Picazo Editors para la revista de Asimov) encuentro casi un laberinto de experiencias balbuceantes: deudas con Silverberg, Wolfe, Vance y Bryant -por lo menos- en "Adiós, Robinson Crusoe"; un impacto de técnica y resultados en "Incursión aérea" -1976-; vibración para fusionar elementos de ciencia ficción y policial en "The barbie murders" -sic en la revista de Asimov Nro 5-; un tratamiento delicado de un tema espinoso en "El pusher" -aunque demasiado poco para ganar un Hugo-; más que un hálito el primer Zelazny en En la antecámara de los reyes marcianos -1977-; un híbrido de hard y modernismo en el intrascendente Verano retrógrado -1975.
Esta síntesis apunta a revelar simultáneamente la validez y la inconsistencia del primer Varley. pero lo más importante es comprobar que la inmadurez estalla en Titán cuando en la cuarentena de obras cortas anteriores brillaba con intermitencia.
Titán es una novela de aventuras, fría, con demasiados guiños -demasiados hasta para mí, que me gustan los guiños. Guiños a Farmer, a Clarke, a Herbert, a Russ. Hay hilos sueltos para "enganchar" en Wizard (segunda e inevitable secuela). Cirocco es menos convincente que un candidato a la presidencia. Las concesiones a la moda se revierten sobre la credibilidad interna y afectan al perfil de los personajes. Hasta me parece estar viendo a Varley con las manos quietas y la mente revoloteando sobre la máquina de escribir: "Y ahora, qué se puede inventar para que la acción no se me caiga".
¡Ah los profesionales! Vicios en los nuevos maestros y vicios en los viejos: Me remito a las notas propias y ajenas de 2010 en este mismo número de Sinergia. Espero que Varley haya ganado todo el dinero que necesitaba para dedicarse a escribir como prometía en La persistencia de la visión.
(Comentario de Fritz Leiber publicado en el volumen Nueva dimensión 117, ediciones Dronte, colección Nueva dimensión, número 117, edición de 1979. Derechos de autor 1979, Fritz Leiber)
Generalmente disfruto leyendo historias que se centran alrededor de un objeto muy grande, preferiblemente en el espacio. Lo bastante grande, digamos, como para que se pueda discernir su forma a simple vista -o con ayuda de unos prismáticos, como mucho- a la distancia de la Luna. Aunque, desde luego, tampoco es cosa de despreciar un edificio de dos o tres millas de altura. Recuerdo cómo me estremecí al leer Last and First Men (1), de Stapledon, con rascacielos cuyos pisos superiores tenían que presurizarse... y la visión de la Tierra cubierta por un ralo bosque de esas estructuras, separadas entre sí por distancias sólo un poco más grandes que sus alturas combinadas. Muy refrescante.
Existe un límite superior obvio para el tamaño de tales formas. Demasiado grandes, y su propia gravedad las contraerá, convirtiéndolas en bolas exentas de cualquier característica, diferenciadas sólo por su diámetro. Los planetas extraños son también una elegante idea, pero suelen resultar monótonos. El tamaño de un asteroide es lo que más se aproxima a lo que estoy diciendo: ¿A que todos recordáis los fascinantes trucos que desarrolló Clement en Mission of Gravity (2) con un planeta en forma de pera o de huso y una gran velocidad de giro?
Entre las primeras emociones de este tipo que experimenté figuran las de las obras de Heinlein Universe y Common Sense (3), aunque no aprecié del todo la gloria geométrica de aquellas naves hasta que no describió de pe a pa una nave hermana más pequeña en Farmer in the Sky (4).
Más recientemente se nos ha vuelto a presentar el tema en películas con esas supernaves, como La estrella de la muerte de Star wars. Y tengo la impresión, incluso, de que a partir de ese otro poderoso vehículo que se perfila como un Manhattan invertido en Close Encounters of the third kind, muchos artistas corrieron a sus tableros de dibujo y, a lo largo del año siguiente, no hicieron otra cosa que diseñar naves madre. Otro navío así es el carguero espacial Nostromo en la nueva película de "primer contacto", estrenada ya con gran éxito, Alien (5). Esta es a las películas lo que Discord in scarlet de Van Vogt fue a las revistas, allá por el comienzo de la década de los cuarenta, cuando esa historia se convirtió en el segundo episodio de The voyage of the space beagle (6).
