COMENTARIOS APARECIDOS SOBRE ESTE VOLUMEN

(Comentario de Armando Boix Ad astra 7. Derechos de autor 1995, Armando Boix)
El presente volumen de relatos es fruto de un concurso convocado por la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines, para autores menores de 40 años. De los 134 textos recibidos se seleccionaron 10, que son los que podemos leer, en una colección no tan dispar como cabría imaginar, sino con unos interesantes rasgos comunes.
Mientras la ciencia ficción argentina se caracterizó siempre por su tendencia a la fantasía surrealista, de notables resultados estilísticos pero cierta endeblez argumental, los autores que aquí aparecen -con alguna excepción, como El cuento más hermoso del mundo II, de José María Saracho- están mucho más influidos por la literatura de género de origen anglosajón. Sus modelos, sin embargo, no parece ser autores modernos tipo Gibson, Sterling o Shepard, sino una ciencia ficción ya caída en desuso, basada en algún descubrimiento o invento asombroso -generalmente por un genio solitario- y sus sorprendentes consecuencias, siempre a un nivel anecdótico y sin indagar en las repercusiones sociales o económicas. A esa categoría pertenecerían Los apuntes de Don Augusto, de Arturo Alejandro Aguilar, sobre un sistema para recuperar las últimas imágenes vistas por un muerto; Riesgo Cien, con un reloj que mide la probabilidad de muerte en su usuario; El experimento, sobre los efectos de una nueva droga que incrementa la capacidad de los sentidos; Un amor inventado, de Ángela Pradelli, sobre un mecanismo para inducir el amor a una persona... Son muy pocas las excepciones a esta línea: el citado relato surrealista de Saracho; Pig Bang, una space opera humorística de Saurio; Zona de impacto, de Mauro Álvaro Ramón, dedicado significativamente a Ballard; y el que para mí es el relato mejor escrito de la antología, La noche reina, de Luis Pestarini, excelente recreación de un ambiente de época pero muy poco novedoso en cuanto a su trama: un viaje en el tiempo para vigilar que ciertos acontecimientos históricos no sean alterados.
En resumen, los diez relatos tienen un nivel de redacción bastante bueno, aunque sin gran relumbre, y demuestran que los nuevos escritores argentinos de ciencia ficción abandonan un cierto localismo que les era propio para abrirse a otras formas de narrar. Pese a ser poco impresionantes de momento, resultan esperanzadores, dado la juventud de sus autores y la posibilidad de que vayan madurando si se les continúa ofreciendo la posibilidad de publicar.