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COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN
(Comentario de Joan Carles Planells publicado en el volumen Nueva dimensión 127, ediciones Nueva dimensión, colección Revista, número 127, edición de 1980. Derechos de autor 1980, Joan Carlos Planells)
He aquí una excelente sorpresa para el lector. John Boyd era perfecto desconocido en España y Sudamérica, hasta que Martínez Roca lo cogió por su cuenta, presentando en su colección Super Ficción primero Mercader de inteligencia y más tarde Los polinizadores del Edén, una de sus más reputadas obras, de cita obligada en cualquier estudio sobre sexo y SF que se precie. Dos obras agradables, muy bien escritas y sin pretensiones de ninguna clase. Ahora, por fin, aparece La última astronave de la Tierra, que significó la fulgurante aparición en 1968 de Boyd en el campo de la SF. Boyd, como Lafferty, es otro tardío incorporado al campo. A sus cincuenta años, este antiguo representante de productos fotográficos descubre su vocación literaria y se lanza a escribir ciencia ficción. Así, como decimos, aparece su primera novela en 1968, esta Última astronave de la Tierra que fue calurosamente acogida por la crítica, en su momento, y que aún es considerada como su mejor producción.
Novela compleja. ¿Cuál es su tema? En realidad, muchos a la vez. Su acción transcurre hacia 1967, en un mundo paralelo al nuestro, en el que Jesucristo no fue crucificado, muriendo de vejez a los 65 años, en el que hacia 1865 aproximadamente tuvo lugar la Gran Hambre, con lo que cambiaron todos los estamentos sociales y la organización mundial de clases. Así pues, en 1967 quienes rigen el mundo son los Religiosos, los Matemáticos, los Sociólogos, los Psicólogos, en este mismo orden. La autoridad máxima, la única a quien apelar, es el Papa... solo que este es un ordenador construido muchos años atrás por el matemático Fairweather, luego caído en desgracia a causa de su hijo que se opuso al Estado autocrático. Este mismo estado decide quien ha de emparejarse con quien, a fin de conservar la pureza de las castas. Los infractores, en este orden (y en otros), son condenados al Infierno (que es un planeta a unos cuantos años luz de la Tierra). Como es lógico suponer, el protagonista de la obra desobedece la norma de Genética y empareja en una unión prohibida, por la cual es condenado a Infierno, lugar del que ya no se regresa. Al llegar allí, descubre que el planeta es, en realidad, muy distinto a lo que en la Tierra creen, y que se está cimentando una revolución para terminar con el Estado autocrático. Solo que, para ello, es preciso remontar el tiempo y hacer crucificar a Jesús... El final es francamente insólito, con el protagonista convertido en el mítico Judío errante esperando que dentro de unos miles de años (puesto que para él el tiempo no transcurre apenas) regrese en la última astronave de la Tierra nada menos que el propio Jesús, a quien puso en su lugar en la nave que regresaba al futuro.
Pocas veces podemos encontrarnos con novelas que combinen tantos temas a la vez y con igual acierto: mundos paralelos, viajes por el tiempo, sexo, política, religión... Boyd es un autor culto, y se le nota en su estilo, algo complejo a veces, pero agradable, recreándose en algunas escenas y descripciones de personajes, como las del juicio del protagonista y el desfile que los jurados hacen por su celda. Boyd sabe dar verosimilitud a sus personajes, como pocos autores (incluso los más celebrados) saben infundir. Ello, por otra parte, ya lo habíamos advertido en sus anteriores obras, que contienen personajes francamente notables, como el Hal Polino de Los polinizadores del Edén, por ejemplo.
La última astronave de la Tierra demuestra, pues, que no sólo de los grandes nombres vive la ciencia ficción, sino de autores modestos como Boyd, con la suficiente inteligencia para ofrecer temas originales y bien tratados. Sería un detalle que ahora Martínez Roca incorporara a la colección también The rakehells of heaven, otra de sus mejores novelas, combinación de Sexo y Religión, dos de los temas más repetidamente presentes -juntos o por separado-, en sus novelas.
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