Cuando entramos en el interior de construcciones del tamaño de Fobos o Eros descubrimos un nuevo mundo completo de fascinación geométrica y dimensional: salas de kilómetros de altura y miriámetros de anchura, interiores tan vastos que pueden admitir sistemas nubosos y tormentas con truenos; viajes en globo y dirigible, el trazado de provincias y lagos... ver en la distancia una vasta torre que se inclina en un ángulo imposible a medida se desvanece entre las nubes, y entonces darse cuenta de que se trata de un puntal en un lugar muy grande... éstos son excelentes efectos de ciencia ficción.
Arthur Clarke los explotó con efectividad en Rendezvous with Rama (7) y ahora John Varley lo ha hecho igualmente bien en Titán, con un hexágono tan grande como un continente que gira en el espacio cerca de Saturno y al que en principio se confunde con una luna todavía no descubierta de ese planeta. Es un vehículo interestelar, por supuesto, que posee una capacidad incorporada de supervivencia adaptable, autorreparación y evolución. La tripulación de una nave exploradora terrestre, compuesta por seis miembros, es recogida involuntariamente por el hexágono y, lo quieran o no, han de explorarlo y comprenderlo: En sus introspecciones, sus visualizaciones del conjunto geométrico de este nuevo mundo y sus coloquios finales con los constructores -en los que se mezclan mitología y ciencia-, Varley encuentra oportunidad para mucha y buena especulación científica y análisis psicológico. En particular, nunca he visto mejor tratado el tema hombre-mujer.
¿Se producirá una riada de estas aventuras de superestructuras? Lo dudo, aunque sólo sea porque son muy difíciles de hacer. Se necesita una mente buena en ingeniería porque con tales superformas uno está trabajando siempre muy cerca de los límites de resistencia de materiales y sistemas dinámicos. Se precisan un estilo, argumento y especulación majestuosos, con una gran forma que domine la narración y la estructura. Con todo y con eso es una tarea gloriosa cuando, como en este caso, se consigue.
Notas:
(1) Last and first men (1930), La última y la primera humanidad (Aguilar, 1931). Famoso clásico, proyección de las sucesivas conquistas de la humanidad, con algunas regresiones a la barbarie, desde 1930 hasta el final de los tiempos, cuando una raza ya muy evolucionada, telepática, se extiende por. todo el sistema solar.
(2) Mission of gravity (1953). El planeta Merklin es gigantesco, pero cumple cada rotación en menos de veinte minutos, lo que hace que un hombre pese tres veces más en su ecuador que en la Tierra y setecientas veces más en los polos. En uno de ellos cae una sonda científica de inestimable valor y los terrestres, que orbitan el planeta, han de recuperarla, ayudados por el capitán nativo Barlennam, un ser de una raza extraña, adaptada a su mundo. Hard SF, desarrollada con lógica minuciosa. Inédito en castellano aunque, siguiendo su lamentable costumbre, EDAF (CF 9) haya publicado su menos interesante continuación Starlight (Estrella brillante).
(3) Universe y Common Sense (en revista, 1941) componen la novela Orphans of the sky (1963), Huérfanos del cielo (EDHASA, Nebulae núm. 133, 1967); que es la última publicada de la serie "Historia del Futuro" (se puede ver Emilio Serra, en ND 113). Un viaje a las estrellas, largo por generaciones, a bordo de una nave cuyos pasajeros creen que su navío es el universo entero.
(4) Farmer in the sky (1950; Satellite scout en revista; abreviado). Libro juvenil: un boy scout en la colonización de Ganímedes.
(5) No hay que decir que Star wars es La guerra de las galaxias y Close encounters of the third kind, Encuentros en la tercera fase. Alien se está estrenando ya en España y en ND se ha hecho alguna referencia a ella.
(6) The voyage of the space beagle (1950), Los monstruos del espacio (EDHASA, Nebulae núm. 2,1955), es la novelización de cinco relatos, de los que el segundo es Discord in scarlet (publicado originalmente en 1939). El Beagle, por alusión al barco en que Darwin realizó su célebre viaje, es un navío de exploración galáctica que se encuentra con una larga serie de monstruos estelares (se puede ver J. Sadoul, en Historia de la CF moderna, pág. 124, y otros).
(7) Rendezvous with Rama (1973), Cita con Rama (Emecé, CF 2, 1974; después en Ultramar, Best-Sellers núm. 110 y Bolsillo núm. 31), ganó en su día los premios Hugo, Nebula, Júpiter y Memorial Campbell, entre otros. Es muy conocido, y narra el descubrimiento de un supuesto asteroide, que después se demuestra que es un mundo artificial, y es explorado por la tripulación de la nave espacial Endeavour.
(Comentario de Editorial Silente publicado en el volumen Silente 0, ediciones Silente, colección Revista, número 0, edición de 1981. Derechos de autor 1981, Editorial Silente)
Argumento.- Una nave espacial estadounidense llega a la órbita de Saturno para realizar una exploración en su complejo sistema de satélites. Descubren un extraño cuerpo celeste con todos los visos de haber sido construido. Al acercarse son capturados y la novela narra las aventuras de la capitana Cirocco Jones y su tripulación en el increíble mundo interior de Gea.
Crítica.- Publicada en 1979, Titán recibió el premio a la mejor novela del año otorgado por la prestigiosa revista estadounidense Locus. Se ha estado esperando con impaciencia su publicación en nuestro país y, ahora, podemos decir que no nos ha defraudado. Es una de las más importantes novelas de CF de los últimos años. El tema es bastante clásico y recuerda bastante en su planteamiento básico a Cita con Rama de Arthur C. Clarke. Lo que hace original a la novela de Varley es el un tanto sorprendente punto de vista con el que la aborda. La trama está bastante bien desarrollada y el efecto final (el del final, no el del epílogo) es inesperado (aunque los veteranos pueden haberlo ido averiguando). De todos modos puede advertirse que la obra era de demasiada envergadura para John Varley, el tema se le escapa de las manos, no está a su altura y las referencias que hace a la situación en la Tierra son bastante "facilonas", aparte de alguna que otra concesión a la galería (los protagonistas "nombran" a algunas novelas de CF famosas en el texto). Pese a estos problemas la novela es bastante interesante; su segunda parte Wizard, ha sido publicada en U.S.A. Esperemos que su llegada a nuestro país no se demore demasiado.
(Comentario de Editorial Zikkurath publicado en el volumen Zikkurath 5, ediciones Zikkurath, colección Revista, número 5, edición de 1981. Derechos de autor 1981, Editorial Zikkurath)
A la inversa de lo que la Biblia enseña, para los antiguos griegos fue el universo quien creó a los dioses. Un universo en cierta manera ya deificado.
"En el principio existía el Caos, el inabarcable abismo, violento como el mar enfurecido, pródigo, salvaje."
(Comentario de Miquel Barceló publicado en el volumen Kandama 1, ediciones Miquel Barceló, colección Kandama, número 1, edición de 1980. Derechos de autor 1980, Miquel Barceló)
Americano nacido en 1944, Varley es uno de los nuevos autores a los que se presagia un exitoso futuro. Un Hugo en 1979 y el premio Apollo de la crítica francesa le garantizan ya el reconocimiento general de su obra.
Varley, diplomado en Física por la Universidad de Michigan, ha sabido desempolvar la vieja epopeya picaresca del space opera. Lo ha reactualizado con la veracidad científica. En sus obras, astrofísicas y agujeros negros, hologramas y ordenadores, propulsión iónica e ingeniería genética forman la arquitectura rígida de un decorado del futuro, en el que la desbordada imaginación del autor explora las posibilidades de una trama... haciéndola, a veces, explotar.
Todo ello es evidente en su primera novela The Ophiuchi Hotline, y en alguno de los relatos cortos ("Persistencia de la Visión" es ya conocido del lector hispano) de este autor que empezó a publicar en 1973 y que parece cosechar un éxito creciente.
Su última obra es una trilogía que se inicia con Titán y que ha visto ya la aparición de la segunda parte Wizard, publicada muy recientemente en los USA.
En Titán, un equipo de astronautas de la NASA en ruta hacia Saturno en los inicios del próximo siglo, descubren un mundo artificial del tamaño de una luna: una gran rueda de 1.300 kilómetros de diámetro. Casi una versión reducida del Mundo Anillo de Larry Niven, que capturará al navío espacial. Los siete tripulantes despertarán de nuevo en la superficie de la rueda, para descubrir un universo fantástico, al estilo de Disneylandia, poblado de criaturas improbables. La capitana Cirocco y su compañera Gaby emprenderán el largo y azaroso viaje hasta el centro de la rueda, para encontrarse con Gaia, la divinidad creadora de este mundo demasiado parecido a Hollywood...
La novela es, a mi parecer, una muestra no demasiado brillante de las clásicas aventuras fantásticas del space opera. Pero, a mi gusto, el poutpurri de novedades es un tanto pobre: Canguros de seis patas, salchichas volantes, centauros de color de rosa poseedores de tres órganos sexuales son, junto al mundo-vida Titán, los decepcionantes hallazgos del autor. El conjunto, en cuanto a fantasía e inventiva, recuerda demasiado la técnica que defendía y usaba Van Vogt: introducir un tema nuevo, sea como sea, cada cinco páginas...
El problema es, además, que Varley se muestra incapaz de desarrollar adecuadamente los mismos personajes que crea. Sus protagonistas son demasiado esquemáticos y sus motivaciones pecan de arbitrarias y escasamente convincentes. De los siete protagonistas iniciales Varley es incapaz de tratar con solidez a más de tres a un mismo tiempo. Sólo por eliminación, encontramos cierta racionalidad en los comportamientos de la capitana Cirocco y su acompañante Gaby.
En resumen, el contenido de la acción y la trama pecan de esa irracionalidad que hizo considerar despectivamente como "juveniles" algunas de las novelas de los años 50 y 60. Todo ello, a mi parecer, explica la decepción que sentí al leer una novela tan precedida de buenos augurios.
Pero no todo es flojo en esta novela desigual. El libro está descrito desde un punto de vista ampliamente feminista, y con un tratamiento del sexo que está lejos de ser el habitual en la SF. La tripulación del "Ring-master" está formada por cuatro mujeres y tres hombres y capitaneada por una de las mujeres. Pese al machismo implícito en la justificación del planteamiento psicológico de la capitana Cirocco, las relaciones sexuales ambivalentes y el homosexualismo latente al principio y explícito después, son un elemento nuevo. Elemento que, para algunos, enriquecerá una mediocre obra de imaginación fantástica, mientras que, para otros, supondrán la definitiva anatemización del libro.
Por si pueden ser útiles otros comentarios, podríamos comentar que la crítica francesa ha recibido muy bien a esta novela. No hay que olvidar que los franceses fueron, en su tiempo, los soportes básicos del modo de fantasear de un Van Vogt. En lo que se refiere a los críticos americanos, Algis Budrys (F and SF) reconoce haber gustado de la novela, aunque no tanto de la continuación (Wizard). Charles N. Brown (editor de Locus) consideraba que se trata de una novela excelente (una de las 23 mejores de 1979) y decía esperar con ilusión e impaciencia la continuación. En el otro extremo, más cercano a mi opinión, Alexei y Cori Panshin (¿recordáis Rito de iniciación publicada por Dronte?) destacan las limitaciones como novelista de Varley aun reconociendo "la frescura de su visión y su sentido de las necesidades de la SF del momento".
Como veis, opiniones contradictorias sobre un libro que debería ser leído por muchas razones. Pero que, para evitar decepciones como la mía, os recomiendo leer sin excesivas esperanzas. Quizá así logréis disfrutarlo más...
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